Capítulo 7

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Es el día siguiente de la noche que pase con Maximiliano en su cuarto, entre sus brazos, entre sus sábanas y en su cama, ambos envueltos en este amor que nos consume a cada uno y que ninguno consigue parar, pero, ¡alto ahí! no pasó nada más allá de unos besos, charlas y caricias inocentes de dos amantes de una noche. Ahora no me queda ninguna duda de que estoy completa, estúpida y absolutamente enamorada de Maxi porque a su lado me siento la chica más feliz y amada del mundo, es como si lo hubiese conocido en otra vida, se siente como mi otra mitad y como mi hogar lleno de seguridad, paz y amor. Estuvimos hablando, besando y charlando durante muchas horas hasta que el sueño nos venció y nos quedamos dormidos, pero no fui capaz de contarle sobre la propuesta de Keane. No me atreví a dañar nuestro momento con una noticia que podría ser muy desagradable para él.

—Basta Dorian, no quiero. Que no te digo, bájate, bájate por favor.

Al acercarme a la habitación de la señorita, Leticia, pues encargó para ella y el chico con el que estaba unos jugos y unas galletitas dulces para poder estudiar, la puerta está abierta y puedo ver cómo ese muchacho está encima de ella, metido entre sus piernas entretanto la Campbell intenta quitárselo de encima y el jovencito no parece querer colaborar. Sé que no quiere lo que sea que él quiera por la incomodidad en su cara roja y por como lo empuja.

—Leticia, solo déjate llevar. Prometo que va a gustarte. Ya he esperado mucho por este momento y quiero hacerte mía —continúa él, besándola en el cuello y me veo en ella por un instante, cuando aquel hombre del restaurante de comida rápida en el que trabajaba antes de llegar aquí intentó tomarme a la fuerza. Para ninguna mujer eso debe ser dulce.

—No Dorian, vinimos a hacer un trabajo de geografía, no esto. ¿Solo puedes calmarte un poco y concentrarnos en lo importante que es nuestra tarea?

—No me importa la tarea, tú sí...

—La señorita dice que no quiere, jovencito y cuando una mujer dice no es no, de lo contrario sería un acto de violación —me atrevo a meterme, ya que el muchacho parece muy decidido a conseguir lo que quiere aun en contra de los deseos de la otra implicada. ¿Es idiota o qué?

— ¿Tú quién diablos eres? —gruñe el jovencito, algo huesudo antes de volver la cabeza y contemplarme con unos ojos muy azules, me mira con cara de asco y agrega—:: Ah, una mugre sirvienta. Todas son iguales, unas mierdas entrometidas. No te metas en lo que no te llaman, deja lo que se te pidió y después lárgate.

No me molesta su forma despectiva de referirse a mí, al parecer no todas las personas ricas son como los Campbell que a pesar de ser asquerosamente ricos son dulces, sencillos y agradables.

—Soy una sirvienta, pero ¿sabe? lo soy a mucha honra porque estoy trabajando para pagar lo que me llevo a la boca y eso no es ningún delito. Ahora lo que sí es un delito es que intente forzar a una chica a estar con usted sin que sea su deseo, se llama violación y a menos que quiera ir a la cárcel, deténgase ya mismo. Compórtese como un hombrecito y respete a su novia.

—Leticia, ¿dejarás que está sirvienta me trate de esta forma? —pregunta a su novia, y está asintió sin pararse siquiera a pensarlo.

—Creo que lo mejor es que lo cortemos aquí, Dorian —dice ella, decidida antes de encontrar la fuerza para empujarlo y quitárselo de encima para después saltar de la cama—. No quiero un hombre a mi lado que no sabe respetarme como mujer, por favor vete. Yo haré el trabajo de geografía sola, pero seré buena incluso cuando no lo mereces y pondré tu nombre de igual modo para que no pierdas los puntos.

Muy bien por la señorita. No se debe tener un hombre a tu lado que no sepa respetarte y es más que obvio que ese muchachito no lo hace por mucho que sea de familia rica, quien sabe que enseñanzas tendrá en su casa que cree que puede tomar una mujer en contra de su voluntad. Maximiliano por ejemplo es tan respetuoso y lo adoro por ser así. Sé que me desea, lo siento cuando nos besamos, la ansiedad con la que me toca y lo mucho que le cuesta contenerse que huelo hasta en su dificultosa respiración al no poder verle los ojos, pero él respeta mis límites y deja que sea yo que elija el momento en que quiero entregarme a él. Yo también lo deseo, muchísimo, siento mi cuerpo estremecerse cada vez que lo tengo cerca y a partes de mi cuerpo reaccionar que nunca habían dado señales de vida hasta que lo conocí a él, pero hay algo que quiero más que nada en este mundo, y es por mucho que lo desee, no entregarme a él si antes no me revela sus secretos y pueda verlo a los ojos en ese instante de piel contra piel.

Siénteme ( COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora