Capítulo uno

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30 de marzo de 2015

El estruendoso sonido de mi despertador provocó que me sobresaltada y cayera de cara al suelo, haciendo que el sueño se esfumara con rapidez. Mientras me levantaba de frío suelo, lo único en lo que pensaba era en comprar otro despertador que no tuviese un ruido tan espantoso. Caminé hacia mi armario, saqué una toalla de éste y me dirigí al baño para darme una ducha.

Salí minutos después, ya aseada, hacia mi armario nuevamente para escoger mi ropa. Opté por una camisilla purpura, jeans algo holgados unos centímetros por sobre los tobillos y mis queridos Vans negros. Cepillé mi cabello castaño, dejándolo suelto y bajé a desayunar.

Cuando iba por las escaleras hacia la cocina noté algo extraño. Silencio. Era extraño porque siempre se escuchaban las carcajadas de Derek –mi padrastro- o las conversaciones de mi madre, hermano y él. Bueno, en realidad, Jackson no es mi hermano de sangre. Él es hijo de Derek, quien se casó con mamá cuando tenía nueve años. Aceptarlo no se me hizo realmente difícil ya que siempre he creído que todos merecen una segunda oportunidad para ser feliz y mamá no era la excepción. Al principio todos nos llevábamos muy bien, especialmente Jackson y yo; pero años después de la boda, él solo me evita o molesta. Nunca supe qué hizo que cambiara su actitud hacia mí y a pesar de que ya tengo diecisiete, la duda sigue intacta.

Al entrar a la cocina, solo encontré a Jackson en ella, sentado frente a la mesa terminando de desayunar.

- Buenos días. –Saludó luego de dar un sorbo a su taza sin girar a verme, tomándome por sorpresa.

¿Estoy loca o él realmente acaba de saludarme?

Lleva unas pocas semanas siendo menos odioso conmigo y eso me perturba.

Vale, quizá digan "Si solo ha dicho buenos días.", pues sí, lo hizo y sin que alguien lo haya obligado al parecer. La cosa es que nuestra relación es tan mala que por lo general ni eso hacemos y es porque él normalmente me evita.

Tomé asiento en mi lugar en la mesa luego de devolver el saludo y me dispuse a devorar mi desayuno que estaba sobre ella.

- ¿Y mamá y papá? -Me aventuré a preguntar, tomando un sorbo de jugo de naranja.

- Tuvieron que salir antes y papá me pidió que te llevara. –Se levantó a lavar sus trastes.

Casi me atraganté.- ¿Vas a llevarme?

Sorpresa número dos.

- Es lo que dije –Se giró a verme- o ¿es que estás sorda? –e hicimos contacto visual.

Había pasado un largo tiempo desde la última vez que había visto sus ojos. Eran azul cielo, muy bonitos en realidad. Y... me recorrió un escalofrío, así que aparté la mirada.

Casi puedo jurar que su cara estuvo a punto de ponerse roja... Al igual que la mía; pero eso no importaba, más bien, ¿qué se suponía que acababa de ser eso?

Se aclaró la garganta.- Si no te apresuras, voy a dejarte.

(...)

Miraba por la ventanilla del auto de Jackson mientras contaba los árboles que dejábamos atrás y sentía el viento chocar en mi rostro; luego sentí su mirada a mis espaldas, así que solo volteé a verlo. Al parecer mi reacción lo tomó por sorpresa ya que dio un pequeño salto en su asiento; sin embargo, él no apartaba la mirada de mí, era incómodo y a la vez peligroso porque no miraba hacia dónde estábamos yendo.

- La carretera está en la otra dirección. –Dije algo alterada, si seguía distraído nos íbamos a matar.

- Lo sé y... ya llegamos. -dijo con voz un poco ronca y apartando su mirada por fin de mí- Abajo. -ordenó, acercándose a la puerta de mi lado para abrirla.

- ¿Disculpa? -pregunté frunciendo el ceño.

- Ya te traje hasta aquí, ¿no? -rodé los ojos por su estúpido comentario.

¿Tanto le costaba ser más amable? Maldito idiota.

Bufé, tomé mi mochila y bajé del auto azotando la puerta después de salir. No sé por qué no lo vi venir, después de todo siempre es lo mismo con Jackson, un momento deja de ignorarme y al otro vuelve con su comportamiento estúpido. Sus cambios de humor me vuelven loca.

Me dirigí a la entrada del instituto, crucé la puerta y me dispuse a ir hacia mi casillero. Caminaba por los pasillos del recinto buscándolo hasta que una voz que conocía bien hizo que mi piel se erizara y frenara en seco. Era Evan, la semana pasada me pidió volver con él; pero no lo haré, no quiero. Todos tenemos algo así como un pasado oscuro y bueno, Evan es el mío.

¡Demonios!, ¿dónde me meto?

Miré en todas direcciones en busca de un lugar para esconderme y discretamente miré en dirección a Evan, sorprendiéndome al verlo aproximarse casi corriendo. Terminé hecha un manojo de nervios y desesperación al no encontrar escapatoria y verlo frente a mí.

- Hola, Jessica. Me alegra verte. -Habló alzando las comisuras de sus labios y rascando su nuca.

- ¿A mí? –Me hice la loca, no quería siquiera verlo.

- Por supuesto, o ¿acaso lo olvidaste? -Su sonrisa desapareció y una de sus cejas se curvó.

Permanecí en silencio. Estaba fastidiada y viene siendo así desde hace tiempo cada que Evan está cerca. Si fuese otro tiempo, estaría alterada y nerviosa de tenerlo al frente como cualquier otra chica del instituto porque solo basta con mirarlo. Es un chico alto, un metro ochenta tal vez, con unos ojos esmeralda intensos, de cabello castaño oscuro y una sonrisa que derrite idiotas que no lo conocen. Lastimosa o afortunadamente, yo sí lo hacía porque había sido una de esas idiotas y ahora lo único que su sonrisa era capaz de transmitirme eran dolorosos recuerdos.

- Mira, Evan... -Empecé y respiré hondo.- Creo que en ese entonces no lo dejé tan claro como me hubiese gustado, así que por favor... -Y fui interrumpida porque de la nada alguien estaba llamándome.

Será oportuno...

Esperando que fuese algo importante y que no me impidiera quemar el capítulo de lo que Evan fue en mi vida, me di la vuelta para verlo.


***********

Okay, lo prometido es deuda, ¿no?

En este momento no sé si quitar la parte vieja o yo porque veo que aún hay quienes están leyéndola y sería grosero eliminarla de un día para el otro. Entonces, creo que la dejaré una semana más para que puedan terminarla, o díganme ustedes qué creen.

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