Capítulo 24. Cuentos de hadas

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Edelina se encontraba sola sentada en la orilla del muelle, con los pies colgando y perturbando la orilla del agua. Mirando el horizonte lejano, y solo pensando en la extraña situación que seguía pasando cada día allí, atrapada.

- ¿Tú ya habías soñado con este lugar o no? - dijo Roland dirigiéndose fuera de lugar a Edelina, pues él no había estado allí antes.

Ella lo miro, pues como era de esperarse, ella no sabía si estaba dirigiéndose a otra persona.

- Ya te lo he contado...- respondió desganada
- Nunca terminaste de contarme que había pasado con aquel hombre
- ¿Hombre?
Roland guardo silencio y espero una nueva oportunidad de seguir la conversación pero Edelina no le permitió escapar.
- En realidad... no recuerdo haber podido contar nada, ni mucho menos mencionar al mounstro convertido en hombre
- Mierda.-Dijo tallandose la cara con frustración mientras acomodaba sus ideas.
- ¿Desde cuando me vigilas?- Preguntó ella con una tranquilidad tenebrosa.
-....
- ¿Acaso no me has escuchado? Me estoy cansando de esto, me estoy cansando de ti y de tus estúpidos cuentos.- Temblaba, ella temblaba de todo el cuerpo desmesuradamente pero lo ocultaba en su enojo, quería llorar, y sus ojos rojos lo demostraban, pero su actitud la hacia ver como una loca como una drogadicta a la que se le estaba pasando el efecto del paraiso. Y entonces sin pensarlo golpeó a Roland con todas las fuerzas que pudo agarrar, lo golpeó en el rostro con destreza, con la misma osadía de una chica al descubrir a su novio engañandola, con la misma destreza de la frustración de un fracaso, con el mismo dolor de una madre al perder a un hijo.

Roland soltó un quejido, pero en realidad no reclamo en lo absoluto sólo sostuvo su rostro y soltó la lágrima atorada en su ojo sobre su mejilla rojiza, agachó su mirada hasta el agua y se miro a si mismo con trizteza. Incluso con vergüenza.

- Te he observado desde que naciste, desde que supe que ibas a existir, te vi crecer, llorar, reirte, te vi cuando te rompiste la pierna en el columpio, te vi cuando lloraste porque el ratón de tu habitación lo mató tu padre, te vi enojarte con tu madre por separarse de él, te vi huir de tu vida desde el día que apareció esa bruja, te vi como te sometías al alcohol para disfrazar tu dolor, y ahora te veo y siento que sigues igual de perdida como siempre te has sentido, esperas que te salven, que alguien más sufra lo que tu no quieres, olvidas que tu vida es una responsabilidad y al igual que muchos otros te veo morir poco a poco.

Edelina lo golpeó nuevamente con aún más coraje que la ultima vez y no pudo evitar lloriquear pero a pesar de eso Roland no se detuvo.

- De hecho, Edelina... te he seguido desde una sombra de siglos, vi a tu madre, a tu abuela, a su madre y así por generaciones y generaciones. He sido una marioneta por siglos, esperando cumplir mi único cometido pero me has Jodido, ¡Me has Jodido todo!
- ¿Qué te he hecho yo a ti?
- Existir
El vuelo de la mano de Edelina advirtió a Roland del error que había cometido, pero antes de que está tocará fondo. Él la miró y aunque ella no se detuvo por eso, la magia de él si.

*

La tarde pasó, y cuando las bocinas se prendieron el cuerpo congelado de Edelina volvió a fluir como agua en una cañería vieja, se había quedado parapléjica en su lugar, lamentándose sólo repitiéndose las palabras crueles de Roland las cuales en realidad seguían sin tener sentido en su cabeza.

Todos los estudiantes del establecimiento siguieron a Jenell quien después del súbito aviso había reunido a todos en sus campos y llevado al lugar mas hermoso que había allí.
El gran huerto.
Se introdujeron en el gran laberinto de pasillos por el que siempre caminaban pero de manera iconica una puerta apareció en medio de la nada, en medio de esos pasillos donde chocaban una fría pared. Y entonces allí estaba, la galaxia entera en un solo lugar.

La habitación era enorme, impresionantemente grande para el espacio que asemejaba, y todo, completamente todo estaba lleno de plantas de todos los colores y tamaños, con un techo y como tal una iluminación llena de luciérnagas que brillaban con estrellas, todo brillaba, todo ilunama los ojos de los nuevos integrantes del lugar. Todos excepto los de Edelina...
Pero ésto no se debía a un capricho o al dolor que había pasada hace ya rato. Si no que... Al mirar con atención los semejantes brillos en el aire, había aquellas que volaban como estrellas fugaces y que ella había notado frente a todo. Eran mariposas, mariposas doradas que bailaban y se movían casi al compás de una canción, de una melodía de Chopin.

Eso la colapsó hasta el punto en que comenzaba a convulsionarse por los suelos, para que mientras todos se preocupaban por lo que estaba pasando ella se llenaba de imágenes y recuerdos en su cabeza como un virus que la invadía por completo. Esas hadas estaban ahí, todo estaba ahí y por primera vez temió por su vida porque sabía que Roland estaba a su lado y no tenía idea de porque no podía creer que él era el malo, porque ella no podía sentirse grata consigo misma.
En el momento que las palabras de Roland tomaron sentido para ella, ambos se conectaron en un particular espacio paralelo donde solo se miraban, donde sólo estaban ellos y nada más.

Todo había comenzado.

*

Todos estaban en la cafetería cuando Edelina entró y se dirigió directamente hacia una mesa donde no debería querer estar. Pero con valentía se acercó y exclamó sin pensarlo dos veces las siguientes palabras.
- ¿Qué pasa si muero?- dijo ella estableciendo una conversación sólo entre Roland y si misma. Knut y Edwin se adelantaron dejándolos solos, casi diciéndole a Roland "es tu problema".

Él se tallo la cara y dirigió una de sus manos a su mejilla, aquella que había sido golpeada por Edelina. Un movimiento que apenada notó inmediatamente y que igualmente acepto como un error.

- Lo siento Roland... -dijo mirando sus manos mientras las entrelazada pensando- siento que estés atado a mi de esa manera, siento mucho que tengas que pasar por todo esto, siento que sea yo tu problema, siento ser así, siento haberte hecho eso pero créeme... nada cambiará si sigues evitandome de esa manera. Y yo nunca podré estar en paz si tú no confías en mi.

Roland se detuvo a verla y rompiendo la barrera que los separaba puso su mano sobre las suyas y se acerco a ella recargando su frente sobre su oreja.

- Siempre he confiado en tí

Ambos se levantaron de la mesa y caminaron a la salida.

- ¿No responderás mi pregunta?- dijo ella
- Sabes lo bueno que habria sido si fueras como... como tus antepasadas?
- No veo que lo sientas mucho
- Eres testaruda, pero eso no es malo.
- ¿Y entonces?
- Entonces creo que deberías aprender a usar tus poderes
- ¿Quieres crear más dudas sobre emi cabeza y que explote?- dijo sonriendo- primero lo primero, ¿Estoy viva o no?
- Si
- ¿Puedo morir?
- Si
- ¿Qué sería de mi si muero aquí?
- En teoría... tu cuerpo sigue intacto si asi se le puede llamar, pero si mueres aquí estará siendo arrebatada tu alma de tu lugar original y el recuerdo de ella por supuesto, continuando la desendencia de las almas perdidas y por tanto dejando a tu cuerpo sin vida, sin alma, siendo un problema más por resolver en este conflictuoso pasaje de vidas humanas.
- No creo que eso sea una gran motivación
- No veo que otra cosa podria motivarte más que eso.

Nota de la autora:
Pareciera que fuera aproposito el publicar cada mes, pero en realidad... mi vida se a vuelto un desastre :"v.

Pd. Hemos llegado a 1k!!!!!!
Gracias ❤❤❤❤
Atte: PandaWilde

Añeja fantasía: Evocación Del OrbeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora