Estoy de vuelta en los negocios y es extraño la forma en que la rutina vuelve a ser extrañamente acogedora, si es que se le puede llamar acogedor a torturar personas día si y día también.
— ¿Qué tal ciento cincuenta grandes? — propone el señor Saltsman, es uno de los socios de padre y ha venido a verme, desde hace una semana soy oficialmente un "alto mando" y ahora casi la mitad de los tratos sangrientos eran a través de mi.
El FBI nunca había tenido un infiltrado en un nivel tan alto, sé que Björn espera resultados y que Ekatherina de cierta forma confía en mi, pero a la hora de la verdad, seguía sin comprender mis sentimientos, y la única forma en la que sentía que valía para algo, era como asesina.
Es irónico a decir verdad, hace unos meses la sensación de la sangre en mis manos me daba náuseas, y aquí estoy. Buscando a cuenta propia un nuevo trabajo, sé que padre está vigilando mis movimientos como siempre, así que había decidido tomármelo enserio.
— ¿por tres blancos? — me mofo, estábamos en una de las salas de juntas que padre utilizaba para negocios, solía ser elegante y lleno de lujos, pero no estaba de humor para las fachadas
— Son blancos sencillos, estoy seguro de que podrás — asegura, sacando un fajo de billetes de su bolsillo — pago 500 por adelantado, el resto cuando tenga la confirmación
— Tenemos un trato — digo tomando el dinero y entregándolo a mi nuevo asistente, Dimka, que tenia más musculo que cerebro y al parecer era también un ex militar.
— Excelente, espero tener noticias pronto, oh y a Herbert... Has sufrir a ese enano hijo de puta.
El encargo de Saltsman es sencillo, los tres hombres están en una reunión de negocios, hay cerca de cuatro hombres alrededor de ellos, dos guardias y un chófer. La reunión es un bar del centro de Moscú, estoy sola esta vez, Dimka me espera en la salida trasera.
El inconveniente está en llegar a la zona VIP, pero nada que una bandeja y un mesero noqueado no pueda solucionar, los gorilas me dan un vistazo y me dejan pasar, no quiero una escena demasiado sangrienta.
— ¿Cual de ustedes es Herbert? — pregunto, uno de los hombres. El más bajo de todos me mira confundido y es toda la confirmación que necesito, tenía fotos, pero nunca está de más.
En cuanto entro en acción, es casi como si todo fuera en cámara lenta, arrojo la bandeja hacia Herbert, la reacción inmediata es de los gorilas, uno está a mis espaldas y el otro busca su arma frente a mi.
Me dejo caer al suelo y ruedo a un lado, blanco número uno solo ha tenido tiempo de ponerse de pie, doy un salto y saco un cuchillo, lo clavo a un lateral de su cuello y uso su cuerpo como escudo cuando el gorila frente a mí logra disparar.
El que estaba detrás, da un paso hacia adelante, pero empujo el cadáver en su dirección, mientras cae, saco mis armas de detrás de mi chaqueta, dos disparos que hacen doler mis hombros con el impulso, uno en la frente del matón más cercano y otra hacia la víctima número dos.
El otro matón sigue disparando, por lo que me muevo tan rápido como puedo, una bala roza mi costado pero consigo cobertura en un sofá, solo los segundos suficientes para tomar una silla por las patas y aventarla con fuerza.
Es víctima de su propio peso y cae.
La música está tan fuerte que no escucho el disparo hasta que me roza el antebrazo. Sin dejar de moverme y sacando otra cuchilla, la arrojo en la nuca de un hombre que estaba corriendo hacia la puerta, hay dos más y están desarmados, pero vienen a por mí, así que me preparo para lucha cuerpo a cuerpo, saco una navaja más pequeña del cinturón y se la clavo a Herbert en la Ingle, haciéndolo gritar.
Uno de los hombres intenta arremeter contra mí directamente así que utilizo su propio peso para arrojarlo contra el otro hombre, solo necesito dejarlos inconscientes así que tomo una pesaba figura metálica en forma de mujer desnuda y la estrelló contra la sien del hombre más grande, seguido de una patada en la nuca del segundo antes de que pueda levantarse.
El beat de la música electrónica es fuerte, así que me acerco a Herbert, saco el cuchillo de su ingle y lo uso para apuñalar lo de nuevo entre la cuarta y quinta costilla del lado derecho
— Saltsman envia saludos — le digo en ruso antes de volver a clavar el cuchillo en su barbilla, este atraviesa la zona hasta perforar el paladar duro.
Mis músculos están tensos y listos luego de la acción, pero he tenido peores rondas.
Saltsman pidió que le hiciera sufrir, pero no necesito ponerme creativa, el dolor en sus ojos es evidente, corto su cuello con otra cuchilla y empujo el cuerpo lejos.
Me pongo de pie y miro alrededor, dos guardias, tres hombres de los cuales no tengo idea y los tres blancos.
Me quito los guantes mientras salgo del lugar con calma, sé que estoy llena de sangre, apuñalar personas no es limpio, pero también estoy herida y me está dando jaqueca.
Envío la confirmación y casi de inmediato mi teléfono se ilumina con la notificación del pago, dirigirme a la salida es pan comido, nadie realmente está enfocado en mi así que salgo sin problemas.
He estado entrenado, y aunque todo el evento ocurrió más rápido de lo que realmente sé sintió, fue tan natural que me siento confundida. Solía marcarme de las escenas con una sensación de opresión en el pecho, como si momentáneamente un interruptor en mi interior se activará y los sentimientos oscuros que reprimida para mantenerme distante emocionalmente salieran a la superficie.
Pero esta noche, me siento casi... Aburrida.
Y no es la única noche. Durante un mes, estoy matando casi por deporte, cada asesinato se siente más y más... Aburrido.
¿Finalmente me habré perdido a mi misma? No puedo evitar mofarmr ligeramente del pensamiento, después de todo, había mantenido una cajita en el fondo de mi cerebro para las cosas que me enloquecerian, quería mantenerme cuerda.
Pero finalmente esta mirando al borde del abismo en el que con el paso del tiempo se había vuelto mi alma. Sólo tenía que decidír si finalmente daría el salto hacia la oscuridad, o sólo me dejaría abrazar por ella hasta que pudiera correr lejos.
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Alenna - El Origen
Teen FictionAlenna Alexeievitch Petrova. Asesina. Hija de Alexander Ilich Petrov, jefe de la Bratva y antiguo spetsnaz. Entrenada en el arte de matar desde los seis años, Alenna es letal, calculadora, y a demás, a sus diecinueve años, se convierte en una de las...