De noviazgos, problemas y hadas madrinas (II)

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La vida lo odiaba

Sí, eso era todo. No había otra explicación para su desgracia.

Suspiró, recostándose nuevamente en aquella incómoda cama. Llevaba ya tres días ingresado en el hospital, y aunque sus padres le habían llevado un par de almohadas y cobertores para hacer su estadía en el lugar más llevadera, lo cierto es que aquella camilla era peor que una maldita piedra lisa en pleno desierto.

Sanaría, sí. Pero terminaría con terribles problemas lumbares.

¿Qué estaba haciendo él allí?

Bien, déjenme hacerles un breve recuento: El buen Jeno había sido golpeado por una banda de matones en la escuela y sus heridas habían resultado ser más graves de lo que todo el mundo esperaba.

El niño había quedado magullado: un ojo hinchado, la mejilla amoratada y el labio inferior roto. Todas marcas creadas en un injustificado acto de violencia, las cuales empañaban la belleza de su risueño rostro; pero aquello era lo más superficial. Las patadas que recibió estando en el suelo lo dejaron realmente mal herido.

Le habían dislocado un hombro, y aunque los doctores habían colocado el hueso en su lugar, no podría mover el brazo correctamente durante un tiempo.

Tenía un par de costillas astilladas y las vendas que llevaba estaban tan apretadas que le costaba un poco respirar.

Una rodilla fracturada y un tobillo esguinzado decoraban sus piernas. Una escayola en una y un par de tablillas en la otra.

Y pese a estar en aquellas condiciones, lo que lo atormentaba no era su estado físico. No señor.

Deslizó un dedo sobre la pantalla del celular para leer los comentarios que no dejaban de salir.

Tenía que ser una broma. ¡Aquella había sido la pelea del año!

Y ÉL SE LA HABÍA PERDIDO.

¡¿Había peor desgracia para un cotilla?!

No, Jeno no lo creía posible.

Debió haber sabido que las cosas terminarían así. Sólo recordar el rostro de Mark cuando Johnny dejó salir el nombre de Donghyuck le causaba escalofríos.

Aquella ira no podía ser comparada con nada que hubiera visto anteriormente. Ni siquiera con la furia ciega de Renjun (que más de una vez había experimentado de primera mano)

En parte lo entendía. Si alguien le hubiera dicho que un grupo de idiotas había golpeado a uno de sus mejores amigos hasta dejarlo deshecho, y que esos mismos imbéciles estaban acosando a su novio, tachándolo de puta cualquiera e intentado manosearlo en los pasillos, él también se habría enfurecido. Pero Mark estaba pasando por una etapa de ira mal contenida, una que necesitaba ser expulsada de alguna manera, y cuando John Seo soltó aquello, Jeno lo supo.

Mark querría venganza.

Lo que no esperó fue que al momento de soltar aquella bomba en plana enfermería, el primero en dejar la habitación, envuelto en un oscuro manto de locura, no fuese Minhyung sino Doyoung.

Jeno había olvidado que el presidente del consejo estudiantil amaba a Haechan tanto o más que el propio Mark Lee. Por supuesto que no de la misma manera, pero venga, una pseudo madre furiosa era mil veces más peligrosa que un novio encolerizado.

Así que cuando el resto de sus amigos los vieron salir como un par de locomotoras fuera de la enfermería, corrieron disparados tras ellos.

Ten y Taeyong se habían quedado pasmados. Parecían debatirse qué hacer a continuación, pero la mirada del mayor lo delataba.

I Call It Love (Markhyuck) «I Call It Series II»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora