CAPÍTULO 12

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Alba:
El sol aparecía por la ventana. La casa de Natalia y María era preciosa. A veces me gustaría no vivir en una residencia en la que prácticamente no puedo ni cambiar la alfombra.
Observaba a Natalia dormir. Era imposible lo increíblemente guapa que estaba en todo momento. Le di un ligero beso en la frente y comenzó a despertarse.
-Buenos días, preciosa - me dijo.
-Buenos días, churri - nos abrazamos.
Nos dimos una ducha, cada una por su cuenta, por desgracia, pero no había que tentar a la suerte tampoco.
María estaba desayunando en el sofá.
-Buenos días, bolleras - dijo elevando la taza de café al cielo.
-Mi corazón siempre será tuyo - Natalia se acercó a ella, la cogió la cara y le dio un fuerte pico en los labios. No me molestaba, claramente, pero ojalá me lo hubiera dado a mí también -. Cogemos un café y vamos a la terraza a hablar, ¿te parece? - me dijo. Me dio un abrazo - Ven aquí anda - me agarró la cara como leyéndome la mente y me dio un beso. No hubo lengua pero fue más movido y largo que el de María.
-A ver, despropósitos. Alba, necesito darte un beso después de ver esto - dijo María separando a Natalia de mí y poniéndose justo en frente mía. - ¿Puedo? - preguntó, no sé si a mí o Natalia pero las dos dimos nuestra aprobación, riéndonos. Me dio un ligero beso, cariñoso -. Pueden continuar su camino - me rei.
Cogimos una taza de café recién hecho, nos pusimos una bata-manta cada una y salimos a la terraza.
-Bueno, ¿qué? - pregunté.
-Que te quiero, ya te lo dije ayer, y tú también me quieres a mí.
-Así que no hay nada de que hablar, ¿verdad?
-No hay nada de que hablar - dejó su taza en el suelo y me empezó a besar -. Va a salir bien.
-Lo sé - dije con una de las sonrisas más verdaderas que había emitido nunca.

......................................

