Capítulo 8: Adiós.

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Mientras esperaba pacientemente a que abrieran la puerta del departamento, las manos de Temo comenzaron a sudar por los nervios de volver a ver a Aristóteles, sentía una especie de revoloteó surgiendo en su interior, que lo hacía sentir que podría desmayarse en cualquier momento.

Al cabo de unos minutos, cuando finalmente abrieron la puerta, Temo se encontró con la mirada curiosa de la mamá de Aristóteles, probablemente sorprendida de volver a verlo después de varios días, que lo recibió con su voz amable, acompañada de una sonrisa.

-Hola, Temo. ¿Vienes a ver a mí Aris?

Temo asintió con una sonrisa tímida para después preguntar:

-¿Se encuentra?

-Uy sí, se la pasa encerrado en su cuarto todo el día. -Respondió Polita- Hasta pensé que se había peleado contigo o algo, hace mucho que no te veía, Temo. ¿Todo bien?

Temo decidió mentir al momento de responder, ya que si Aristóteles no le había contado a su mamá de la pelea, entonces no le correspondía a él hacerlo:

-Ah sí, todo está bien entre nosotros, no se preocupe. Lo que pasa es que hemos estado muy estresados por los exámenes finales.

-Mm... Está bien, tal vez sea eso. -Dijo Polita, a pesar de no estar completamente convencida- Pero bueno, ya no te dejo ahí parado. Pásale, ándale, siéntate dónde tú quieras.

-S-Sí, muchas gracias, señora. -Respondió Temo, entrando a la casa.

Temo se sentó en la sala del departamento de Aristóteles, tal y cómo se lo había pedido Polita, mientras que ella, en lugar de ir por su hijo, se sentó al lado de él y comenzó a cuestionarlo.

Cuando quiso interrogar a Temo, no lo hizo con mala intención, simplemente se sentía preocupada por su hijo y por no poder hacer nada para ayudarlo. Al principio, había pensado  qué sería buena idea darle su espacio a Ari y que fuera él quién le contará lo que estaba pasando, cuándo estuviera listo.

Pero ya habían pasado varios días y eso no sucedía, y no parecía que fuese a suceder pronto. Ella sabía que últimamente, Temo y su hijo no pasaban tanto tiempo juntos cómo solían hacerlo y quería saber la razón de eso, obviamente no creía en las razones que Temo le había dado y no es que quisiera presionarlo, pero le dolía ver a su hijo mal y le dolía aún más que no le contará lo que le pasaba y lo que sentía.

Pero la peor parte para Polita, era que no sólo su hijo era el que estaba actuando extraño, también su esposo lo hacía y la estaban volviendo loca con tantos secretos. Se sentía inútil y excluida, le lastimaba pensar que ninguno de los dos la necesitaba realmente o que no la tomaban en cuenta para resolver sus problemas. Se sentía cómo una pésima madre y esposa, pero sobretodo, se sentía cansada de que le ocultaran cosas. Necesitaba respuestas.

-Ahorita le digo a mi Aris que lo viniste a ver. ¿No quieres algo de tomar?

-No muchas gracias, así estoy bien. -Contestó Temo.

-Mm... bueno. Oye, ya sé que me dijiste que tal vez Aris está presionado por los exámenes, pero yo sí lo veo muy mal. ¿Tú no has notado nada raro?

-Es que lo siento, pero yo... creo que debería de hablar sobre eso con Aristóteles, yo no sé nada.

-Sí, sí, no quiero que te sientas presionado a decirme, luego ya no vas a venir a la casa. -Dijo Poltita con una risa- es sólo que mi Audífaz y mi Aris han actuado muy raro. ¡Y a mí nadie me dice nada! Sólo quiero que estén bien...

Con miedo a quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora