"Las lágrimas que caen son amargas, pero aún más las que no caen"
Siberia.
Se dejó caer, sus músculos doliendo y sus pulmones luchando por conseguir aire, estaba cubierta de sangre, el frío calando sus huesos y sus manos entumecidas. Estaba en la parte trasera de un local de mala muerte, era su segunda misión de la semana, la quinta muerte del día, estaba agotada, la policía debería llegar en unos minutos, pero ella solo quería reposar unos segundos para recuperar el aliento.
Su teléfono sonó, maldiciendo, miró el mensaje de su padre, el dinero había llegado, suspirando, se levantó, tendría que escapar por el tejado y luego perder a la policía, pero estando llena de sangre no llegaría muy lejos.
Tomando una inhalación profunda, corrió en la oscuridad hasta la escalera de incendios oculta en la parte trasera del edificio, era un ruidoso bar/hotel para ricachones, los frecuentaba bastante, pero solo para trabajos. Tendría que encontrar la forma de despistar.
Subiendo de prisa las escaleras, se encontró con que la policía había llegado antes de lo anticipado, podía ver desde la ventana las luces de la patrulla, los uniformados entrando, así que mientras suspiraba pesadamente, buscó una habitación a la que pudiera acceder desde la parte trasera, entrar sería riesgoso, pero si quería escapar, tendría que ocultarse.
Bingo. Pensó al ver a una pareja joven salir de la habitación mientras la seguridad del hotel les ordenaba evacuar. La ventana estaba abierta y había una maleta abierta en la cama, así que podría disfrazarse y salir.
Su ropa era de lycra, pero cubierta con un material resistente que podía resistir los cortes de la mayoría de las navajas, su pelo, largo y con unas ligeras ondas estaba firmemente atado pero la sangre se había secado y su frente y su cabello no se había librado. Rápidamente se metió al baño, no podía dejar rastros, o su padre le patearía el trasero. Así que tomó un par de paños húmedos y limpió tan bien como pudo, lo suficiente para despejar su rostro.
El tiempo corría y ya debían estar revisando las habitaciones. Se deshizo de su ropa en tiempo récord, los tatuajes serian difíciles de esconder, así que tomó el primer vestido que encontró, un par de tacones y un abrigo frondoso, soltó su cabello cuando vio un ushanka, eso solucionaría el asunto del cabello.
En un bolso que encontró en una mesa metió sus armas la ropa ensangrentada, y las toallas llenas de sangre, cerró la ventana por la que había entrado y se puso sus guantes. No llevaba maquillaje, pero un poco de labial rojo haría el trabajo, diez minutos después, estaba lista.
Salió de la habitación, luciendo su mejor cara de joven asustada y se unió a los huéspedes que salían de sus habitaciones. Vio un americano y se le acercó.
- Disculpad ¿Sabes que ha pasado? Me dan miedo los policías - dijo con un marcado acento, el hombre, quien estaba entre sus cuarenta tardíos y con el aspecto típico de los hombres con más de un trapo sucio debajo del tapete, la tomó del brazo, ingenuo. Siempre caían con el asunto de la ingenua adolescente asustada.
- Tranquila, niña - respondió el hombre - Vamos, han pedido evacuar y eso haremos - la acompañó por el pasillo, fingiendo agobio, pasaron hasta el ascensor, donde sin duda intentó meterle mano - ¿Qué hace una jovencita como tú, sola en este lugar?
¿Sería buena idea añadir algo de daño colateral? Si el maldito viejo verde le tocaba el culo, le arrancaría las pelotas.
- De visita - respondió para salir del paso, evitando ser sugerente, lo ultimo que necesitaba era un hombre intentando forzar su camino hasta su fslda, el ascensor se detuvo demasiado lentamente paea su gusto y una vez en el Lobbie, se apresuró a la salida, allí había más revuelo por lo que se deshizo del abrazo del hombre, no sin antes darle un pisotón, y gracias a su estatura fue fácil para ella alejarse.
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Alenna - El Origen
Dla nastolatkówAlenna Alexeievitch Petrova. Asesina. Hija de Alexander Ilich Petrov, jefe de la Bratva y antiguo spetsnaz. Entrenada en el arte de matar desde los seis años, Alenna es letal, calculadora, y a demás, a sus diecinueve años, se convierte en una de las...