Esto no está pasando. Tiene que ser un sueño, ¿verdad? ¿Él, una fiera enjaulada que me obliga a estar aquí, con los ojos vendados, no me dijo eso que lo escuché decirme hasta hace apenas unos minutos y después él no está besándome? ¿Él no está dándome mi primer beso, el que yo con tantas ganas pedía fuera especial y digno de las telenovelas? Pero sí, es real y lo puedo sentir en todas partes de mí, su cercanía, su aliento fresco y su respiración agitada. El corazón me late tan fuerte que tengo miedo de sentirlo reventar dentro de mí, y la cabeza me da vueltas.
¿Qué debo de decir?
Debo decir que la sensación de sus labios sobre los míos es agradable, pero de lo único que soy consiente es del miedo que se apodera de mí y que sintiéndome helada, empiezo a temblar.
Ya un hombre, aquel gordo desagradable dueño del restaurante de comida rápida donde trabajé por primera vez, intentó aprovecharse de mí hace poco. La diferencia es que aquella vez pude actuar y sacármelo de encima con una buena patada en sus partes nobles que lo hizo maldecirme —incluso me llamó puta— mientras se agarraba ahí. Sin embargo, ahora no puedo hacer otra cosa que ponerme a temblar entretanto, no muevo ni un solo músculo.
No puedo devolver un beso que me ha agarrado por sorpresa, que yo no estaba pidiendo ni esperaba venir. No sé si es él capaz de hacerme daño o no, pero lo cierto es que no conozco a este hombre, no sé quién es y eso...
Maximiliano parece darse cuenta de mi situación; de que no respondo a su beso y que solo estoy temblando como las hojas de un árbol ante una fuerte tormenta y se aleja, separando sus labios de los míos y escucho el sonido de su agitada respiración. Yo, aunque quisiera solo darme la vuelta y salir huyendo de esta habitación no soy capaz de moverme, no soy capaz de realizar ningún moviendo. Ni siquiera sé bien cómo le estoy haciendo para respirar con normalidad ante el instante de pánico que sentí. Todo mi delgado cuerpo tiembla mientras el ritmo agitado de mi corazón está lastimándome de un modo doloroso.
—Oh, mierda. Nathalie, estás temblando... Dios... yo... solo fui un imbécil que se dejó llevar por sus emociones, quería, con todas las fuerzas de mí alma besarte, pero debí controlarme y no hacerlo. —Su voz suena atormentada mientras habla y para el momento en que me toca las mejillas rodeándome cada una con sus grandes manos siento un cosquilleo en toda la piel—. Discúlpame, muñeca, te juro que mi intención no era faltarte al respecto y menos hacerte daño, simplemente... me ganó el deseo.
—Yo... estoy —balbuceo, rodeándome con mis manos—. Yo solo... ¿me puedo ir?
Es lo que quiero, irme. Me encuentro muy aturdida y nerviosa.
—Si es lo que quieres, dejaré que te vayas, no te voy a retener pero antes, escúchame.
Me siento ser guiada por él hacia un lugar sin saber cómo es que logro dar algún paso, pues siento demasiado débiles mis piernas. Mi trasero toca la suavidad de un sillón y él se acomoda a mi lado.
—Solo lo lamento de nuevo, Nathalie, por favor, no temas de mí haciéndote daño porque eso no va suceder. No soy ningún... abusador, te lo dije antes.
El que se escuche sincero en sus palabras hace que me relaje, solo un poco mientras con mis manos sobre mi regazo juego con mis dedos, eso antes de que él tome una de ellas —algo fría—, y la lleve a sus labios. Abre mi palma y el beso en la palma logra que sienta cosquillas en todo el cuerpo, por impulso intento alejar mi mano, pero en un agarre firme Maximiliano no me lo permite.
No soy capaz de emitir ninguna palabra y él continua.
—Te pedí venir porque, aunque intenté frenarla, moría de ganas de verte otra vez —me dice, y puedo sentir su calor, pues está demasiado cerca de mí—. No tengo ni puta idea de lo que me hiciste, pero todo cambió para mí desde aquella noche que entraste aquí y de algún modo atrapaste una parte de mí. Quedé completamente deslumbrado por tu belleza, eres realmente hermosa.
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Siénteme ( COMPLETA)
RomanceElla, era la luz, él, oscuridad. Solo me habían puesto una sola regla: no debes entrar ahí. ¿La cumplí? Decir que sí, claramente sería mentir, así que no, no cumplí aquella regla y entre alli, donde lo único que pude percibir de aquel hombre sumido...