Harry había logrado encontrar una evilla invisible de niña para abrir la puerta a la mitad de la noche y con cuidado fue a la puerta del sótano para sacar un par de sus cosas de Hogwarts, necesitaba hacer todos sus deberes, no importaba como, pero el regresaría a Hogwarts de alguna forma u otra
Era casi medianoche y estaba tumbado en la cama, boca abajo, tapado con las mantas hasta la cabeza, como en una tienda de campaña. En una mano tenía la linterna y, abierto sobre la almohada, había un libro grande, encuadernado en piel (Historia de la Magia, de Adalbert Waffling). Harry recorría la página con la punta de su pluma de águila, con el entrecejo fruncido, buscando algo que le sirviera para su redacción sobre «La inutilidad de la quema de brujas en el siglo XIV».
La pluma se detuvo en la parte superior de un párrafo que podía serle útil. Harry se subió las gafas redondas, acercó la linterna al libro y leyó:
En la Edad Media, los no magos (comúnmente denominados Muggles) sentían hacia la magia un especial temor, pero no eran muy duchos en reconocerla. En las raras ocasiones en que capturaban a un auténtico brujo o bruja, la quema carecía en absoluto de efecto. La bruja o el brujo realizaba un sencillo encantamiento para enfriar las llamas y luego fingía que se retorcía de dolor mientras disfrutaba del suave cosquilleo. A Wendelin la Hechicera le gustaba tanto ser quemada que se dejó capturar no menos de cuarenta y siete veces con distintos aspectos.
Harry se puso la pluma entre los dientes y buscó bajo la almohada el tintero y un rollo de pergamino. Lentamente y con mucho cuidado, destapó el tintero, mojó la pluma y comenzó a escribir, deteniéndose a escuchar de vez en cuando, porque si alguno de los niños, al pasar hacia el baño, oía el rasgar de la pluma, lo más probable era que le avisaran a Damián y este vuelva a encerrar las cosas bajo llave hasta el final del verano en la azotea
Harry terminó de escribir sobre Wendelin la Hechicera e hizo una pausa para volver a escuchar. Sólo el silencio de tumba en todo el recinto. Debía de ser muy tarde. A Harry le picaban los ojos de cansancio. Sería mejor terminar la redacción la noche siguiente...
Tapó el tintero, sacó una funda de almohada de debajo de la cama, metió dentro la linterna, la Historia de la Magia, la redacción, la pluma y el tintero, se levantó y lo escondió todo debajo de la cama, bajo una tabla del entarimado que estaba suelta. Se puso de pie, se estiró y miró la hora en la esfera luminosa del despertador de la mesilla de noche.
Era la una de la mañana. Harry se sobresaltó: hacía una hora que había cumplido trece años y no se había dado cuenta.
Harry atravesó a oscuras la habitación, pasando junto a la gran jaula vacía de Clefary, y llegó hasta la ventana, que estaba abierta. Se apoyó en el alféizar y notó con agrado en la cara, después del largo rato pasado bajo las mantas, el frescor de la noche. Hacía dos noches que Clefary se había ido. Harry no estaba preocupado por ella, pero esperaba que no tardara en volver. Era el único ser vivo en aquella casa que no se asustaba al verlo.
Hacia tan solo una semana que Damián había quitado las rejas de su cuarto, aun lo dejaba encerrado por horas, pero después de un pequeño engaño en el cual Harry tuvo que "seducir" al hombre para por lo menos, no tener rejas en las ventanas, este accedió, aunque le costó un manoseo más profundo que los anteriores, pero con tal de poder tener aire y una manera de recibir y mandar cartas de auxilio le servía, con tal de liberarse no le importaba a estas alturas si para ello tendría que entregar su cuerpo completo a un horroroso hombre, cuando era pequeño Miranda le había dicho "Harry, cuando una persona está desesperada es capaz de hacer cualquier cosa, incluso si eso incluye en entregar tu cuerpo" en ese momento no lo había entendido, pero ahora lo hacia
Miró el cielo estrellado, por si veía a Clefary, que quizá regresara con un ratón muerto en el pico, esperando sus elogios. Harry miraba distraído por encima de los tejados y pasaron algunos segundos hasta que comprendió lo que veía.
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Distintas Caras de la Misma Moneda[Editando]
FanfictionAquella noche del 31 de julio de 1980 dos niños nacieron y una profecia hicieron Un niño que naceria con el poder necesario para derrotar al señor tenebroso, nacido de aquellos que lo han enfrentado tres veces, pero cuando aquella pareja alla dado...