Después de lo sucedido con Evan, había estado más distraída de lo habitual. Tal vez nunca conocí bien al verdadero él y eso es lo que más me inquietaba. No sabía de qué tanto sería capaz. Actuó muy bien por años desde que nos conocimos para que al final pasara todo eso.
5 de enero de 2015
Estaba sentada bajo la sombra de un viejo árbol del instituto; siempre venía aquí cuando tenía horas libres. Es de mis lugares favoritos porque casi siempre está solo y ayuda a que medite un poco.
Hoy mi maestro de matemáticas se ausentó debido a que su hija se encuentra enferma; es gripe. Él es viudo y viven solos en la ciudad, así que no hay nadie más quien pueda cuidarla, por lo que le dieron el día libre.
Sé eso porque el señor Wells prefiere hablarle a su clase sobre su vida a enseñar algo en realidad.
Río al recordar las veces en que el director iba a echar un vistazo y el señor Wells entraba en pánico tratando de simular que de verdad estaba explicando un tema.
Tan metida en mi mente estaba que di un respingo al sentir a alguien tocando mi hombro.
- Lo siento, no quería asustarte –habló una rubia que miraba a todos lados como esperando que nadie estuviese viéndola.- ¿Puedo? –señaló el lugar junto a mí.
Asentí y tomó asiento.- Soy Jess... -me interrumpió.
- Lo sé –De acuerdo, eso es nuevo... ¿desde cuándo soy "popular"?- Y tú... ¿Sabes quién soy? -negué- Amy Stevens -sonrió e hice lo mismo.
- Perdón pero, ¿de dónde me conoces? –Reí.
- Eres novia de Evan, ¿verdad? -ya decía yo... Asentí- Precisamente de él vine a hablarte, e iré directo al grano. Debes alejarte de él. –fruncí las cejas cruzándome de brazos.
- No quiero ser grosera pero... ¿quién te crees para decirme eso?
- Soy su ex -habló totalmente calmada.
*Conque por ahí van la cosas...*
- ¿Y qué con eso?
- Pues, que lo conozco mejor que tú, así que podrías evitar ciertos problemas si lo dejas.
Enderecé mi postura en el suelo- ¿Segura que no es porque quieres sacarme del camino y volver con él o algo así?
- Créeme, eso es lo último que quiero. –Giró los ojos- Pero enserio, aléjate de él. Solo ves lo que él quiere que veas. Recuerdo que era como tú: estaba ciegamente enamorada porque era amable, tierno y sobre protector. Pero esa era solo su máscara. –Su expresión cambió a una bastante seria.- Me dejé cegar y manipular. Fui estúpida e ingenua al creer que él tenía un corazón, pero no es así. Él es una persona horrible, Jessica.
- Eso no es cierto. –Solté casi en un susurro- No creo nada de lo que estás diciendo. -le dije fuerte y claro, me miró perpleja- ¿Qué ganas queriendo dar mala imagen de Evan? -me levanté.
- No es mentira y... ¿qué gano? Simple, que nadie más cometa mi error. Confía en lo que te digo antes de que sea muy tarde.
*¿Cómo puede decir algo como eso? Ni siquiera nos conocemos ¿Por qué debería creerle?*
Comencé a recoger mis cosas- Debo irme. -y empecé a caminar lejos.
Ahora me doy cuenta de cuán idiota era y de que sí debí hacerle caso a esa chica, así al menos me hubiese ahorrado un poco de toda esta mierda porque el daño se había originado mucho tiempo antes de ese día. Me dejo caer sobre el respaldo de la silla y me impulso para dar media vuelta con ayuda de mis piernas. Veo al gatito plácidamente dormido sobre una de las almohadas de mi cama y decido tomar una fotografía; cuánta paz en una imagen.
- Hola, dormilón. –Pronuncio luego de acercarme y comenzar a rascar su cabecita. Tan lindo. Como había visto la hora previamente en mi teléfono, vuelvo frente al escritorio donde había estado las últimas horas y dejo todo bien organizado para luego caminar hacia la puerta.- Ven -llamé a Misifú y comenzamos a bajar. Desde las escaleras el ruido del televisor podía escucharse casi con total claridad y mi ceño se frunció. ¿Jack estaba sordo o qué rayos?
Al atravesar el umbral de la sala lo encontré de espaldas bastante concentrado en lo que veía, así que caminé tan silenciosamente como podía hasta estar lo suficientemente cerca como para colocar mis manos sobre sus hombros. No pude evitar reír con fuerza cuando casi grita del susto.- Mierda... -Le escuché susurrar mientras se llevaba una mano al pecho y cerraba los ojos con lentitud, seguramente buscando la paz interior para evitar lanzarme un cojín a la cabeza.
Me apoyé en el respaldo y de un salto, caí sentado del otro lado del mueble, justo en el espacio a su izquierda para recostarme sobre el reposabrazos y estirar mis piernas sobre su regazo. Ahora que casi habíamos recuperado la confianza entre los dos, me sentía con total libertad para hacer este tipo de cosas y lo mejor era que él parecía no incomodarle en absoluto. Debía admitir que había extrañado a este chico durante los últimos años.- ¿Por qué tan formal? ¿Va a venir alguien importante? –Cuestioné luego de evaluar su atuendo, incluso tenía más colonia de lo habitual encima y era deliciosa. Froté mi palma en su pecho para que el aroma se impregnara.
- Nah, de hecho voy a salir. Ty me invitó a su fiesta, ¿a ti no? –En algún momento él había tomado mis pies y comenzado a jugar con mis dedos. Esperaba que no decidiera hacerme cosquillas porque muy seguramente saldría herido. Yo realmente puedo ser muy cosquilluda en ciertas áreas de mi cuerpo y eso de algún modo activa mi instinto de supervivencia, mejor conocido como mi lado agresivo inintencionado.
- Nope. Y sinceramente dudo que quisiera hacerlo luego de que Annie le dejara un ojo morado. –Encojo mis hombros y le resto importancia; las fiestas de Tyler son asombrosas pero no tengo muchas ganas de salir y colarme para ser honesta. Repentinamente le escucho reír con muchas ganas, tantas que logra contagiarme su risa pero ni siquiera sé qué le hace tanta gracia. Entre carcajadas explica que Tyler les había hecho creer a todos que se había involucrado en un pelea esa vez para ocultar el hecho de que una chica lo había golpeado. Bueno, eso sí era gracioso.
- Bien, supongo entonces que ya podemos irnos. Habíamos creído que irías y te estábamos esperando. –Tomó mis piernas, las movió para levantarse y las dejó donde estaban. Me le quedé mirando extrañada porque había hablado en plural, entonces él señaló con su cabeza hacia la cocina y luego pronunció un fuerte Vámonos, haciendo que Austin y Max salieran de ella. Lo que me recuerda a qué había venido, por eso me levanté igualmente.
- ¡Chicos! ¿Hace cuánto están aquí?
- Hace un rato; por cierto, deberían ir de compras, la comida se está acabando. –Informó Austin terminando de comerse una galleta.
- Por supuesto que se está acabando, imbécil. Siempre que vienen se la pasan en la cocina. Ahora mejor salgamos antes de que se coman la cena de Jess, si es que ya no lo hicieron, par de tragones. –Les reprendió Jackson mientras los empujaba fuera; giró en mi dirección luego.- Ah, sí. Hay alitas en el horno, la dejé ahí porque sabría que vendrían y seguramente se las acabarían comiendo. Son para ti. –Terminó de aclarar y le sonreí ampliamente. Qué bien que le sentaba ser buena persona de nuevo. No dudé en agradecerle y comenzar a caminar detrás de ellos para despedirlos.
- Adiós. –Agité mi mano mientras Jack encendía su Jeep.- No vayan a estrellarse por beber mucho o yo tendré de despertar en la madrugada e ir a reconocer sus cuerpos. –Les advertí medio en broma, medio en serio.
- Nosotros también te queremos, adiós. –Escuché a Max antes de que el auto comenzara a desaparecer por la carretera.
Negué divertida con la cabeza y volvía adentro, esta vez directo a la cocina. Le serví su atún a Misifú y abrí el horno donde efectivamente había una bolsa del que salía un delicioso aroma. Bendito sea el que inventó las alitas picantes.

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Lo Prohibido
Novela JuvenilA veces, el amor verdadero, se encuentra en donde menos piensas. Personas que conociste por casualidad, tu mejor amigo, y hasta tu hermanastro.