CAPÍTULO 10

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Alba:
Nueva semana. Un lunes normal. Malditos lunes. Mis lunes siempre eran horribles. Durante el fin de semana siempre desfasaba, llegaba el lunes y estaba muerta. Me dormía por las esquinas, no quería hacer nada. Resumiendo: me sentía en la mierda.
Me fui temprano de la casa de María y Natalia. Había quedado a desayunar con Joan. Desayunamos en un pequeño bareto en una callejuela cercana a Montera. Me desahogué con él. Le conté todo lo que estaba sintiendo por Natalia y lo que estaba pasando entre nosotras. Me supo escuchar. Al salir del bar pasó algo que hizo que mi lunes fuera aún más pesado.
-Alba, está Mario, vamos a cruzar de acera, si quieres - propuso Joan.
-Sí, crucemos - cruzamos la calle. No había acabado mal con él pero no quería verle. Parecía ser que él sí quería verme a mí ya que cruzó la calle.
-Hola, preciosa - me dio dos besos -. ¿Cómo estás?
-Muy bien - mierda, tampoco debía decirle eso a mi recién ex novio -. Bueno, bien - bueno, ¿por qué no iba a mostrar a ese cabrón lo feliz que estaba sin él? -. Bueno, genial.
-Joder - empezó a mirarme con su cara asquerosa de siempre -. Qué, ¿ya te la has empezado a tirar o todavía no? - preguntó a Joan.
-Y tú, ¿ya has empezado a plantearte que tu grado de gilipollez va más allá que todo eso? - respondió Joan, enfadado.
La discusión no pareció ir a más y nosotros continuamos nuestro camino por Montera.
El resto del día lo pasé haciendo limpieza en la resi y haciendo la compra, algunos recados...
Había hablado un par de veces con Natalia por WhatsApp, pero nada fuera del otro mundo. Cada una estaba llevando a cabo su vida, con todo el espacio necesario y sin ningún tipo de compromiso, como debía ser.
Llegó la noche. Metí una tarrina de arroz y unas palomitas en el microondas y me senté en mi cama a ver la televisión. Cualquier cosa me valía, me iba a dormir en seguida.
De repente llamaron a la puerta.
-Hola Alba, déjame pasar.
-Al menos un por favor, ¿no? Con la que has liado antes con Joan... - Mario siempre tan oportuno. Le dejé pasar y se puso justo frente a la cama, esperando a que yo me sentara.
-Tú dirás - le dije.
-Alba, vuelve conmigo...
-No - no dejé ni que terminara -. No sé cuál va a ser la oferta pero no.
-¿Por qué?
-Porque por algo te dejé. No tenemos nada en común. No tienes corazón.
-Pero sí tengo polla, y bien que te gustaba - se comenzó a acercar a mí.
-Eres un mentiroso, si tú supieras - puse mi mano en su pecho, queriéndole decir que se frenara -. Vete para atrás, rey. No te pases.
-Venga, el último, de despedida - se volvió a acercar a mí, esta vez logrando rozar mi rostro.
-NO ES NO - quite su mano de mi cara.
-No es: claro que sí, pero me voy a hacer la dura - se me lanzó a los labios. Le hice la cobra -. Mira, Alba, mi paciencia no dura para siempre. O sea, una puta zorra con los demás pero conmigo... ¡Todo el mundo tranquilo que es una puta monja! - Mario estaba fuera de sí, como siempre.
La situación me estaba incomodando. Me daba miedo que me hiciera algo. Nunca lo había hecho y no le veía capaz, pero aún así siempre estaba ese miedo.
Fui hacia la pequeña terraza con la que cuentan las habitaciones de mi residencia. Mario no se movía.
-Mario, ¿qué quieres?
-A ti - se empezó a acercar. Cogí el móvil y lo desbloqueé.
-Sabes que eso no es verdad. Me quieres ahora que no me tienes. Cuando me tenías me trataba tan mal que cualquiera diría que lo que sentías por mí era amor.
-Todo lo que te decía lo pensaba.
-¿Te refieres a lo de zorra? ¿O a lo de fea y gorda?
-Todo. Menos gorda. Eso no.
-¡Ah, bueno! ¡Qué honor! - volví a bloquear el móvil -. Vete de mi habitación, por favor.
-No quieres que me vaya - se acercó a mí -. Tú quieres otra cosa - empezó a introducir su fría mano por dentro de mi pantalón. Cogí el móvil. Siempre lo. Hacía cuando estaba nerviosa.
-Mario, saca tu puta mano de ahí - ahora empezaba a tener miedo. Soy una persona muy pequeña y menuda, soy una birria comparada con Mario. Si quisiera hacerme daño podría perfectamente. Al ver que no me hacía caso y me empezaba a besar el cuello mi instinto me hizo llamar a alguien. Normalmente en situaciones de estrés habría sido a Joan pero mi dedo fue directamente a un contacto en especial. Natalia. Baje el volumen al máximo para que Mario no descubriera mi intento de escapada.
-Mario, qué te pares, te lo pido, por favor - le intente separar de mí pero no podía. Vi que Natalia había cogido el teléfono -. ¡Mario! ¡PARA!¡Vete de mi residencia!
……………………
Natalia:
Llevaba un día bastante aburrido. Me alegró muchísimo recibir la llamada de Alba.
-Albi, ¿qué tal?
-¡Mario! ¡PARA! ¡Vete de mi residencia! - esperaba que no fuera la típica llamada de emergencia que sale en las películas.
-Alba, ¿qué cojones está pasando? - María se acercó, preocupada. Puse el móvil en altavoz.
-Que te voy a dejar yo, zorra de mierda. Fóllame como te follas al Joan - Mario estaba con ella. Me empezó a palpitar el corazón a toda hostia pero estaba paralizada, no sabía qué hacer.
-Mario... - se oyó un tortazo.
-¡Qué te calles hostia! ¿QUIERES MÁS? - en cuanto oímos esas palabras de la boca de Mario supimos que el tortazo había sido a Alba.
-Voy a por las llaves del coche - dijo María mientras salía corriendo hacia su habitación.
-Yo voy a llamar a la policía. Dame la dirección de la residencia.

Comienza el maratón. Habrá capítulos más largos y otros más cortos pero en la mayoría se verán ambas perspectivas, la de Alba y la de Natalia. Espero que os gusten.
NOS VEMOS EN EL PRÓXIMO.

LA VIDA EN TU SONRISA || ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora