Capítulo: 2

5.6K 609 67
                                    

La puerta de mi habitación es abierta sin tocar, me hallaba sobre mi cama rezando todavía y veo que quien entra de esa forma es la señora Dorothea. Me pongo de pie rápidamente recogiéndome las lágrimas de los ojos con el dorso de la mano, puesto que no puedo dejar de llorar. Con el corazón agitado y la frialdad e indiferencia en su rostro me convenzo de que es mi fin y tal como mi parte pesimista había creído me he quedado sin trabajo el primer día, y de paso con una alta posibilidad de que me quiten a Mila por no poder darle una vida digna.

—Ya basta, niña. Deja el drama —dice, haciendo una pequeña pausa y relaja su semblante—. No te iras a la calle, a pesar de lo que hiciste no se te va a despedir y continuarás trabajo acá, en la mansión Campbell.

Mi corazón recibe un soplo de aire fresco.

—No me va a despedir, lo jura —pregunto, está vez llorando de felicidad y sin poder creer que mis plegarias han sido escuchadas.

—Te lo mereces por atrevida y desobediente, pero no, tienes una segunda oportunidad y espero para la próxima sepas seguir las reglas.

—Gracias —estoy abrazándola muy fuerte e incluso besk sus mejillas arrugadas muchas veces—. Muchísimas gracias, de verdad no sabe lo mucho que se lo agradezco.

Dorothea me aparta de ella.

—Ya niña, que llenas de babas —me hace reír, yo sé que ella finge ser mala pero no lo es del todo—. Te repito que se te está dando una segunda oportunidad muy a pesar de no merecerla, porque carajos, te puse una sola regla y tuviste que romperla y en menos de veinticuatro hora.

—Ya le dije que fue sin querer —me defiendo.

—Por lo que fuera lo hiciste y espero no se vuelva a repetir, Nathalie o te juro que no volveré a rogar por ti, que no sé ni por qué lo hice.

¿Ella rogó por mí? Es que ya lo he dicho, parece dura y mala pero en realidad no lo es.

—Porque yo creo que es buena aunque quiera hacer creer que no, puedo jurar que su corazón es más blando que el de un aguacate. —Me mira mal y no puedo más que soltar una risita—. Puede confiar en mí esta vez, le juro que no volveré a incumplir ninguna otra regla. Seré la mejor empleada que haya habido nunca en esta casa, después de usted, claro.

Antes de irse Dorothea me dice:

—No soy de dar segundas oportunidades Nathalie, has tenido mucha suerte. Aprovéchala porque te juro que no habrá una tercera si cometes otro error imperdonable como el de esta noche.

Y después se gira, dándose la vuelta sale de mi habitación cerrando la puerta tras su salida.

Me quedo, me quedo.

—Gracias Dios, muchísimas gracias por escucharme —agradezco sintiéndome liberada de la presión que por varios minutos había sentido en el pecho.

Me dejo caer sobre mi cama, los brazos abiertos y soltando un suspiro. No puedo creer lo que me ha sucedido; conocí un hombre que me había puesto a temblar de... ¿miedo? No lo sé, pero lo único que sé es que no me quiero volver a parar por allí nunca más. Tuve suerte de que la señora Dorothea me diera una oportunidad después de que en menos de veinticuatro horas rompí la única regla que me había puesto, pero de Mila no habérseme perdido eso no habría ocurrido.

— ¿Nathalie? —Escucho a mi hermana llamarme y me enderezo en la cama, mirando hacia la puerta de nuestro baño, ella agrega: —Necesito toalla, no hay aquí.

—Ya te la llevo nena.

Me levanto de la cama, consigo la toalla y entro al baño con Mila. Yo también necesito con urgencia esa ducha, quizás me ayude a quitarme la sensación de miedo que aún me recorre la piel.

Siénteme ( COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora