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Hyun corrió a su habitación, buscando con desespero ropa para ponerse en la pequeña junta que tendría con TaeHyung.
Se bañó rápidamente, ya que estaba un poco sudada. Y, al salir, se vistió lo más rápido que pudo. Se colocó una jardinera de falda flor rosa pastel junto con una suéter delgado color gris debajo.
Se miró al espejo y sonrió, como siempre hacía.
Agarró su bolso y llaves, saliendo de la casa lo más rápido, ya que eran las seis cincuenta y cinco de la tarde.
Tomó un taxi y le pidió amablemente que se apresurara. Llegó justo a la hora a la hora a la cafeteríaen la que se encontraría con TaeHyung, entrando y buscando una mesa de dos.
Tomó asiento, acomodando sus cosas mientras limpiba a sus manos, las cuales se encontraba sudadas.
—Hola, ¿qué desea? —preguntó un mesero, acercándosele con un a gran sonrisa. Su mente inmediatamente recordó a JeonGguk y sonrió.
—Nada, por ahora. Estoy esperando a alguien —le sonrió y el mesero asintió, haciendo una reverencia antes de retirarse.
La campanilla de la puerta sonó, dejando ver a un TaeHyung bien vestido, pero no en exceso. Hyun Hee sonrió mientras le levantaba la mano para que se guiara en la mesa.
El morocho sonrió y se acercó, tomando asiento al frente de la menor. Él también estaba nervioso, pero debía actuar como que estaba bien.
—Hola —sonrió hacia Hyun Hee.
La pelirubia iba a contestar, pero el mismo mesero de minutos atrás se le volvió a acercar con una sonrisa, mirando a su acompañante.
—Ahora sí..., ¿qué desean? —dijo amablemente el mesero.
—Un café negro, por favor —comentó TaeHyung, con una sonrisa.
—Un capuccino simple —respondió Hyun Hee. El mesero lo anotó y se retiró—. Bien, lo de anoche...
—Sé que fue muy loco, sé que tienes novio. Te voy a ser sincero... No me arrepiento de haberte hecho mía anoche —comentó mientras tragaba saliva.
Hyun Hee se sonrojó a más no poder. TaeHyung estaba siendo sincero y directo, por más nervioso y ansioso que eso le pusiera.
—Yo tampoco me arrepiento de algo —tomó las manos de TaeHyung y sonrió, aún sonrojada—. Sobre JeonGguk...
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—¡No te atrevas! —empezó a golpear la espalda de TaeHyung, pues éste la había tomado con un saco de papas— ¡TaeHyung!
El castaño reía a carcajadas, sabía que Hyun temía que se descuidara y la vtoara, pero él era los suficientemente fuerte como para sostenerla. Jamás la dejaría caer.
