20 de abril de 2015
Hoy era lunes y comenzaba una nueva semana. Una semana llena de deberes, exámenes y demás. Maldito instituto, cómo me gustaría verlo arder algún día. También sería la última semana en la que nuestros padres estarían fuera de la cuidad. Ya quería que conocieran a Misifú, no estaba segura de que fuera a gustarles la idea de tener un gato rondando por la casa; pero sí que cuando lo vean, lo amarán.
Cómo todos los días desde que Misifú apareció y después de desayunar, él, Jackson y yo íbamos a la escuela. Misifú se quedaba en el auto mientras nosotros recibíamos clase. Jackson se había encargado de que el pequeño gato no estuviese lejos de mí por mucho tiempo. Antes nunca hubiese pensado que él me ayudaría en algo como esto. Últimamente ya no hay muchas discusiones entre los dos, cómo si esa barrera que se levantó hace años desapareciera con cada día que pasa.
Ni siquiera recordaba lo agradable que era estar en su compañía; pero no es igual a cuándo estoy con los demás, estoy segura de que se siente... diferente.
En fin, acabábamos de llegar al instituto y como ya era costumbre, dejamos agua y comida para el gatito y luego entrábamos al recinto.
Saqué los libros y cuadernos que necesitaba del casillero y me dirigí a la clase de biología.
(...)
No hacía más de treinta minutos que la clase había empezado y ya me estaba muriendo de aburrimiento. El señor Smith, un hombre de unos cincuenta años con el corte de cabello de Homero Simpson y pasadito de peso, no hacía más que hablar de genética. Cuando empezó a hablar sobre el tema, la descabellada idea de clonar a Wade Poezyn me pasó por la cabeza; pero claramente, no entendía ni mierda de lo que estaba hablando.
Miraba al frente sin prestarle atención a la explicación que daba Smith sobre los cromosomas y esas cosas. He dicho esto tantas veces, que si me dieran dinero por cada vez que lo hago sería asquerosamente rica.
- Esta es la clase más aburrida de todos los tiempos.
- Si tan aburrida le parece, me gustaría que se lo hiciese saber al director, señorita Anderson -la voz del hombre retumbó en el aula.
Maldición.
¿Qué le costaba al mundo darme una clase de Biología de novela? Se supone que es aquí donde conozco a un chico sexy que al principio quiere matarme y luego terminamos viviendo felices por siempre; pero ¿qué obtengo? Un castigo por idiota.
Recojo mis cosas de mala gana y salgo del aula susurrando unas cuantas maldiciones al hombre.
(...)
Después de la visita a la oficina del director, podía decir que había buenas y malas noticias.
La buena era que había llegado a un buen acuerdo con el director y solo tendría una hora de castigo después de las clases.
Y la mala era que cuando me disponía a salir de la oficina, el señor Smith apareció con la queja de que me había escuchado lanzándole improperios, por lo cual, todo se había ido a la mierda y la hora de castigo aumentó hasta tres.
Cómo odiaba a ese hombre. Dicen que la venganza no es buena; pero cómo me gustaría verlo arder en el infierno.
Así que en conclusión, ya había empezado la semana con el pie izquierdo y parece que hoy solo quería ver arder algo, tal vez me esté convirtiendo en pirómana. No lo sé.
Como aún quedaba una hora antes del cambio de clase, y ni loca volvería a la de biología, iría a mi lugar favorito.
(...)
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Lo Prohibido
Fiksi RemajaA veces, el amor verdadero, se encuentra en donde menos piensas. Personas que conociste por casualidad, tu mejor amigo, y hasta tu hermanastro.