Capítulo: 1

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Mi primer día de trabajo ha terminado y solo puedo decir una sola cosa: estoy agotada.

Creo que ya había dicho que no estoy acostumbrada a trabajar tanto, que mi madre trabajó hasta el último día de su vida y que solo después de su muerte me vi en la obligación de trabajar para así, poder tener con que mantenernos a Mila y a mí. Mas, en mi antiguo trabajo si apenas trabajaba la mitad de las horas que en este lugar, aunque mi actual sueldo es tres veces más que el que ganaba con ese cerdo asqueroso que quiso aprovecharse de mí.

Desgraciado abusador.

Mis pies duelen después de un día de acá para allá, y en mi mano derecha, justo el dedo anular, tengo una cura después de haberme cortado en la cocina al tratar de cortar demasiado rápido unas verduras. No es lo mismo hacerlo para ti que para un grupo de personas, aunque no son tantos como yo creí teniendo en cuenta la grandeza de esta casa, bien podrían vivir más de veinte personas y es todo lo contrario.

La familia Campbell está conformada por tan solo tres miembros: el primero de ellos es Leonardo Campbell, el hermano mayor y quién supe no está en casa la mayor parte del tiempo, pues se hace cargo de los negocios de la familia y por ello viaja demasiado. No está casado aún, pero está comprometido con una señorita muy fina de la alta sociedad y pronto será la boda. Luego le sigue Leticia Campbell la hermana del medio de tan solo diecisiete años, no solo es muy hermosa, también me enteré que estudia ballet y que sueña con convertirse en una talentosa y exitosa bailarina. Parece ser que es una pasión que heredó de su madre. Por último le sigue el más chiquito de la casa, Otto Campbell, con tan solo ocho años.

Padres no hay.

Los hermanos Campbell, al igual que Mila y yo, son huérfanos. Según me enteré estos fallecieron en un accidente cuando el menor de ellos, Otto, tenía tres años de edad. Apenas si los recuerda la pobre creatura. Eso poco que se me lo contó Mildred otra chica de servicio al igual que yo y que tiene ya tres años sirviendo en esta casa. Es muy simpática, aunque sí algo parlanchina. Ella a diferencia de mí, no duerme en la mansión Campbell, vive cerca por lo que puede ir y venir con facilidad todos los días, y tiene una casa, lo que yo no tengo. Además de que me contó que está casada y tiene un hijo de cinco años.

Entro en mi habitación, como había dicho antes, agotada y necesitando urgentemente un relajante baño para relajar mis músculos. Sé que es solo cuestión de tiempo para que me acostumbre a la rutina, además de que no tengo de otra que aguantar como las valientes por el bien de Mila y el mío.

Y hablando de mi pequeña hermanita hace un rato largo que no la veo. Creí que la encontraría en la recámara pero no ha sido así. Busco en el baño para ver si está ahí, no la encuentro y empiezo a preguntarme dónde está esa niña.

Habían pasado veinticinco minutos exactos cuando me enderezo en la cama; después de haber estado descansando sobre ella de espaldas, preguntándome donde se encuentra Mila que no vuelve. Sé que está en casa y que no pudo haber salido, Mila no haría eso.

Como loca, pasados diez minutos más, cansada y cuando solo quería darme un baño y descansar estoy buscándola por cada esquina de la mansión. Salgo al jardín consciente de que Mila ama las flores y puede estar ahí admirando las rosas no importa la hora. Recojo el lugar con el corazón desbocado y nada. Mi preocupación va en aumento.

¿Dónde rayos se metió esta niña? Solo espero que su desaparición no traiga problemas para mí. Este trabajo es el cielo para las dos, tendremos techo, comida y una cama calentita para dormir, aunque para ello yo tenga que matarme como una burra trabajando, pero todo sea por su bienestar y el mío también. Ambas necesitamos tanto y tenemos tan poco.

Estuve buscando a Mila por todas partes de la casa, ni siquiera me paro a preguntarme a que habitación entro hasta que he entrado a la de la señorita Leticia, quien está sobre su cama cómodamente mientras lee una revista de modas, acción que yo interrumpo. La chica de piel blanca y cabello miel, pone sus ojos verdes como dos piedras de esmeraldas en mí desde su cama, frunciendo sus cejas en confusión. Apenada le pido disculpas por la intromisión, ella asiente aceptándolas como la buena chica que pude comprobar es en pocas horas, y acto seguido le pregunto si de casualidad no ha visto a mi hermana, le digo que se me había perdido y no puedo encontrarla por ninguna parte. La chica me responde con un movimiento de cabeza que no.

Siénteme ( COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora