Natalia:
Era tarde. Pablo se había ido ya a su casa, Mery dormía en su habitación, yo me encontraba fumándome un cigarro en la terraza. Miré hacia dentro del salón, Alba se había quedado dormida viendo la televisión, debía avisarle, ya que seguro que querría ir a dormir a su residencia pero era yo la que no quería que se fuera. Quería dormir abrazándola. Dándonos calor la una a la otra.
Miré hacia la calle. Algunos grupos de personas volvían a sus casas. Me encantaba imaginarme de dónde vendrían y a dónde irían. Cuando era pequeña vivía en una casa de Pamplona en una callejuela camino a la plaza. Siempre pasaba muchísima gente y mi madre y yo nos asomábamos y nos inventábamos sus vidas. Echaba de menos Pamplona pero todo lo que me estaba dando Madrid no lo había tenido en la vida. Para empezar era independiente, prácticamente, recibía dinero de mis padres mensualmente pero también trabajaba temporalmente para poder pagar los estudios de teatro y canto. También había hecho amistades nuevas, además eran personas muy similares a mí. Siempre digo que es en las situaciones nuevas cuando descubres cuáles de tus amigos son amigos de verdad y cuáles son simplemente compañeros que ya están contigo por pura comodidad y costumbre. Los amigos que yo estaba haciendo en Madrid eran verdaderos, nadie me obligaba a estar con ellos pero yo quería estar con ellos. Sobre todo quería estar con ella. Hacía mucho tiempo que no sentía algo así hacia una persona. Era un sentimiento de amor tan grande que me descolocaba. No sabía de qué manera la quería pero sí que la quería.
Terminé mi cigarro y entré en casa. Alba estaba tumbada de perfil ocupando todo el sofá. Intenté despertarla.
-Albi, despierta - me estaba empezando a dar cuenta de que si Alba se dormía poca gente podía despertarla. Le tapé la nariz, para que no le quedara más remedio que despertarse.
-¡Natalia! ¡Puto susto! - Alba me pegó en el brazo.
-Perdón, tía, que es tarde y no sabía si querías irte para la resi o quedarte aquí.
-Debería irme a la resi pero no quiero - me acarició la cara.
-Nadie te obliga a irte - besé su mano.
-Pero mañana por la mañana tengo que estar en la residencia sí o sí.
-Te acerca María, ¿te parece?
-Voy en metro, ¿te parece?
-Me parece - me levanté -. Ale, pues me voy a dormir. Hasta mañana. Tú vete a dormir cuando quieras. Te dejo la camiseta de pijama de ayer - Alba se subió al sofá para estar a mi altura y, justo cuando me di la vuelta para irme hacia la habitación, me besó el cuello -. O sea que no me voy ya a la cama, ¿no? - me di la vuelta, para ver esa cara que tanto me embobaba.
-A la cama te puedes ir, a dormir no - me miró picarona.
Me encantaba cuando Alba sacaba su lado sexy. Me refiero, ella es sexy de por sí, pero no lo sabía. Entonces cuando ella misma se "hacía la sexy" a mí me volvía loca.
La agarré de los muslos y la cogí. Me senté en el sofá para que se quedara sentada justo sobre mí y, simplemente, me quedé mirándola.
-¿Qué? - se rió. También me volvía loca su risa.
-La más guapa de España. Jurao.
-Ven aquí, coño - me agarró la cara y nos empezamos a besar con pasión, con fiereza, con amor.
Alba introdujo su mano por dentro de mis bragas y comenzó a actuar. En seguida estábamos las dos en la habitación, totalmente desnudas sobre la cama y respirando tras una agitada actividad. Fue un polvo rápido pero satisfactorio.
-Alba.
-Dime - se levantó a recoger sus bragas y ponérselas. Se puso la camiseta -. Dime, churri.
-¿Por qué no lo intentamos? - necesitaba decírselo. Había sido yo la que había propuesto el ir lentas pero necesitaba proponérselo.
-Natalia, yo estoy bien así.
-Sabes que no - me levanté e imité lo que ella había hecho minutos antes.
-Ya, pero es que no puedo decirte que sí. No puedo decirle que sí a la misma persona que hace nada me pidió lo contrario.
-Joder Alba, pero, a ver, déjame que me explique.
-Explícate - dijo, sentándose en la cama.
-No te estoy diciendo salir juntas, te estoy diciendo intentar pasar más tiempo juntas y ver qué pasa.
-O sea, me estás diciendo lo mismo que la otra vez.
-Sí, pero con más esperanzas.
-Natalia Lacunza, eres más rara.
-¿Por qué te sabes mi apellido?
-Puede ser que estuviera una hora buscando entre los contactos de Joan para encontrar tu Instagram.
-¿Por qué no me lo pediste?
-Natalia, porque me embobas, hostia. Que es verte y pfffff - me di la vuelta. Quedándome boca abajo en la cama-. ¡SANDWICH! - Alba se tiró sobre mí.
-Te quiero tanto tía - ella me seguía aplastando.
-Sí, quiero intentarlo. Si lo único que tengo que hacer es pasar más tiempo contigo y ver qué pasa, yo encantada.
-¿Te digo que quiero que pase ahora mismo? - me giré. La miré sería -. ¡Ataque de cosquillas!
-¡Para! ¡Natalia me cago en la hostia!
Esa noche estuvimos hablando un buen rato más. Me contó un poco qué hacía y lo que le gustaba hacer. Me habló sobre qué cosas quería hacer en el futuro. Estuvimos hablando incluso de hacer un viaje a Pamplona en febrero las dos juntas para desconectar y ya de paso ver a mi familia y enseñarle el lugar donde crecí.
Alba me escuchaba pero a la vez se sentía escuchada. Por mi parte, yo era incapaz de no estar atenta a lo que ella decía. Tenía una labia, y parecía tan exageradamente inteligente.
Antes de dormir estuvimos escuchando música con los auriculares. Ella llevaba puesto el derecho, yo el izquierdo. A la tercera canción las dos llorábamos. Por amor al arte era una de mis canciones favoritas. Me parecía una canción con la que muchas chicas se pueden sentir identificadas.
-Me encanta lo mucho que puede emocionar una canción - dijo Alba, secándome las lágrimas que me caían por los mofletes.
-¿Quieres oír algo mío?
-¿Ahora?
-Sí, ¿por qué no? - me levanté, saqué la guitarra del armario y canté la canción que había estado escribiendo esas navidades. Ventanas de avión.
Alba me miraba, embobada, unas veces sonriendo, otras medio llorando.
-Buah - me abrazó -. Me ha encantado, lo tuyo es un don.
-Gracias, tía. Algún día hacemos una juntas.
-Ya lo veremos - dejé la guitarra y al volver a la cama Alba estaba con los ojos casi cerrados.
-Buenas noches, Albi - me agaché por su lado en la cama y le di un ligero pico.
-No, ven - me cogió del cuello y me dio un beso delicado, pero más largo -. Ahora sí, buenas noches Nat.
-Qué raras somos - dije mientras me tapaba.
-Y cómo mola ser rara.
Nos dormimos abrazadas la una la otra. Dándonos calor en aquella noche de invierno.¿QUÉ OS PARECE SI HAGO MARATÓN ESTE FIN DE?
OS LEO.
Os veo en el próximo capítulo.
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LA VIDA EN TU SONRISA || ALBALIA
RomanceAlba (21 años, Elche) y Natalia (19 años, Pamplona) dos jóvenes destinadas a encontrarse, ambas viven actualmente en Madrid. Mismos personajes que OT 2018, distinto contexto ALBALIA