Capítulo doce

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El incesante golpeteo en mi ventana me despertó, gruñí fastidiada y me tallé los ojos mientras me sentaba al borde del colchón. Miré la hora en mi despertador y marcaba las 12:47 de la madrugada. ¿En serio? No llevaba ni dos horas durmiendo.

Maldito sea el que interrumpió mi sueño.

Un extraño sonido salió de mi boca en señal de frustración y caminé a la ventana para ver de qué se trataba tanto alboroto. Aparté las cortinas, le quité el seguro y la abrí.

— Por fin, Jessica –alguien habló desde la parte de abajo.

Bostezando, asomé la cabeza fuera de la ventana para ver a Kate envuelta en una manta y temblando del frío con una pequeña mochila junto a sus pies. No pude evitar reír un poco antes de correr a la primera planta para dejarla entrar.

Kate estaba loca.

(...)

24 de abril de 2015

Estaba en clase de química con Kate y la única forma de prestar atención es pensar en aprender a crear una bomba para destruir el instituto y no volver jamás; pero como estaba hecha de 90% de mala suerte y 10% de torpeza, terminaría quitándome la vida en el intento.

Hoy, la señorita Pierce nos había pedido crear un cristal de azúcar. Esperaba que Kate y yo lo hiciéramos correctamente para poder comerlo y terminar pronto con esto.

— No parece difícil —Kate colocó un frasco en la pequeña estufa antes de encenderla, regulando la intensidad de la flama azul mientras yo la veía con la cabeza recostada sobre mis brazos en la mesa e intentaba, muy mínimamente, no quedarme dormida.

Ayer pensé lo mismo en la cocina y terminé haciendo mierda las ollas.

El lado bueno fue que pude probar la comida de Jackson y que tuve una gran revelación, lo que me recuerda que debo decírselo a Kate para que me confirme si ya perdí la cabeza por completo.

La señorita Pierce dio las últimas instrucciones y tomó asiento en su escritorio antes de desearnos buena suerte.

¿Qué no debería supervisar que alguien no incendie el aula? Y lo digo específicamente por mí.

Negué suavemente con mi cabeza y cerré mis párpados un par de segundos, nada más.

— Jessica, no te duermas —Escuché levemente la voz de mi amiga antes de recibir un ligero codazo. La miré mal antes de enderezarme en mi lugar.

Después de que entró a casa pasada la media noche, estuvimos hablando por horas sobre su cita con Max, a la que catalogó y la cito "La cita más fantástica del mundo que haya tenido nunca".

Aunque estoy de acuerdo con ella. Después de todo, que la persona de la cual has estado perdidamente enamorada por años, quien al mismo tiempo también está loca por ti, te bese al final de la tan esperada primera cita debe ser increíble.

Sin embargo, el haber estado hablando hasta dos horas antes de venir me había costado caro. Me había levantado tarde y no había podido desayunar. Parecía un mapache y mi estómago no hacía más que rugir como animal salvaje.

Por otro lado, Kate estaba impecable. Lo más probable es que se haya tomado un café bien cargado antes de venir. La envidiaba, de buena manera, por ello; mientras yo parecía una vagabunda, ella siempre se veía como una linda muñequita.

Lo único que podía decir sobre mí, era que tenía un sueño y hambre de los mil demonios. Estaba a nada de recurrir a la magia negra para que el tiempo avanzara más rápido.

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