Cartas

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Lo primero que vieron sus ojos al ser abiertos, fue un techo muy demacrado, luego sintió, sintió estar en una cama maullada hecha pedazos, sintió el fierro de la cama por un colchón muy fino, sintió una almohada con poco relleno, sintió una sábana que cubría su cuerpo, luego escucho, escucho el rechinar del piso por viejas maderas que de forma que no sabía, aún seguían funcionando, escucho los gritos de niños y adolescentes, escucho el ruido de las ojas al ser golpeadas por una suave brisa y luego recordó, recordó haber llegado al orfanato y ser bienvenido por todos allí, también recordó las miradas llenas de miedo y celos de los niños y adolescentes, recordó haberle dicho a la señorita cole que iría a su cuarto, recordó que al entrar en este se aventó en la cama y en pocos segundos callo dormido.

Se quitó la sabana de encima, dejando que cayera a un suelo con polvo, comenzó a levantarse, puso un pie en el suelo y luego el otro, sentándose en la cama, y luego se paró de esta, miro, miro que en una esquina estaba su baúl, miro que el pequeño escritorio estaba lleno de polvo por el poco uso en mucho tiempo, miro el ropero demacrado, se dirigió a este y toco la manecilla , sintió como el polvo se pegaba a sus dedos y mano, abrió la puerta, el chirrido del mueble al ser abierto después de mucho tiempo llego a sus oídos, y vio, vio que adentro solo se encontraba dos traes del mismo color sin tono, el mismo uniforme que había usado durante casi once años de vida, y suspiro

Escucho un golpeteo en su puerta y giro su rostro a aquel lugar

—Harrison puedo pasar—La vos de una mujer se hizo presente

—Claro, señorita Cole- le respondió Harry

La puerta se abrió dejando ver a la mujer rubia, pero para sorpresa de Harry esta venia acompañada de una chica que parecía no tener más de catorce años

—Harry ella es Alice, es nueva en el orfanato, llego dos meses después de que tu fueras al internado- le dijo Miranda

Harry miro a la chica que tenía frente él, era bastante linda, una piel bastante blanca, como si nunca hubiera visto el sol, su cabello era un gris intermedio y sus ojos eran rojos como dos gotas de sangre

—Mucho gusto- le dijo a la chica estrechando la mano de esta

—Lo mismo digo- respondió ella en tono frio

Luego de eso Harry cerró la puerta de su habitación, quedando completamente solo, estaba por usar magia para limpiar su cuarto cuando recordó que desde que un niño mágico entra a Hogwarts esta prohibido hacer magia en el mundo Muggle a no ser que quisiera ser expulsado, observo por la ventana, el sol se estaba metiendo asique supuso que tenían que ser casi las siete de la tarde, suspiro y volvió abrir la puerta de su cuarto, y comenzó a caminar por los pasillos de aquel lugar hasta el cuarto de limpieza, donde agarro un par de cosas para limpiar su cuarto, una vez tuvo todo fue de regreso a la habitación y cerró la puerta, tardo como tres horas en limpiar todo, pero de nuevo ya todo estaba limpio.

Una vez todo acomodado fue hasta su baúl y saco La Piedra Filosofal, la miro por un rato, recordando la hermosa sensación que tuvo al matar a Quirrell con la varita de su hermano y pensó donde podría meterla para que nadie la viera, al tener su respuesta sonrió, esto iba a estar bueno

Dos semanas después

Harry se encontraba en su cuarto recostado en la cama leyendo el libro de pociones que le había regalado su profesor por navidad, la verdad era que no podía despegar su vista del libro por ningún medio, de repente escucho un picoteo en la ventana y al darse vuelta noto a una lechuza nívea, decidió abrir la pequeña ventana antes de que hubiera más ruido después de todo eran las 02:30 am, era de madrugada y no quería despertar a nadie, lentamente se acercó a la lechuza que se encontraba apoyada sobre su escritorio, y agarro la carta que esta tenía en su pico

Distintas Caras de la Misma Moneda[Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora