capitulo 24

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  Jack ayudó a Elsa a levantarse de la silla junto a la mesa y caminó con ella hasta el sofá frente a la chimenea. El fuego estaba encendido, y también la enorme araría sobre la mesa, y en las paredes había otras velas, porque aunque sólo era media tarde, el salón estaba oscuro y frío con la tormenta que se aproximaba.
Jack removió el fuego, y luego se sentó junto a Elsa, mirando su gran vientre donde ella había apoyado las manos.
-¿Se mueve otra vez? -preguntó Jack, avergonzado. El niño era parte de Elsa hasta el punto que él sentía que no podía compartir la experiencia con ella... todavía no, en todo caso.
-Sí -rió ella-. Parece que da volteretas.
Elsa extendió una mano para tomar la de Jack, y la colocó sobre su vientre, sonrió al observar el placer en el rostro de Jack al sentir los movimientos de su hijo dentro de ella.
-¿Aún deseas una hija? -aventuró él, tomando la mano de Elsa.
-Sería hermoso tener hija. Pero, como tú dijiste, todo hombre desea un hijo varón. Los ojos de él brillaron ante la respuesta, y se inclinó a besarla con ternura.
-Volveré pronto, Elsa. No hay más leña para el fuego, y tengo que reunir alguna antes de que comience la tormenta.
Cuando Jack se fue, Hada se sentó junto a Elsa frente a la chimenea, y hablaron de la doble boda que se planeaba para la semana siguiente. Las dos hermanas de Rapunzel serían las novias, y Hada estaba muy excitada, tanto como si fuera la madre de las muchachas. Le encantaban las ceremonias.
Era mediados de julio, y Elsa debía esperar hasta mediados de septiembre el nacimiento de su hijo. Después de siete largos meses de llevar al bebé, deseaba que el resto del tiempo pasara rápidamente. Pero el último mes, a pesar de la incomodidad causada por el aumento en su tamaño, la había colmado de felicidad.
Tocó sus pendientes de zafiro, que llevaba todos los días, y recordó que Jack le había dicho que siempre harían juego con sus ojos. Sus ojos seguían siendo azules desde la noche de la partida de Anna, y Elsa no veía razón para que cambiaran en el futuro próximo. Dejaba que cada día siguiera su curso y no trataba de analizar sus sentimientos por Jack ni de pensar en lo que sucedería cuando llegara diciembre y terminara el año.
Jack la trataba con el mayor cuidado y se ocupaba personalmente de todas sus necesidades. Se comportaba como un marido en todo sentido, y Elsa estaba contenta. Nunca hablaban de matrimonio ni de amor, pero su felicidad era obvia para todos.
-Tenemos visitas -dijo Flynn al entrar por la puerta principal.
Elsa suspiró profundamente, recordando las últimas visitas que habían tenido. Pero le alivió ver que se trataba del capitán Agdar, que estaba parado en la puerta, mirando el cielo amenazador.
-Me pregunto si mis hombres llegarán al pueblo antes de que estalle la tormenta -comentó Agdar a Flynn con una risita. Luego se volvió y mostró obvia sorpresa al ver a Elsa y a Hada junto al fuego:
Elsa se puso de pie para Saludar a Agdar, y rió cuando los ojos de él se agrandaron aún más al ver sus formas redondeadas. Luego él sonrió cálidamente y se aproximó a ella.

Se oyó ruido de cristales rotos contra el suelo; Elsa se volvió y vio a su madre inmóvil junto a un jarrón con flores roto a sus pies. El rostro de Idun se había puesto tan blanco como sus cabellos, y miraba con los ojos muy abiertos al capitán Agdar. Este también estaba asombrado, y no podía moverse.
-¿ Idun? -Susurró Agdar con voz quebrada-. Por Dios, ¿es posible?
Elsa estaba muy confundida cuando miró a su madre que corría hacia Agdar y lo abrazaba. El la oprimió contra su pecho como si tuviera miedo de dejarla ir y entonces Elsa supo quién era él, incluso antes de que su madre pronunciara su nombre.
-¡ Agdar... mi Agdar! ¡Creía que jamás volvería a verlo! -gritó Idun, mientras lágrimas de alegría corrían por sus mejillas-. ¿Por qué tuvo que pasar tanto tiempo?
-Pasaron catorce años antes de que tuviera libertad para volver aquí, pero antes de eso estaba seguro de que tú no habrías esperado. Aunque aún te amaba pensaba que era lo mejor no interrumpir tu vida.
-Te dije que te esperaría siempre.
-Catorce años no es "siempre". Y tú eras tan joven cuando nos separamos... Sólo tenías dieciséis años. Un corazón joven cambia -dijo Agdar, reteniendo el rostro de ella entre sus manos.
-Abandoné las esperanzas de que volvieras, pero nunca dejé de amarte, Agdar.
Se besaron, olvidando a todos los que los rodeaban. Elsa no podía apartar los ojos de su padre. ¿Por qué no había sentido la verdad al encontrarse con él por primera vez? Él seguía siendo como su madre lo describiera... un irlandés de cabellos rojos y rientes ojos verdes.
Elsa echó una mirada a Hada y se sorprendió al ver que sonreía.
-Sabía que tu madre nunca había amado a André Swon, y hace muchos años supuse que había encontrado otro amor -susurró Hada a Elsa -. Me alegro de que hayan vuelto a encontrarse.
-Parece que ni siquiera saben que estamos aquí -rió Flynn al acercarse a Elsa.
-¿Puedes culparlos? -preguntó Elsa -. Hace veinte años que no se ven.
Elsa se recostó en el brazo del sofá y miró a sus padres con ojos tiernos, se preguntaba cómo reaccionaría Agdar al enterarse de que tenía una hija que pronto lo haría abuelo.
Idun y Agdar e miraron con ternura, perdidos para todos excepto para sí mismos. Tenían mucho que decirse, muchas cosas que compensar, y no sabían por donde empezar.
-¿Cómo llegaste aquí, en primer lugar? -preguntó finalmente Agdar -. ¿Tu marido también está aquí?
-André murió el año pasado.
-¿Entonces podemos casarnos de inmediato? -dijo Agdar, tomándole las manos.
-Sí, mi amor. En cuanto a por qué estoy aquí, vine al Caribe para la boda de nuestra hija, que nunca se realizó. Jack me trajo aquí cuando raptó a Elsa en Saint Martin.
- Elsa -murmuró Agdar -. Cuando la vi por primera vez me recordó a ti, pero jamás soñé que era mi hija.
-¿La conoces?
-Cuando Jack me trajo por primera vez aquí -respondió Agdar -. La muchacha me pidió que la ayudara a escapar. Por Dios, ¡qué tonto he sido! -Miró a Elsa, y sus ojos se entrecerraron al ver su vientre agrandado-. ¿El muchacho se ha casado con ella?
-No, pero... - Idun se interrumpió cuando Jack entró por la puerta de la cocina.
-¡ Agdar! Es estupendo verte aquí otra vez -dijo Jack.
-No pensarás eso durante mucho tiempo, amigo mío -gruñó Agdar dando un puñetazo a Jack en la mandíbula.
Jack cayó hacia atrás por la fuerza de¡ golpe y chocó contra la pared. Sacudió la cabeza y se frotó la mandíbula. Luego miró, a Agdar confundido.
-¡Diablos, hombre! ¿Por qué demonios has hecho eso?
-Recibirás otros iguales, muchacho -dijo Agdar con humor, mientras esperaba que Jack fuera hacia él. A pesar de su pesadez, Elsa cruzó corriendo la habitación y se detuvo frente a Jack, mirando a su padre con ojos plañideros.
-No quiero que le hagas daño -dijo Elsa en voz baja.
-No querrás defender a ese muchacho después de lo que te hizo -gritó Agdar.
-Traté de decírtelo, Agdar, son felices -dijo Idun en voz baja.
-¿Alguien podrá explicarme lo que sucede? -preguntó Jack, perdiendo la paciencia.
Agdar ignoró a Jack y miró a Idun
-¿Le hablaste de mí? -preguntó frunciendo el ceño.
Idun sonrió.
-Se lo dije el año pasado, cuando se fue de casa para casarse
-¿Ustedes dos se conocen? -preguntó Jack, sorprendido.
Agdar suspiró mientras miraba a Jack.
-No sé qué hacer contigo, muchacho. Me gustaría destrozarte, pero mi hija no quiere que te lastime.
-¡Tu hija! - Jack miró la expresión severa de Agdar y luego la sonrisa de Elsa. Se puso rígido y dijo:
-¡No lo creo!
-Es perfectamente cierto -replicó Agdar -. Has dormido con mi hija durante todos estos meses, y si lo hubiera sabido antes, ella no estaría en el estado en que se encuentra.
-¿Es cierto, madame? -preguntó Jack a Idun.

Amor PirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora