(C) Capítulo 6. Susurro del ocaso

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Edelina despertó con violencia mirando a todos lados de manera descomunal, miro sus muñecas, piernas, brazos y todo estaba en su lugar; la ventana estaba cerrada y el alrededor estaba luminoso mostrándole abiertamente cada rincón del lugar.
Sin embargo esa sensación seguía allí, y en ese momento en que sus ojos se oscurecieron con la imagen de una sombra, su madre entró corriendo hasta ella.

- ¿Estas bien amor? ¿Qué pasó? ¿Por qué gritas? – su rostro estaba rojo, bañado en una humedad que salía de sus ojos y la mirada con necesidad retorciéndose en sus pensamientos. Y aun así Edelina seguía confundida por su reacción, ignorando todo, mirándola como a una loca.
- ¿Qué?- dijo con tranquilidad, y entonces su madre tomo su rostro como midiendo que tan despierta estaba, no podría preguntarle si estaba enferma o algo similar, pero aquello era una reacción terrorífica, su piel no se sentía caliente, pero no sufría de alguna reacción alérgica o incluso psicológica. Edelina toco su garganta que se sentía seca, amonestada, adormecida y continuó hablando. – ¿Me darías un vaso de agua?

Guardó silencio unos momentos procesando lo que había escuchado y al obtener la conexión se levantó directamente y salió de allí, zombie, zombie esquelético. Pero entonces cuando volvió y Edelina tuvo que tomar el vaso se limitó a congelarse, la sangre se le subió hasta la mirada pues a sus ojos la piel de su palma había sido cortada, pero mas allá de aquel hecho, parecía cicatrizar con tanta velocidad como para simular ya una costra. Cerro el puño enfocándose en la sensación que esto le provocaba. Su mente se escapaba de su dimensión, junto con la de sus alrededores, nadie reaccionaba a todo lo ella vivía, era casi invisible.

- Cielo… cielo- le llamó su madre, y cuando esta le miró vio como le entregaba el vaso que pensaba haber tomado antes.
- Gracias- susurró.
La chica vestida de blanco se acercó con lentitud hasta ella, dejando una bandeja con comida para almorzar finalmente después de tantas horas.
- Si necesitas algo más llama.- dijo con una sonrisa y caminó hacia la puerta donde en plena salida, el sonido rodante del metal rebotó en el suelo, mandando ondas de sonido a todas partes y llamando la atención principalmente de la chica.

Edelina se tiro al suelo con repulsión, tosiendo y gimiendo entre el corte de aire a su sistema, hasta que como si se tratara de un alivio, expulso por su boca todo aquello que había comido e incluso lo que no, el suelo se mancho de un desagradable color amarillo que olía como lo que era: comida podrida, en el estado en que se encontraría fuera del estómago de ella, como si su panza se tratara de un contenedor sin limpiar y aterrada la chica ayudo a levantarle llamando directamente a limpieza para proporcionarle un cambio de ropa, sabanas y limpiar tales fétidas masas.
- ¿Mamá?- Dijo en voz alta pero la única persona que se dirigió a verle fue la enfermera, pues no había nadie más en esa habitación.
La manecilla del reloj no se tomaba el tiempo de esperar a que aquello parara, simplemente dejaba que anocheciera día tras día, que Edelina se volviera loca con sus pensamientos y que incluso creyera que era una ilusión todo aquello que veía.

En la orilla de la ventana la lluvia incandescente caía sin estribos por todas partes, mojando y enfriando todo aquello que estaba a su alcance, la habitación tomaba un cierto grado de temperatura que cada vez bajaba más, hecho que a pesar de todo Edelina ignoró sin pena mirando aquello con profundidad en busca de algo, algo que se escurría entre las gotas de agua, había alguien allí pero ella por si misma no podría afirmar.

Su indicio la llevó a asomarse pero no había nada allí afuera, solo el terror por sus sueños o al menos eso se repetía una, tras otra, tras otra vez. Su piyama dibujada en colores pastel se oscurecía en cuanto tenía contacto con la humedad que provenía de afuera, le empapaba el rostro, las manos y los pies pero un pensamiento fijo en un objetivo no deja que nada intervenga, y a lo que ella respecta nada de aquello era insoportable.

Añeja fantasía: Evocación Del OrbeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora