CAPÍTULO 8

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 Alba:
No podía evitar querer terminar de comer ya. En verdad no sabía si el deseo de "tomar el postre" se cumpliría o no. No tenía ni puta idea de qué había sido lo de antes. Sólo sabía que hacía mucho tiempo que no estaba tan exageradamente cachonda, siendo claros. La necesitaba cerca de mí.
Natalia no tomaba bocado sin mirarme primero. María soltó alguna coña para romper la tensión del hecho de que nos hubiera pillado a punto de... Los besos de Natalia en mis pechos se me habían quedado grabados en la mente. Los necesitaba.
Terminamos de comer.
-Me voy a duchar - dijo Natalia, levantándose de la mesa -. Luego os ayudo a recoger.
Decidimos recoger mientras tanto. Natalia salió con una toalla enrollada en su cuerpo. Ya la había visto así antes pero ahora necesitaba saber que escondía esa toalla.
-¿Siguiente?
-¿Rubia te quieres duchar tú? - me propuso María.
-¿Puedo? - no me había traído nada de ropa.
-Te dejamos Natalia o yo un tanga, un pantalón y una sudadera y vas que chutas - propuso María, leyéndome la mente.
Entré en el baño, cogí las toallas que María me había informado que podía usar y entre en la ducha. Era una ducha muy moderna. Se notaba que tenía modo de hidromasaje pero yo no sabía ni cómo encenderla. Toque un botón que parecía ser el de encendido y comenzaron a salir chorros de agua horizontales.
-Mierda - empecé a tocar botones hasta que conseguí que me saliera el agua por la alcachofa principal pero esta salía helada-. Joder, Alba, qué manitas eres - me dije a mí misma.
Intenté por última vez que el agua saliera caliente, debido al frío que hacía, pero lo único que conseguí fue que el agua saliera literalmente ardiendo. Grité del dolor.
-Alba - gritó Natalia al otro lado de la puerta.
-Tía que le caigo mal a tu ducha. Me sale el agua ardiendo.
-Tienes que presionar el botón azul y el rojo a la vez. ¿Lo has hecho? - miré a la ducha, confusa. Parecía que estuviéramos discutiendo aquel aparato del demonio y yo. Intenté cumplir las órdenes de Natalia, teniendo cuidado con no abrasarme con el agua que salía de arriba. Olé ahí, los chorros horizontales otra vez.
-¡Joder! - si ya me quemaba con solo el agua de la alcachofa, ahora me estaba cociendo como un huevo en agua hirviendo.
Natalia abrió la puerta. Descojonada. Sí, yo estaba completamente desnuda.
-A ver, tía - me miró de arriba a abajo -. Quita - me sacó afuera de la ducha y tocó los botones necesarios -. Ya está, duchita lista - se apoyó en la mampara.
-¿Qué? - me reí.
-Qué buena estás, hostias.
-¿En serio? - la miré, mordiéndome el labio inferior -. Te diría lo mismo pero no te he visto desnuda, lo siento cariño.
-Pero así, con toalla, ¿cómo dirías que estoy?
-Ya lo sabes.
-¿Y así? - se quitó la toalla. No pude evitar morderme el labio inferior el doble de fuerte.
-Natalia....
-Natalia, ¿qué? - se acercó a mí, apoyándome en el lavabo.
-¿Te has quedado con hambre?
-Con muchísima - me agarró la cintura, fue acercando sus labios a los míos.
-Por fín me sale el agua caliente y la vamos a echar a perder.
Natalia se metió en la ducha, de nuevo, mojándose el pelo.
-Ahora, ¿tienes alguna pega?
-No he puesto pegas en ningún momento.
-Pues ven - me miraba con una sensualidad mayor aún que la que normalmente desprenden sus ojos.
Me acerqué a ella.
-No es tu primera vez con una chica, ¿no? - pregunté mientras besaba su cuello.
-Ni la tuya, ¿no? - las dos reímos. Yo, sinceramente, había tenido más relaciones sexuales con mujeres que con hombres y, no sé por qué, tenía bastante claro que ella también.
Nuestros labios se encontraron. Volvieron a enredarse en un beso apasionado y húmedo. Húmedo por nuestra saliva, húmedo por el vapor que generaba la ducha y húmedo por lo excesivamente excitadas que estábamos. Me separé de ella. Necesitaba contemplar su cuerpo.
-No lo compares con el tuyo, que pierdo - dijo. Ya había notado que Natalia no valoraba su cuerpo tanto como hacía ver. Más bien no le daba importancia. Eso me gustaba. Para ella su persona era todo psíquico y nada físico.
-Y tú - la besé -, no seas - volví a besarla - gilipollas.
Fue entonces cuando agarró mi culo con fiereza y me montó sobre ella apoyándome en la pared. Nos resbalamos. Nuestras risas inundaron el baño.
-Churri, aquí va a ser un incordio - dije. Había tenido un par de veces sexo en la ducha y siempre lo diré : El que dice que el sexo en la ducha es la polla es porque nunca ha tenido sexo en la ducha.
-Ponte una toalla y vámonos a la cama pues - dijo abrazándome por detrás -. Pero dúchate, ya que estás aquí - me dio un beso en la mejilla -. Te ducho yo, si quieres.
Efectivamente, me duchó entre besos y risas. Las dos no podíamos estar calladas y eso era lo que más gracia me estaba haciendo de la situación.
Terminamos de ducharnos (ella por segunda vez), nos enrollamos las toallas y fuimos hacia la habitación. María y Pablo andaban enrollándose en el sofá así que ni se percataron.
Llegamos a la habitación y Natalia cerró la puerta de un portazo.
-Perdón, perdón. Las ansias - se reía.
-¿Ansias por qué? - me acerqué a ella y le volví a quitar la toalla.
-Joder, Alba - me besó, jadeando -. Tócame ya - volvió a besarme. Rocé con mi mano sus pechos -. Alba, ¡coño! Que me voy a correr sin que me toques - se reía.
-Qué impaciente, por Dios - la empecé a rozar el clítoris -. Tú a mí ni me has rozado - empecé a besarle mientras aumentaba la velocidad de mis movimientos. Me tiró a la cama tumbándose sobre mí. Me quitó la toalla.
-¿Cómo no voy a tocar este cuerpo? - me besó los pechos -. Si es maravilloso - fue bajando -, sexy - siguió bajando, dejé caer mi cabeza sobre la almohada, sabiendo lo que se venía - y - bufó. Comenzó a hacerme sexo oral. La cosa comenzó lenta pero enseguida se puso salvaje.
-Joder, Nat - mis palabras fluían solas.
-Cuanto más lo digas, más cachonda me voy a poner y luego los favores se devuelven.
-¿Te crees que no tengo ganas de devolvértelo?
-Buah, Alba, qué mala - volvió a "su tarea". Fui notando como el orgasmo llegaba hasta que finalmente tuvo lugar -. Si me gusta tu voz cantando no te puedes imaginar lo que me pone tu voz gimiendo - me reí.
-Dame dos minutos, que me recupere - reí más aún. Había sido el mejor sexo oral de mi vida. Seguramente por la persona que me lo había hecho.
-Qué mayor estás - me dio un beso en los labios -. ¡Vieja! - agarré su cintura y la coloqué debajo mía. Comenzó otra pelea de besos y gemidos que acabó conmigo devolviéndole "el favor" a Natalia, acompañado de los gemidos de Natalia que eran extremadamente altos.
-Nat, qué bajes el tono - las dos reíamos -. Que se van a enterar por la China.
-Que se enteren coño. Al menos grito por el mayor placer del mundo y no por algo malo.
Nos tumbamos en la cama. Natalia me abrazaba haciéndome cosquillas por los pechos.
Esa misma tarde llegamos al orgasmo dos veces más cada una hasta que, finalmente, decidimos que debíamos vestirnos. Al salir de la habitación, María y Pablo estaban terminando de ver la película de Nemo. Típica película de domingo.
-Joder, hermanas, ni este y yo aguantamos tanto - me puse roja, seguro. María y su sinceridad -. Natalia, ponte bozal - se empezó a reír a carcajadas.
-Eres tú la que no suele dejarme dormir a mí, cabrona.
Nos sentamos a ver la película. Me limité a mirar lo que tenía a mi alrededor.
Gracias destino por poner en mi vida a gente tan maravillosa.

¿Y bien?¿Qué os aparecido? ¿Creéis que va a durar mucha la felicidad entre estas dos? ¿Os gusta ese rollo que se traen entre ellas? Os leo. Nos vemos en el próximo.


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