Capítulo 7 - Heridas II

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Narra Candy:

Salí aburrida de mi casa como muchos otros días, y en frente de mi casa había un chaval derramando sangre en la carretera. Me acerqué a él y le reconocí inmediatamente.

-          ¿Matt? –Dije atónita. Él solo me miró dolorido. – ¿Qué te ha pasado? ¡Ven ahora mismo! –Lo ayudé a levantar y pasé su brazo por mi hombro. Por fin entramos a mi casa y lo senté en el sofá.

-          Ah… Candy… Me duele muchísimo. –Susurró. Su cara cada vez palidecía más.

-          Quédate quieto. –Sin pensármelo levanté su camiseta. Me quedé embobada por su abdomen ejercitado, pero cogí corriendo un paño con alcohol y lo puse sobre la herida. Él cerró los ojos sufriendo, pero aguantó. Lo repetí varias veces.

-          ¿Te duele mucho? –Le miré muy preocupada. Él negó con la cabeza, cogí una venda y la puse tapando su herida con esparadrapo. Listo.

-          Gracias Candy. –Me miró sonrojado.

-          Ehm… No hay de qué. –Volví en mí. Por un rato había estado demasiado… ¿Amable?

-          Y dime, ¿Han sido mis amigos? –Pregunté sabiendo ya la respuesta. Sus preciosos ojos color mar, mostraban temor.

-          Sí.

-          Vaya… Son gilipollas. –Le miré enfadada con mis estúpidos amigos. ¿Por qué mierda tenían que hacerle esto a él? ¿No les basta con mirarle a los ojos y ver su perfecta mirada inocente, con esa tímida sonrisa? Ops… Candy, ¿Escuchas lo que dices?

-          Lo peor es que… Anne me dejó solo. -¿Quién era esa?

-          ¿Anne?

-          Sí, mi novia. –En ese momento recordé a la puta que estaba besando hace un rato. Barbie asquerosa.

-          Ah. –Contesté asqueada. Me percaté de la poca distancia que habíamos tomado antes. Me separé. El se rascó la nuca confuso, y miré su muñeca. En ella había una pulsera con un corazón. Estaba escrito “Anne (Puta) y Matt para siempre.” No creo que sea durante todo ese tiempo, porque en cuanto me la cruce estoy segura de que voy a matarla.

-          ¿Y eso? –La señalé.

-          Es una pulsera que me ha regalado Anne.

-          Ah. Interesante. –Me crucé de brazos.

-          ¿Y tu novio? –Me miró tenso. Noté como sus puños se apretaron. ¿Con que celoso eh?

-          Voy a por un vaso de agua. –Me levanté saliendo de aquella atmósfera de tensión que se estaba creando alrededor de nosotros. Llegué a la cocina, saqué una botella del viejo frigorífico y tomé un trago. Luego volví con Matthew.

-          ¿Qué haces? –Estaba mirando mi teléfono, así que se lo quité. En él había un mensaje de no sé quién, en el que ponía algo como “¿Pronto tu cumpleaños, eh? Espero que ya sea el día para darte una sorpresa.”  Pasé de ello. Sería de Damien.

-          ¿Dentro de dos días es tu cumpleaños? –Matt me miró curioso.

-          Sí.

-          Ah… Me alegro. –Me sonrió pero no presté atención a su gesto. Seguía molesta por lo de esa plástica que tiene como novia, y lo peor: no sé porqué. –Candy, gracias por todo. Debo volver ya. –Se levantó para irse esperando a que yo hiciera lo mismo. Pero me quedé sentada.

-          E-eh… Hasta otro día. –Sonrió de lado y se marchó hacia la puerta mientras yo seguía con cara de niña enfurruñada sobre el sofá. Aunque no pude evitar asomarme por la ventana para ver que no le volvían a pegar.

Narra Matthew:

 

Me marché frustrado hacia mi casa, caminando con las manos en mis bolsillos. No la conocía demasiado, pero iba a regalarle algo.

Llegué a casa y no había nadie. Me senté en el salón y puse algo en la tele. Salió un programa de coches, y entonces se me ocurrió algo. 

'Wolves'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora