La advertencia de Dobby

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El resto de la tarde se pasó escuchando alunas cosas de la vida de Jonathan, no sabía si había tomado una buena decisión, pero lo hecho, hecho estaba, ya no tenía marcha atrás y bueno más tarde cuando el sol se estaba comenzando a esconder, Harry regreso al orfanato donde entro a su cuarto pero no espero lo que vio allí

Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el arbusto del parque.

La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Alexandra proveniente del recibidor

—Jenny te dije que tenías que ir a tu cuarto

Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas

—Esto..., hola —saludó Harry, azorado.

—Harry Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de que se había oído en el piso de abaje—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...

—Gra-gracias —respondió Harry, que avanzando pegado a la pared alcanzó la silla del escritorio y se sentó. ¿De dónde mierda me conoce y por qué es un gran honor conocerme? Pensó. Quiso preguntarle « ¿Qué es usted?», pero pensó que sonaría demasiado grosero, así que dijo:

— ¿Quién es usted?

—Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.

— ¿De verdad? —Dijo Harry—. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no me gusta precisamente ahora recibir en mi dormitorio a un elfo doméstico, después de todo estoy cansado.

El elfo bajó la cabeza.

—Estoy encantado de conocerlo —se apresuró a añadir Harry—. Pero, en fin, ¿ha venido por algún motivo en especial?

—Sí, señor —contestó Dobby con franqueza—. Dobby ha venido a decirle, señor..., no es fácil, señor... Dobby se pregunta por dónde empezar...

—Siéntese —dijo Harry educadamente, aunque en realidad era una orden, señalando la cama.

Para consternación suya, el elfo rompió a llorar, y además, ruidosamente.

—¡Sen-sentarme! —gimió—. Nunca, nunca en mi vida...

A Harry le pareció oír que en el piso de abajo hablaban entrecortadamente.

—Lo siento —murmuró—, no quise ofenderle— dijo para calmarlo, no quería tener que lidiar con un dolor de cabeza

— ¡Ofender a Dobby! —repuso el elfo con voz disgustada—. A Dobby ningún mago le había pedido nunca que se sentara..., como si fuera un igual.

Harry, procurando hacer « ¡chss! » sin dejar de parecer hospitalario, indicó a Dobby un lugar en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y muy feo. Por fin consiguió reprimirse y se quedó con los ojos fijos en Harry, mirándole con devoción.

—Se ve que no ha conocido a muchos magos educados —dijo Harry, intentando animarle.

Dobby negó con la cabeza. A continuación, sin previo aviso, se levantó y se puso a darse golpes con la cabeza contra la ventana, gritando: « ¡Dobby malo! ¡Dobby malo!»

Distintas Caras de la Misma Moneda[Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora