(C) Capítulo 10. Tórrida compañía.

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Edelina bajó de su habitación hasta la cocina donde se vio frente a su madre, donde sin espera corrió hasta sus brazos y la abrazó fuerte, por un momento la reacción de Krista fue ajena a la de su hija, pero luego de unos instantes la abrazó igualmente. La sensación que Edelina podía sentir, era sumamente poderosa y potente, se sentía completa al estar con su madre, no necesitaba nada más que el cariño de esa mujer, sin embargo la paz que le proporcionaba ese energizante abrazo terminó por esfumarse por las palabras de Krista
-Pensé que te quedarías con Nicole, ¿Qué pasó?- Dijo con una tranquilidad insuperable, "¿Qué?" Quiso decir, o gritar mejor dicho, era una pregunta totalmente absurda, y para ella podía tomarse como prohibida.
-¿Nicole?- Respondió Edelina interrogante, pero sin una pizca de gracia en su rostro, dejando así una mirada asesina, que exigía respuestas que ella no le daría ni en un millón de años.
-Si, ¿Qué tal estuvo la fiesta?...
Imposible, era una palabra corta a la realidad que estaba viviendo. La imposibilidad había roto los límites, había quemado las teorías y avances. Habían entrado en el colapso del tiempo mismo.

A lo largo de siglos y siglos de evolución el ser humano se ha ido transformado. El tiempo se veía como un hilo irrompible asi como incontrolable y debido a esto a veces son afectados por los cambios repentinos que ciertos seres hacen al cambiar su futuro, dejando subjetivamente cada imagen que ya había sido creada para la tierra. Es un movimiento continuo de adaptaciones y asi como nuestros antepasados han podido cambiar, también los desendientes han sido afectados.

El cuerpo de Edelina, su cuerpo, al igual que muchos otros entró en un estado de trance debido a la acelerada evolución de tu ADN por las adaptaciones y especialidades que este le daría para poder sobre llevar el mundo al que estaría por entrar. Muchos seres humanos evolucionan mientras este muta ya que han aparecido nuevas hélices en la genética del cuerpo por las adaptaciones al estado natural de la tierra, cuando en realidad lo que afectaba el cuerpo de Edelina no era más que un milagro extraño.

Cosa que la llevaría a un solo punto: cómo sobrevivir.

Su ADN ha cambiado y ha sido debido a la fuerza del espíritu de una diosa muerta. Un llamado para salvar su pasado y continuar con su futuro.
Cada vez que este tipo de sucesos parecían quererla volver loca, Edelina no hacía otra cosa más que debatirse a sí misma que culpa tenía, que había hecho mal.

Salió de su casa y se dirigió al camino que habría tomado esa tarde, todo estaba en su lugar e incluso Roland que había estado allí desde el principio, el cuál luego de unos minutos fingiendo no verlo lo alcanzó con una mirada que exigía respeto. Más su cuerpo habían pedido más que una simple acción, pues en el momento que se vio reaccionando a esa furia las llamas de sus manos se encendieron, igual que las veces anteriores que ella había logrado sentir esa energía, gusanos de llamas recorrieron con rapidez el espacio que separaba a ambos cuerpos y en un salto asustado Roland salió de su escondite huyendo súbitamente del ardiente fuego. Dirección que lo llevó a nada más y nada menos que hasta Edelina.
Chocó con su cuerpo con un leve roce y luego se alejó lo necesario para mirarla completa.

-Estoy soñando, despierta tonta, despierta.

Y así era como una y otra vez despertaba en la misma posición original, en su habitación bajo las sábanas, ni siquiera importaba donde se encontrará, podría estar en el parque, el instituto, con Nicole, en medio de una discusión e incluso nuevamente en el hospital pero regresaba a su casa al mismo día, y la misma hora que la primera vez.

Y asi era como su ciudad, una mentira que parecía tan real, la torturaba cada segundo y donde la única persona original era el joven de la fiesta, su guardián.

Cuando salió de su casa al día siguiente no se ocupó de otra cosa que no fue caminar entre todas las calles que pudo, o que soporto hasta que sentía que los pies le ardían y el estómago le rugía. Cada paso que recorría parecía no ser más que una nueva tortura, pues además del pesar físico habían pasado días en que su cabeza no hacía más que reclamarse con un sonido extraño, un sonido amenzante y horrible, dónde cientos de voces le gritaban en los oídos suplicando, llorando y quejándose de cada hecho que podían acusarle, le pedían ayuda por alguna razón extraña que ella no comprendía y el sonido de las voces aumentaba de volumen e insistencia cada segundo.

Luego como si no fuera suficiente las sombras de sus recuerdos aparecían como imágenes negras, manchas oscuras que tapaban sus alrededores dando vueltas hasta que finalmente la rodeaban por completo, la locura parecía estar a un solo suspiro, al doblón de su cordura para finalmente terminar como todos aquellos que podrían ser nombrados por haberse rendido.

- ¿Edelina?- dijo una voz en un susurro, una mujer.
Más sin embargo aún siendo la persona llamada seguía perdida en su colapso mental. Parada frente a una pared en silencio, mientras que sus recuerdos la consumían en toda posible influencia.
- Jovencita- dijo con voz dulce y amable la mujer que la había visto detenerse allí, como una drogadicta que no encontraba la coherencia en su mundo. Era claro que aquella mujer le reconocía pero en realidad Edelina no era una chica muy vista en las calles, y mucho menos en avenidas a las cinco de la mañana dónde incluso solo se salía a sacar la basura de los restaurantes y departamentos del alrededor.

La mujer se paró a su lado y en un toque delicado abrazo su cuerpo, estaba helada de la piel, y el suéter que debía cubrirla de tan agobiante helada estaba en el suelo, bañado en suciedad y fluidos que transcurrían de quién sabe dónde. Aquella escena era deprimente. Sin embargo no la pensaba mirar ni mucho menos tratar como una invalida, una persona victimizada sabía que ella podía con todo aquello y conseguiría de alguna manera que se diera cuenta.
Con el leve empujón de sus manos la dirigió a por dentro de la panadería de la que había salido, lugar donde no emanaba más que el calor y el delicioso aroma a comida recién horneada. Edelina bajo su trance no hizo más que ceder a lo que aquella joven estaba haciendo. Entró al establecimiento sin cuidado y se sentó al compás del aire en el asiento de la recepción. Dónde rápidamente termino con un chocolate caliente en sus manos y una manta que cubría su espalda hasta las rodillas.

Edelina no podía responder ante aquella amabilidad, como si su cuerpo se negara a obedecerla y simplemente actuará como un robot. La mujer se sentó a su lado y tomó su frente y mejillas sintiendo la temperatura que estás tenían, era alarmante para cualquier persona sentir una piel con un frio y color como tal, quizá en un hospital la habrían tomado por muerta de no ser por sus ojos abiertos y movimientos en las manos.

Ambas terminaron en un mismo asiento y como respaldo de un posible resfriado, lo único que pudo hacer la panadera fue mojar su frente con una toalla caliente, revitalizando la temperatura normal que debía tener.
Ella había estado allí desde el principio y sin embargo Edelina aún no se daba cuenta de cuántas personas trataban de cuidarle, pero Nele, aquella singular mujer la amaba sin darse cuenta que podría destruirla con ese sentimiento.

Destruirla por el amor.

Nota de la autora:
Un_Queso Beiieza :3 había olvidado mostrarte el capítulo, no sé como dedicartelo pero aquí está uwu. ¿Adivinas que personaje te dedico?
*
Chicos espero que les gustará el capítulo. Ya he actualizado dos más, espero que les guste mi historia uwu me encantaría que me dieran su opinión y la dejarán en los comentarios.
Con amor :3
PandaWilde

Añeja fantasía: Evocación Del OrbeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora