Capítulo 28 - ¿Institutriz?

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Sonó el timbre. Creía que era Matt, por lo que corrí como una loca hasta la puerta.

Pero en vez de la cara bonita que esperaba, había una  “señora” remilgada, con pinta de tener dinero. Chaqueta morada, falda de tubo hasta las rodillas y por qué no, un bolso de cuero. Eso sí, me llegaba por los hombros. Era muy menuda.

-          ¿Tú eres…?  –Ojeó una mini-tarjeta que sacó de su bolsillo. – ¿Candy Queen? –Dijo con voz de pito.

-          La misma.

-          Oh, pues me presento. Soy Emelinda White, tu nueva institutriz.

-          ¿Perdona? –Estallé en carcajadas. ¿Institutriz? ¿Me toma el pelo?

-          Nada de palabras feas, niña. Déjame entrar, tengo que instalarme y empezar con las clases ahora mismo. Para eso me pagan.

-          Pero… ¿Quién cojones te paga?

-          Tu madre. –Abrí los ojos exageradamente. Cerré en sus narices y me alejé de la puerta, escuchando como la golpeaba para entrar. Subí las escaleras apresuradamente, y por fortuna, mi madre estaba allí arriba.

-          ¿Puedes explicarme quién es la mujer que está en la puerta? –Señalé la escalera con la mano detrás de mí.

-          Cariño… Creo que es importante que tengas un buen futuro, y como yo no puedo ayudarte, ella sí.

-          ¿Ahora? ¿De verdad? –Alcé las manos al aire en forma de protesta.

-          Si, cariño. Es lo mejor. –Mi madre acarició mi mejilla, con su mirada triste me mostró que ella solo quería lo mejor para mí, y en ese momento, un pinchazo de culpabilidad azotó mi corazón.

-          Pero, ¿con qué dinero lo pagas?

-          He estado ahorrando desde hace mucho para esto, mi vida.

-          No me lo puedo creer. –Estampé la palma de mi mano en mi frente, bajé las escaleras y con gesto de intolerancia, le abrí la puerta a Emelinda.

-          Creía que no me abrirían.

-          Eso quiero yo. –Susurré para mí misma. Los ojos de Emelinda se inyectaron en los míos, enfadados. Se ha enterado.

-          Bien, ¿Cuál es mi cuarto? –Inquirió la vieja.

-          Ven. –Caminé rápido hasta la escalera asegurándome que me seguía, después llegué a la segunda planta y abrí el cuarto de invitados. –Aquí tienes. –Esperé a que entrase y di un fuerte portazo.

Ya llevaba un buen rato sumergida en mi música, con los auriculares encajados en mis oídos. El sonido impertinente de mi teléfono móvil me hizo reaccionar con un fuerte salto.

-          ¿Diga?

-          ¡Candy! ¡Asómate a tu ventana! –Dijo Matt. Por supuesto, lo hice. Abrí las puertas de cristal y saqué la cabeza, y comencé a buscar por todos lados, pero no le localizaba.

-          ¡Bu!

-          ¡Ah! ¡Te odio! –Me volteé como un rayo y empujé a Matt, quién me había asustado. – ¿Qué haces aquí?

-          Me ha abierto tu madre. –Sonrió y sin más, me besó castamente.

Se retiró y ojeó mi ropa, entonces volvió a sonreír, y efusivamente rodeó mis caderas con sus manos. 

-          ¿Dame ya mi ropa, no? –Inquirió, penetrándome con su mirada pícara.

-          Vale, quítamela. –Me mordí mi labio inferior, pero recapacité cuando me di cuenta de lo que había dicho. –No, no Matt. Perdón, no quería decir eso…

-          No importa pequeña. –Juntó de nuevo nuestros labios.

-          ¿Qué pasa aquí? ¡Fuera, intruso! –Giramos la cabeza hacia la puerta, donde estaba Emelinda.

-          Oh, oh. –Susurré. 

'Wolves'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora