¿Será que las personas como yo nunca podemos decir que estamos enteramente bien? ¿Es acaso solo un punto medio? Estaba... bueno, decir bien seria exagerar, pero al menos estaba tranquila, tengo un trabajo, y estoy con mi hermana Mila en una casa donde tenemos asegurado una cama donde dormir todos los días; ya no hay hambre, ni frío ni miedo a la calle, por ahora y mientras yo siga haciendo bien mi trabajo. Y mi chiquitita, ella está contenta, cada día es más unida al más pequeño de los hermanos Campbell y finalmente pude comprar sus cosas; con el adelanto de sueldo que recibí, para que pudiera ingresar a la escuela, ya que estuvo perdiendo clases porque yo no pude comprar sus útiles en un principio.
Entonces...
Aparece él, o más bien reaparece y tengo un encuentro demasiado desagradable con él para no solo sentirme mal, más bien estoy aterrada.
Se preguntaran de cual él estoy hablando, ¿verdad? Hablo de Keane Taylor, el donador de esperma, no el mío, sino el de Mila, el cobarde de mierda que huyó tan pronto supo que mi madre estaba esperando una hija suya, y ahora vuelve, después de casi nueve años, fingiendo que le importa una hija que ni siquiera quiso conocer en un principio.
Mierda.
Estoy tan furiosa ahora y por lo regular soy una chica pacífica, no me enojo tan fácil ni me gustan los problemas, pero para nada, pero ese hombre, él simplemente quiere algo que yo no estoy dispuesta a cederle, quiere a mi niña. A mi Mila.
No puedo creer que sea él ni cómo nos encontró en la mansión Campbell cuando se presentó hace apenas unas horas atrás queriendo tener una charla conmigo.
—Hola, Nathalie, qué bueno verte. Vaya, que ha pasado mucho tiempo, te recuerdo siendo solo una niña, pero ahora eres...
— ¿Qué haces aquí, Keane? —le interrumpo, completamente confusa ante su presencia y presagiando que no es buena. Lo supe rápidamente.
—Iré al grano, Nathalie. Estoy aquí por mi hija, estoy aquí por, Mila —lo que le sigue a sus palabras hace que me duela mucho más el corazón—. Soy su padre y falta de que su madre no está, lo cual es lamentable la muerte de Tara y como murió, ella debe estar a mi lado.
Enfurezco ante sus palabras, encarándolo. Él muy alto, de más de cuarenta años; cuarenta y cinco para ser exactos. De cabello castaño y vestido de traje y corbata, lo cual me sorprende bastante tratándose de él. No lo recuerdo vistiéndose tan formal, como si fuera un empresario rico y poderoso.
—Su padre ¿dices, Keane? — grito contra ese hombre, que viene tan fresco a querer alejarme de los más grande e importante que tengo en la vida como lo es mi hermana—.Te recuerdo que te largaste en cuanto supiste que mi madre estaba esperando a Mila, ahora te apareces fingiendo que te importa, ¿ah? ¡Te tengo una mala noticia, Taylor! Mi hermana no irá a ningún lugar contigo, sobre mi cadáver vas a llevártela, así que te recomiendo saques esa mierda de tu cabeza y te vaya por dónde has venido.
A pesar de que yo estoy alterada por la situación, Keane se muestra tranquilo todo el tiempo. Ajusta la chaqueta de su traje a su cuerpo y dándome una mirada de superioridad me dijo:
—Nathalie, no hagas las cosas difíciles. Mi intención no es pelear contigo, solo quiero llevarme a mi hija conmigo y tú te quitaras un peso de encima.
Una risa histérica se me había escapado de los labios.
—Estas muy equivocado, Mila no es ni será un peso para mí nunca —le aclaro, porque en verdad que no lo es—. Es mi hermana y la amo con todas las fuerzas de mi corazón.
—Y porque la amas deberías entender que lo mejor que le puede suceder a Mila es irse conmigo. ¿Qué tienes para ofrecerle, Nathalie? —me pregunta, y no pude responderle porque el prosigue—: Nada realmente y lo sabes. Trabajas en esta casa como sirvienta y a duras penas puedes darle un plato de comida, y ropa de segunda mano. Yo tengo todo para darle, soy un hombre rico ahora, el dinero me sobra y Mila tendrá la mejor vida a mi lado, irá a los mejores colegios y en un futuro tendrá asegurada la mejor universidad.
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Siénteme ( COMPLETA)
RomantizmElla, era la luz, él, oscuridad. Solo me habían puesto una sola regla: no debes entrar ahí. ¿La cumplí? Decir que sí, claramente sería mentir, así que no, no cumplí aquella regla y entre alli, donde lo único que pude percibir de aquel hombre sumido...