Natalia:
Durante la semana no nos pudimos ver mucho porque teníamos una semana complicada llena de quehaceres. Le echaba de menos pero no veía sano que nos necesitaramos tanto, así que esa semana nos sentó bien a las dos, supongo.
Ya era viernes. Habíamos hablado por WhatsApp de quedar esa noche pero en el último minuto Alba había dicho que no estaba muy animada y se quería quedar en la residencia. Decidí ir a verla. Esa residencia me traía malos recuerdos. Mario no había dado más señales de vida y me alegraba por Alba. No quería sacar el tema pero odiaba pensar en todo lo que habría sufrido en esa relación. Una de las cosas que más me atraían de Alba era lo buena persona que era y lo madura que se la veía para tener su edad. Debía de haber sufrido mucho y se notaba pero no quería "abrir el cajón de mierda".
Me quedé en la puerta pensando si había hecho lo correcto yendo. No temía que me hubiera mentido, obviamente, sabía que no estaría con alguien follando y cosas de esas. Lo que temía es que lo estuviera pasando mal y no quisiera hablarlo conmigo. Llamé. Alba abrió la puerta. Estaba preciosa, llevaba un vestido gris de manga corta y ya está. Se sorprendió al verme.
-¡Nat! - me sonrió -. ¿Qué haces aquí?
-No te apetecía salir y he pensado que no hace falta que salgas de tu casa para vernos - la abracé -. Oye, que me voy, si quieres.
-¿Estás tonta? - se apartó de la puerta -. Pasa, está todo hecho una mierda.
Realmente la habitación era un desastre. Tenía una cocina nada más entrar con un montón de platos apilados en la pila, pendientes de ser fregados, después había un baño cuya puerta estaba cerrada y ya la habitación con una cama de matrimonio y un escritorio bastante grande llenísimo de mierda. Me senté en la cama y me quité el abrigo.
-Bueno baby, ¿qué tal?
-Nat - dijo haciendo pucheros.
-Que me vaya.
-¡Qué pesada tía!
-¿Entonces?
-No me has dado un beso. Llevamos una semana sin vernos, prácticamente, y no me das un beso - puso una cara que me provocó una ternura impresionante.
-Hombre, tú tampoco me has besado a mí - me hice la borde. Alba se acercó a mí, se sento sobre mí, cara a cara y sonrió, después me besó. Era un beso tierno pero ardiente, con ganas. Nos teníamos ganas, muchas. Entonces fue cuando Alba dejó de ser la Alba a la que había que "dominar" a sorprenderme muchísimo. Me excitaba esa parte de ella. Me tumbó en la cama, manteniéndose sobre mí. Nos seguíamos besando y el beso se iba intensificando. Introdujo sus manos bajo mi sudadera y me ayudó a quitármela.
-Que de capas traes hoy, cabrona - me dijo. Me reí. Ella iba a ser fácil de desnudar.
-Tú, sin embargo, parecía que me estabas esperando - dije introduciendo mis manos por debajo de su ligero vestido.
-Mira, Nat, no me lo esperaba para nada pero te necesitaba tanto - se quitó el vestido. Me permití mirarla con tiempo de arriba abajo. Su piel sedosa, su abdomen perfecto.
-¿Por?
-Por esto - cogió una de mis manos y la colocó en su pecho. Sonreí, mordiéndome el labio inferior. Acto seguido siguió con sus besos que tanto me gustaban. Metió sus manos por debajo de mi camiseta y me acarició la piel. Sentía sus manos frías sobre mi abdomen cálido. Decidí dominar un rato así que me monté sobre ella. Me quité la camiseta. Sujetador no es necesario decir que ninguna de las dos llevábamos. Alba puso su pierna entre las mías y dobló la rodilla. Empecé a subir y bajar. Estaba tan cachonda que poco me hacía falta, la verdad. Mis gemidos entrecortaban los besos. Me puso otra vez abajo. Iba a cambiar de posición más veces que de bragas. Me desabrochó el pantalón y me lo bajó . Lo tiró al suelo. Cogió las finas tiras del tanga y también se deshico de él, acto seguido del suyo.
-Me gusta esta Alba - le dije mientras tocaba todas las partes de su cuerpo. Me agarró por el cuello y comenzó a besarme con todavía más pasión que antes. Ahora fui yo la que coloqué mi pierna entre las suyas mientras ella se restregaba. Sus gemidos me ponían mucho y no podía evitar agarrarla fuerte del pelo. Se separó de mí para bajar de objetivo. Comenzó a pasar su lengua por mi clitoris y, después, continuó más abajo. Cuando lo complementó con sus dedos yo no pude contenerme más y comencé a gemir alto, muy alto.
-Buah, Alba, sigue - conseguí decir entre jadeos. Fue entonces cuando decidió incrementar el ritmo de sus envestidas y llegué al orgasmo. Me sonrió, como orgullosa del trabajo bien hecho. Nos seguimos besando y, con ella sobre mí, me hice camino para introducir dos de mis dedos en su interior.
-Joder - gritó.
-¿Qué? - dije, sacando los dedos.
-Pero no los saques, cabrona - dijo riéndose. Los volví a introducir.
-¿Entonces?
-Nada, que no me lo esperaba - me siguió besando.
-Buah, estás empapada - me moría por dentro. Incrementé el ritmo y la empujé para, sin tener que rotar, estar yo sobre ella, con la almohada a nivel de los pies. Volví a introducir mis dedos en su interior, está vez ayudando con la lengua. Sentía como sus paredes se contraían hasta que sus piernas temblaron y ella mordió mi labio inferior, casi arrancándomelo. La besé y me apoyé sobre ella.
-Que puta pasada - dijo.

No os quejareis. No queríais detalles? Pues eso. Os gustan así los capítulos? Espero vuestros comentarios. Me motivan a seguir escribiendo. Os veo en el próximo.

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