CAPÍTULO 2

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Alba:
El concierto fue una de las cosas más bonitas a las que había asistido nunca. Todo el mundo estaba entregado, cantando, gritando, llorando, y yo no iba a ser menos. Llegó el momento de Vuelve y Joan se acercó a mí, me abrazó y la cantamos unidos. Joan tenía una voz preciosa pero le daba mucha vergüenza sacarla.
A unos pocos pasos de mí, María y Natalia bailaban abrazadas. Hacían muy buena pareja. María era muy atractiva pero Natalia... Algo tenía que desde el mismo momento en el que se acercó a saludar a Joan me había quedado embobada con ella.
Última canción, Lo siento, primera vez que la cantaba tras su estreno. Me emocionó ver que todo el mundo se la sabía ya. Natalia se acercó a nosotres y abrazó a Damion, que bailaba con Joan. Algo me hizo olvidar por completo la existencia de Beret. Algo que era uno de los sonidos más bonitos que había oído nunca. Me acerqué para oírla mejor. Natalia cantaba, totalmente metida en la canción, su precioso estribillo. Los pelos se me erizaron y no pude evitar sonreírla. Ella se acercó, me tendió la mano, y, así, dadas de la manito, disfrutamos de la canción de cierre.
Al salir, Joan, Natalia y María habían quedado con Miki para tomar unas cañas por Madrid. Decidí apuntarme, me vendría bien.
Comenzamos a caminar hacia la Plaza del dos de mayo. Natalia iba por delante con María de la mano. No podía parar de mirarla, ¿por qué hacía eso? Era una chica más, guapísima y majísima pero como muchas otras.
Llegamos a la plaza y en una terraza con estufas nos esperaba Miki, parecía majo. Nos contó que había decidido mudarse a Madrid ya que acababa de romper con su novia y toda Barcelona le recordaba a ella y, según él, la quería tanto que quería que fuera libre y, estando él en Barcelona, no lo veía posible.
Un brazo me vino por detrás, de golpe.

-¡Mario! - mierda, por qué ahora -. Qué susto, ¡joder!
-Amor, por Dios, quería darte una sorpresa - toda la mesa estaba callada. Mario se acercó a besarme en los labios.
-¿Cómo sabías que estaba aquí? A veces creo que eres mago - Joan le acercó una silla y lo saludó.
-Mago no, que tiene la ubicación del móvil y si no la encuentro pues es buscarla y punto - Mario odiaba a Joan. Delante mía intentaba comportarse con él pero le tenía mucha manía por la cantidad de tiempo que pasaba conmigo. A Joan no le gustaba Mario para mí.
 -¡¿ Perdona?! - María se levantó -. O sea que antes te dice que hoy prefiere no verte y tú decides seguirle la ubicación del móvil. Estamos en el siglo XXI, ¿no lo pillas? - Joan alargó su brazo, sentando a María, espectante de ver si la había liado o no. Natalia me miraba muy fijamente. Yo estaba reprimiendo demasiado las ganas de llorar, María tenía razón, no era ni medio normal el comportamiento de mi pareja pero yo ahora solo podía pensar en la bronca que me caería por haberle contado a María antes sobre nuestra discusión. Mario se enfadaría.
 -¿Algún problema? - Mario me miró -. ¿Ya has puesto a todos en mi contra, zorra? 
-A ver, a ver, yo estoy flipando - Miki se levantó y se acercó a él -. A las mujeres se las respeta y si no vas a hacerlo ya te estás yendo. No conozco a Alba ni te conozco a ti, pero zorra no son formas de decirle a tu novia.
 -Sí la conocieras... 
-¡Alba me meo! - Natalia se levantó de la mesa -. Por favor acompáñame que la puerta no cierra bien. La miré con unos ojos que no hacían más que dar las gracias. Entramos en el bar y Natalia me abrazó.
-Tía, no es sano, ni para ti ni para él. Eres maravillosa. Estás mejor sola.
-¿Cómo sabes que soy maravillosa si no me conoces? - las lágrimas deslizaban por mis mejillas.
-Me lo han dicho tus ojos - sonreí.
-Tía llevo ya dos años con él, desde que me mudé a Madrid. Te puedo asegurar que al principio no era así solo que ahora tiene constantemente celos de Joan. Yo soy la primera que sabe que está relación no es sana y que tiene que acabar pero me da miedo cómo se lo pueda tomar.
-Que se lo tome como quiera - me dio la mano -, pero que lo haga lejos de ti.
Llegamos al baños en el que empecé a arreglarme el maquillaje para que no fuera tan obvio que había estado llorando.
-Tengo muy mala suerte con las parejas. ¡Nunca acierto coño! Y además ahora siento que he perdido prácticamente dos años de mi vida con una persona detestable.
-De todo se aprende. Yo también fallo siempre.
-Hasta ahora, ¿no?
-¿Cómo?
-Pensé que María y tú...
-¡Ah! ¡No! Mery tiene novio, por Dios. Solo somos compañeras de piso y nos adoramos pero nunca hemos hecho nada de nada. Ojalá, pero no.
Me reí. Me estaba ayudando a desconectar un poco de lo que me iba a encontrar cuando saliera.
-¿Te ha pegado alguna vez? - Silencio - Porque si no lo ha hecho poco le falta.
Silencio. Se acercó y me abrazó tan fuerte que podía sentir sus huesos incrustados con los míos. Me besó la frente y me cogió la cara con sus manos.
-Eres preciosa, en serio - mi corazón latía más fuerte que nunca. ¿Cómo era posible que una persona a la que acababa de conocer pudiera hacerme sentir tan bien?
-Nunca me ha pegado. No pasa de insultos, lo cual es igualmente denunciable pero nunca me ha pegado.
-¿Salimos? - negué con la cabeza -. Si sigue aquí te vienes a mi casa - asentí.
Al salir Joan y Mario no estaban.
-Joan se lo ha llevado para hablar con él. Tía, déjale ya. Nosotros te apoyamos - Miki se levantó a abrazarme.
-A ver, no me conocéis pero Joan sí. Os prometo que no estoy ciega, veo lo mismo que veis vosotros y supongo que coincidiremos en valores. Lo tengo que dejar, sí, el cómo es lo que me preocupa. Además no sé cómo se lo va a tomar.
-Estás preocupada ahora pero en cuanto lo dejes va a ser tal peso que te vas a quitar de encima que se van a acabar las preocupaciones - María intentaba consolarme.
-Gracias a todos, de verdad - miré a Natalia, que bebía un trago de su cerveza, me guiñó un ojo. Mi corazón volvía a palpitar a 1000 por hora.
-¿Vives con él? - me preguntó Miki.
-No, vivo en residencia de estudiantes. Duermo con él algún día pero normalmente es él el que viene a dormir a mi habitación.
-¿Quieres venirte a dormir hoy a nuestra casa? Nos relajamos, nos tomamos unas litronas... Porrito... - María me acariciaba la mano.
-No sé, no quiero estorbar. No os conozco.
-Te puedo asegurar que son personas de las buenas - Joan se apareció, solo, abrazándome por detrás -. Te quiero mucho, lo sabes, ¿no?
-Cómo no lo voy a saber - apreté sus brazos.
-Pues escucha, no te enfades - qué habría hecho -. Le he dicho a Mario que lo vuestro se ha acabado desde hace tiempo, que lo sabéis los dos.
-¿Por qué has hecho eso?
-Porque sé que tú no lo vas a hacer - tenía razón. Hacía ya tres meses que quería dejarle y ahí seguía.
-¿Qué te ha dicho?
-Que tú no vas a ser la que rompa con él. Que es él el que va a romper contigo. Que te lo mereces. Que sudas de él, sales más con nosotros que con él...
-¡Manda a cojones, de verdad! Qué gente más subnormal habita este planeta - María golpeó la mesa.
-Y que esta noche te deja - continuó Joan -. Así que he pensado que podrías decirle de ir a hablar a tu residencia. Yo estaré por ahí, por si acaso. Pero te juro que por primera vez en mucho tiempo creo que va en serio. No creo que te haga nada malo porque por mucho que lo odie lo conozco, sé que es de hablar mucho y hacer poco. Como mucho te dirá un par de insultos y fin.
-Joan no me gusta que me organicen la vida.
-Amor, déjate ayudar - Natalia se pronunció. Amor. Yo solo podía pensar en esa palabra.
-Está bien, lo haré - cogí el teléfono, levantándome de la mesa y llamé a Mario. Quedamos en mi residencia a las dos de la mañana.
Nos despedimos y me fui. La despedida de Natalia y María conmigo fue la más bonita. Ellas, sin conocerme, me abrazaron y me ofrecieron su apoyo. Me dieron ambas su número de móvil y su dirección, por si acababa queriendo ir a su casa. Las quería, no sabía cómo, pero lo hacía.

Poco a poco van a ir apareciendo el resto de compañeros de OT y creo os van a gustar. Comentadme lo que queráis. Nos vemos en el próximo capítulo.

LA VIDA EN TU SONRISA || ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora