Capítulo cinco

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14 de abril de 2015

El despertador sonó pero no quería dejar mi calientita cama e ir al dulce, acogedor y fantástico lugar llamado Benson High -Nótese mi sarcasmo-. Había programado el despertador más temprano para hoy, mis padres no estaban y dudaba que Jackson fuese a llevarme.

Hace unos días cambié mi despertador por uno con una linda melodía, pero no significaba que mi mala suerte se hubiese ido con el antiguo. Me levanté de mi cama y no fue hasta el tercer paso que tropecé con un zapato, perdí el equilibrio y fui de cara al suelo, otra vez.

¡Maldita mala suerte!

Esto de alguna manera se ha convertido en una especie de ritual que inicia mis días porque por más de cinco años, nunca ha faltado. Quizás el día que esto no ocurra acabe el mundo, pero considerando el hecho de que podría recibir un premio por golpear mi rostro con el suelo en las mañanas, eso no ocurrirá.

Y tal vez debería organizar un poco mi cuarto para que mis pies no se enreden con algún objeto que me haga caer, pero la flojera es algo sexy y no deja de seducirme. Así que froté mi rostro, me levanté y fui al baño.

(...)

Terminé de vestirme y miré mi reflejo en el espejo, quedando satisfecha con el resultado. Llevaba una camiseta blanca con las palabras The city of lovers en negro, jeans y mis amadas Vans. Apliqué base a mi rostro, delineé mis ojos e inmediatamente mi estómago rugió indicándome que era hora de llenarlo un poco.

Tomé mi móvil y mi mochila porque no entraría a mi cuarto de nuevo y cerré la puerta de mi habitación, giré y quedé inmóvil ante lo que veían mis ojos.

Jackson salía del baño con tan solo una toalla alrededor de su cintura, su cabello azabache estaba húmedo y tenía algunos mechones pegados en la frente. Y mierda que no podía despegar la mirada de su muy marcado abdomen. Casi podía escuchar a sus tabletas exigiendo mi atención.

Al pensar en algo como eso, sentí la temperatura de mis mejillas aumentar; él aclaró su garganta descolocándome aún más.- ¿Se te perdió algo? -comentó con una sonrisa de medio lado y una ceja enmarcada, acercándose lentamente.

Fíjate que sí se me perdió algo: mi cordura, y quiero buscarla entre tus abdominales.

Pasé saliva y como si mis manos fuesen mantequilla, la mochila resbaló de mis manos. Di una breve mirada al objeto en el suelo y volví mi atención a Jackson, quien prácticamente estaba invadiendo mi espacio personal. Miré directamente a sus ojos que se encontraban de un azul muy intenso y brillante. Tomó un mechón de mi cabello y lo colocó tras mí oreja. Mi corazón latía a mil, Jackson no dejaba de acercarse y yo seguía con los pies pegados al suelo.

No apartaba la mirada de sus ojos ni él de los míos. Cuando quedaban aproximadamente cinco centímetros entre él y yo, sus ojos se abrieron con sorpresa y su rostro se tornó pálido, como si hubiese visto un fantasma. Hasta tuve ganas de voltear, pero sentí algo no muy pesado caer sobre mis pies.

¡Ay no! ¡No, no, no!

- No. Mires. Abajo –Hizo énfasis en cada palabra y asentí frenéticamente mientras se agachaba confirmando lo que pensaba.

La toalla que llevaba en su cintura había caído al suelo dejando todo al descubierto. Cerré tan fuerte mis ojos que casi dolieron, me agaché, tomé mi mochila de donde la había visto y salí corriendo hasta abajo.

Al llegar a la cocina y después de regular mi respiración, vi una nota en el refrigerador. Era de mamá, lo sabía por la letra.

"Jessica, Jackson.

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