De regreso a Hogwarts

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Vio que Draco y Pansy ponían sus máscaras de frialdad y se dio vuelta observando a los Potter y Weasley, entre ellos la pequeña niña a la que le había dado sus libros y suspiro sabiendo que seguro habría una escena como cada vez que Draco se encontraba con su molesto hermano, abecés solo pedía un poco de paz, inclusive que si para lograr aquello tendría que vender su alma al mismísimo Satanás

— ¿A qué te gusta, eh, Potter? —Dijo Draco con una voz cargada de burla— El famoso Daniel Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.

— ¡Déjalo en paz, él no lo ha buscado! —replicó la niña pelirroja. Harry miro atentamente como la chiquilla fulminaba a Draco con la mirada.

— ¡Vaya, Potter, tienes novia! —dijo Pansy uniéndose al rubio, arrastrando las palabras. La pelirroja se puso roja mientras Ron y Hermione se acercaban, con sendos montones de los libros de Lockhart

—¡Ah, eres tú! —Dijo Ronald Weasley, mirando a Draco como se mira un chicle que se le ha pegado a uno en la suela del zapato, o eso le pareció a Harry—. ¿A qué te sorprende ver aquí a Daniel, eh?

—No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda, Weasley —replicó Draco—. Supongo que tus padres pasarán hambre durante un mes para pagarte esos libros.

Harry tuvo que admitir que eso había sido gracioso, asique no le preocupaba en lo más mínimo haber soltado una ligera carcajada y aún más cuando Ronald Weasley se puso colorado, quedando aún más gracioso y estúpido de lo que ya por si era

Harry observo como Weasley dejo los libros en el caldero y se fue hacia Malfoy, pero Potter y Hermione lo agarraron de la chaqueta, la castaña le mando una cara desaprobatoria, como si lo que estuviera haciendo estuviera mal, pero el solo se encogió de hombros y sonrió con arrogancia, como si le dijera con los ojos "No me interesa lo que opines, yo puedo hacer lo que quiera Hermione". De repente otra voz se halló a lo lejos

— ¡Ron! —Dijo el señor Weasley, abriéndose camino a duras penas con los gemelos de la familia— ¿Qué haces? Vamos afuera, que aquí no se puede estar.

—Vaya, vaya..., ¡si es el mismísimo Arthur Weasley!

El señor Malfoy había aparecido y cogió a su hijo por el hombro y miraba con la misma expresión de desprecio que él. A Harry ya no le hacía gracia, estaban armando una escena en un local lleno de gente

—Lucius —dijo el señor Weasley, saludándolo fríamente

—Mucho trabajo en el Ministerio, me han dicho —comentó el señor Malfoy—. Todas esas redadas... Supongo que al menos te pagarán las horas extras, ¿no? —Se acercó al caldero de la pequeña Weasley y sacó de entre los libros nuevos de Lockhart un ejemplar muy viejo y estropeado de la Guía de transformación para principiantes—. Es evidente que no —rectificó—. Querido amigo, ¿de qué sirve deshonrar el nombre de mago si ni siquiera te pagan bien por ello?

El señor Weasley se puso aún más rojo que sus dos hijos menores

—Tenemos una idea diferente de qué es lo que deshonra el nombre de mago, Malfoy —contestó.

—Es evidente —dijo Malfoy, mirando de reojo a los padres de Hermione, que lo miraban con aprensión—, por las compañías que frecuentas, Weasley... Creía que ya no podías caer más bajo.

Entonces el caldero de la menor de los Weasley saltó por los aires con un estruendo metálico; el señor Weasley se había lanzado sobre el señor Malfoy, y éste fue a dar de espaldas contra un estante. Docenas de pesados libros de conjuros les cayeron sobre la cabeza. Los Gemelos gritaban: « ¡Dale, papá!», y la señora Weasley exclamaba: « ¡No, Arthur, no!» La multitud retrocedió en desbandada, derribando a su vez otros estantes. Harry sabiamente retrocedió, agarrando a su nueva lechuza y las cosas para el mantenimiento de esta que había estado cuidando Pansy, hasta salir de la tienda y encontrarse cara a cara con el profesor Snape

Distintas Caras de la Misma Moneda[Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora