9.- Otro largo día

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- ¿Qué tiene tu trasero fuera de balance?-

Lauren levantó la vista de los papeles que estaba firmando y miró a Keana a través de su escritorio.

- ¿Perdón?-

- He dicho, que ¿qué es lo que tiene tu culo fuera de balance? Has sido una perra durante dos semanas, y por mi parte estoy cansada de ello. Tienes a todo el mundo caminando sobre cáscaras de huevo por aquí, y sea lo que sea, será mejor que lo arregles, lo encuentres, o lo superes, porque nos estás haciendo miserables.-

Lauren estaba acostumbrada a la forma directa de Keana; habían sido amigas durante el tiempo suficiente como para que ella pudiera salirse con la suya. Pero nunca había regañado a Lauren de este modo antes.

- Lo siento. Creo que he estado un poco en el borde.-

- ¿Un poco?- Keana levantó las cejas.

- Bueno, más que un poco.- reconoció Lauren, avergonzada de su comportamiento. -Sólo estoy preocupada.-

Eso fue un eufemismo. Había estado obsesionada por Camila desde aquella noche, analizando minuciosamente todos los minutos que pasaron juntas, en busca de alguna pista de que Camila no era gay. Todavía no podía creer que la hubiera juzgado mal. Keana deslizó su silla más cerca.

-Lauren, te he visto hacer malabares con más bolas que lo humanamente posible y tú nunca has estado así. Ni siquiera un poco. ¿Está todo bien?-

- Estoy bien. Es algo que tengo que resolver, eso es todo.-

- ¿Puedo hacer algo para ayudar?-

- Sólo haz lo que acabas de hacer, Keana.- Sonrió por primera vez en el día. -Manténme en la línea, dime cuándo estoy fuera de línea, y abofetéame si no vuelvo. -Keana no parecía convencida.

- Tu necesitas un descanso. Lo digo en serio.-

- No te preocupes. Esto pasará.-

Salió de la oficina más tarde de lo habitual y, en piloto automático, condujo a casa y no tardó en sentarse en el sofá con dos dedos de whisky en un vaso. Mientras bebía, apretó Play en su contestadora.

El único mensaje era de Daniel, insistiendo en verla. Lauren se quejó. Realmente no estaba de ánimo. Lo último que quería hacer en estos momentos era pasar una hora tratando de descifrar cómo detener a Vanessa de que saqueara su vida; no necesitaba ninguna ayuda externa con eso. Tal vez Keana tenía razón. Tal vez ella realmente necesitaba un descanso. No era común en ella vacilar ante una situación que podría afectar a su empresa. Tenía que tener algo de perspectiva, y pronto.

Lauren se sirvió otro whisky y miró alrededor de la habitación. Cómodo, perfectamente decorado, su refugio privado era un oasis de soledad que atesoraba. Nunca se había sentido sola aquí antes, pero de pronto lo hizo, y en lo único en que podía pensar era en alejarse.

Conmocionada y enojada, puso su copa a un lado. ¿Cómo era posible que le estuviera pasando esto a ella? Se sintió desplazada de la vida que había construido, de la persona que era, de todo lo que se sintiera familiar, y cómodo. Y no tenía idea de cómo volver a la normalidad, o si aún quería. Soy un desastre. ¿Qué voy a hacer?

Camila escuchó el sonido de la lluvia de la mañana por cuarto día consecutivo. El aire fresco sopló a través de una abertura de gran tamaño en su habitación de hotel, poniéndole la piel de gallina. Miró los grandes números rojos en el frente de su reloj de viaje y gimió.

Sólo diez minutos habían pasado desde la última vez que lo chequeó. Frustrada por otra noche sin dormir, arrojó la colcha y sintonizó la CNN. Luego de unos minutos se dirigió hasta el baño para prepararse para otro día aburrido.

Ven A Buscarme (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora