XI.

139 20 0
                                    

Luego del beso, dios, ninguno de los dos fue capaz de volver a decir absolutamente nada respecto al tema.
Mino actuaba normal, sin embargo, yo no paraba de sonreír; le veía algo hermoso hasta a lo más feo del planeta.

¿Qué me hiciste, Mino? 

Eran eso de las ocho y media de la noche, yo había llegado primero a la casa de Mino y los chicos vendrían en media hora.
Era un lugar hermoso, habían amplios ventanales que mostraban una hermosa vista a la ciudad llena de luces. La luz era tenue, Mino no acostumbraba a prenderlas a menos de que se encuentre dibujando o algo por el estilo.

—¿Mino, seguro que no necesitas ayuda con la comida?—

— No, Bobby. ya encargué todo, supongo que vendrá dentro de unos minutos.— Él estaba acomodando su cabello frente al antebaño que daba al pasillo. Me acerqué a dicho lugar, anteriormente estaba en la sala y como se tardaba mucho tuve la intención de ir a ver qué era lo que hacía.
Me apoyé en el marco de la puerta, solo la mitad de mi rostro se dejaba ver por el otro lado. Miré su figura reflejada en el gran espejo frente a él, su cara de concentración.

— ¿qué miras, ojitos de alcancía?—

No respondí. podría estar mirándolo a él, pero mi mente estaba volando.

Qué hermoso fue. 

—¿en qué piensas?— replicó, saliendo del antebaño para acercarse y quedar frente a mí.

— en lo de hoy.— lo miré. se acercó a tal forma de unir nuestras frentes. ambas manos ajenas sostenían mi rostro desde mi mandíbula; Parecían estar hechas para posicionarse ahí.
Su dedo pulgar se deslizó lentamente por mis labios mientras que yo lo miraba totalmente embobado.

Sentía una rara sensación en mi pecho, era tan extraño, tan lindo.

— hm. ¿podría hacerlo de nuevo?—

— haces muchas preguntas.— mordí mi labio inferior. quería dejar de sonreír; quería, porque no podía.

Nuevamente unió nuestros labios, comenzando a devorarlos con intensidad.
Sus manos se deslizaron por mis brazos hasta llegar a mi cintura, desde donde me apegó por completo a él. mientras, mis manos yacían sobre sus hombros, apretando dicha zona a cada brusca mordida que me daba.
Ninguno de los dos se atrevía a separarse más allá de en busca de aire. ésto cambió, luego de que él metiera sus manos dentro de mi remera, deslizandolas por toda la extensión de mi espalda, tomó el borde de la misma y me ví totalmente obligado a separarme para ayudarlo a quitarla.  Su tacto helado sobre mi abdomen desnudo hizo que un escalofrío me recorriera.
Relamió sus labios mientras miraba mis ojos. Sus pupilas dilatadas y su respiración agitada; no había nada mejor.

—Mino...— susurré mientras el sé encargaba de besar mi cuello, dejando marcas moradas en dicho lugar.
Mi llamado fue en vano, puesto a que no le tomó importancia. — ¡Mino!— exclamé, y puse mis manos sobre su pecho para poder alejarlo de mí.

—¿qué quieres ahora?— preguntó molesto. parecía un niño al que le habían quitado un dulce.

— escucha.— indiqué con mi dedo índice hacia la puerta mientras ponía mi atención en querer escuchar nuevamente.
volvió a besarme, tomándole ninguna importancia a lo que le estaba diciendo.
— Mierda, Mino estoy diciéndote que escuches.— me quejé entre risas.

— Uy, Jiwon. Debe ser, no sé...— rodó sus ojos y atinó a volver a besarme, pero recordó y se apartó de mí.— ¡La comida!—

Corrió a la puerta, pero no era el repartidor; eran los chicos.

— Aún no me he cambiado, no voy a abrir así. abre, ya vuelvo.— y como si se tratase de Flash, fue corriendo hacia su habitación para cambiarse de ropa.

Abrí la puerta e inmediatamente los chicos entraron, con la total confianza de saber que la residencia era de Mino.
Ninguno me saludó puesto a que ya nos habíamos visto anteriormente, pero me lleve miradas raras por como me presentaba.

El último en entrar fue Chanwoo, quien rió levemente al verme.

— No cierres, Hanbin olvidó su celular en el auto y está subiendo.— ordenó, para seguir a los chicos sentándose todos en la sala.

Mis labios estaban hinchados y mi torso desnudo, mostrando fuertes chupones los cuales se notaban recién hechos.
Volteé a mirar cómo Mino saludaba a los chicos y automáticamente comenzaban a hablar.

—Bobby.—

—¡Hanbin!— sonreí alegre al verlo. Noté su mirada sobre mí, no dije nada pero intenté evadirla.— Pasa, aún falta que venga el repartidor con el sushi.—

— está bien.— no decía mucho, intentaba mirar mis ojos pero automáticamente su vista se desviaba a mi abdomen.

—Hey, Hanbin.— Mino se acercó a nosotros y se posicionó entre medio de ambos. temía que dijese algo que lo incomode.— ¿todo bien? estás distraído.

— eh, ¿distraído? n-no.— negó con su cabeza rápidamente.

— de todas formas, no te juzgo. Es muy lindo. solo que, no mires lo que no te pertenece.— lo miró alzando sus cejas y con una sonrisa maliciosa se adelantó hacia donde estaban los demás, pasando su mano por todo mi abdomen al hacerlo.

yo, lo seguí con la mirada. anonadado por lo que acababa de pasar. mientras tanto Hanbin, me miraba a mí, totalmente confundido.

No te preocupes, Hanbin. Estoy exactamente igual que tú.  

Hug me.- Double B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora