Ms. Thompson; lawyer [Clexa AU]

Epílogo

Desde aquel día en el que Luna consiguió ser completamente libre, habían pasado seis meses. Poco después de que ella diese a luz, la contrataron en un trabajo que le permitía cuidar a Lucas todo el tiempo, pues, al parecer, la administración de aquella empresa se podía hacer desde cualquier parte con un ordenador. Por suerte, aquel trabajo era tan flexible que no tenía por qué desatender a su hijo, hecho que, al parecer, le daba un poco de ansiedad por ser madre primeriza. Sin embargo, de vez en cuando, Clarke y yo nos quedábamos con él mientras ella hacía más vida social con nuestras amigas de toda la vida.

Por otro lado, aquellos meses habían sido de locos, pues, al mismo tiempo, Clarke había pasado a ser mi novia y, a la vez, trabajábamos juntas. Aprendí poco a poco a ser jefa, lo cual no era nada difícil para mí, y novia, cosa que me costó más asumir, pues Clarke era la primera a la que tenía que cuidar de esa forma. Sin embargo, descubrí que, por el hecho de ser ella, no era algo en lo que me tuviese que esforzar, simplemente salía de alguna parte de mi ser quererla como lo hacía. Ella había despertado una parte en mí que no llegué a conocer ni siquiera cuando estaba completamente obsesionada con Luna, era tan diferente cada vez que pensaba en ella...

Durante ese tiempo, llegué a conocerla en otros ámbitos fuera de la cama pues, como una vez le pedí, empezamos a tener citas, cada cual más romántica que la anterior. Pronto, descubrí que lo que sentía por Clarke no era solo cariño y, una noche paseando alrededor del lago más grande de la ciudad, agarradas de la mano, le confesé todo lo que me hacía sentir. Algunas partes se las relataba en español, otras en inglés, pero, sobre todo, lo que más predominaba eran las largas pausas para respirar y continuar caminando. Ella, por otro lado, no supo qué contestarme y, a la luz de la luna, me besó haciéndome entender lo que no se atrevía a decirme y, acto seguido, me propuso que fuésemos novias. Por supuesto, acepté sin pensarlo dos veces. Cuando volví a casa completamente sonrojada, Luna supo lo que había pasado y me felicitó por ello, ya que ella sabía lo que me rondaba por la cabeza sin siquiera preguntarme.

Luna, por su parte, había estado ahorrando durante bastante tiempo con su nuevo trabajo para poder volver a ser independiente y, ahora que lo había conseguido, estaba preparándose para dejar mi casa. Me entristecía un tanto ver cómo metía sus cosas y las de Lucas en cajas, pero, por otro lado, me alegraba mucho que hubiese sabido rehacer su vida y que se hubiese superpuesto a las dificultades. Cuando Clarke llegó, nos dedicamos las tres a meter las cosas en una furgoneta de mudanzas que Luna alquiló, viendo así, poco a poco, cómo mi casa comenzaba a quedarse medio vacía. Simplemente, me había habituado a vivir con los dos, incluso cuidar de Lucas como su otra madre (cosa que antes había deseado, pero de otra forma) y, probablemente, me costaría volver a vivir sola. En ese momento, me pareció increíble lo fácil que era acostumbrarse a algo.

- ¿Está todo? – preguntó Clarke revisando cada caja-.

-Creo que sí. Los peluches de Lucas, su ropa, la mía, la cuna... no creo que me falte nada.

-Hay una cosa más... - dije, Clarke sonrió porque era algo que había decidido con ella-. Un último regalo antes de que te vayas – saqué las llaves de un coche, Luna las miró, sorprendida-.

-Lexa, yo no... No puedo... ¿Por qué? – dijo sin poder apenas articular-.

-Sabes que odio ese trasto que te dejó John en la separación de bienes. No es seguro ni para ti, ni para mi sobrino. Y esto no me supone una gran cantidad de dinero, acéptalo, por favor.

-Pero Lexa, aun así... Esto es demasiado.

-Tiene todo equipado y listo para llevar un bebé. Recordé lo mucho que le gusta a Lucas esos dibujos del niño con la ropa azul, aunque no los entienda, y tiene la sillita con estampados de él. El maletero está preparado para el carro y la compra, nos aseguramos de que fuese grande. Ah, y lo mejor: ¡Le pusimos la pegatina de "bebé a bordo"!