Capítulo 9: ¿Amor?

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Cuando Aristóteles le contó a su madre sobre sus sentimientos por Temo, lo hizo por qué ya no podía callarse por más tiempo. La revolución de emociones dentro él era muy grande y muy intensa, necesitaba contarle a alguien lo que sentía, decirlo en voz alta, confesarlo, admitirlo. Necesitaba el apoyo de alguien que lo quisiera, que lo aconsejara y que lo fuera a apoyar sin importar nada ni nadie.

Aristóteles creía con todo su corazón que esa persona en la que podría confiar y en la que podría apoyarse en estos momentos de confusión era su madre. Aquella que siempre había sido tan amorosa con él, que se preocupaba por saber lo que le pasaba y que siempre se enorgullecía de cada uno de sus logros, sin importar lo pequeño que fuera.

Amapola siempre se encontraba firme en defenderlo, quererlo, respetarlo y apreciarlo en todo momento. A diferencia de su padre, cuándo las demás personas parecían avergonzarse de él, decepcionarse o rechazarlo, ella no lo alejaba ni lo hacía sentir mal,  si no todo lo contrario, estaba dispuesta a lo que sea con tal de verlo feliz.

No había razón para que en ésta ocasión fuera diferente. Su mente y su corazón se sentían optimistas respecto a la reacción que tendría Amapola, pero no por eso era menos atemorizante para Aristóteles el confesar sus sentimientos.

El camino hacia la libertad y hacía la aceptación, siempre es largo, doloroso y difícil.

-¿De Temo? -Preguntó Polita, después de reaccionar al comentario de su hijo.

Para ella era muy conmovedor que su Aris por fin hubiera decidido abrirse con ella y hablarle sobre sus sentimientos, era algo que no sucedía amenudo con una persona cómo Aristóteles que solía guardar y ocultar sus sentimientos. Y prescisamente por que hace mucho tiempo que Aristóteles no le contaba sobre sus cosas, era un poco complicado encontrar las palabras correctas o la manera ideal de aconsejar a su hijo en estos momentos que se veía tan devastado. Y ella no quería arruinarlo. Aún le faltaba muchísmo contexto y le dolía ver a su hijo así de mal, pero al menos, todo parecía indicar que por fin podría enterarse y entender por completo lo que sucedía con su hijo.

-¿Cómo no me di cuenta antes Aris? ¡Claro que te gusta! Si a kilómetros se te ven las sonrisotas que te cargas cuándo estás con el Temo. -Continuó Amapola riendo.

-No, no, no, mamá. A ver, es que no es tan fácil. No sé si sí me gusta Temo, por eso dije que "creo que me gusta", pero todavía no estoy seguro, ese es el problema.

-Entonces estás confundido, hijo. ¿Pero por qué lloras? No pasa nada si te confunden tus sentimientos por alguien, es normal.

-Es que sí pasa algo, mamá. -Respondió Aristóteles con la voz quebrada- Voy a perder a Temo si no acomodo mis sentimientos.

-Yo te puedo ayudar en lo que sea, Ari. -Le contestó Polita, tratando de consolarlo- Pero primero voy a necesitar que seas claro conmigo y que me expliques bien lo que sientes y todo lo que ha pasado con Temo. Por favor, necesito que confíes en mí.

Aristóteles suspiro e intento calmarse un poco, si seguía llorando tanto no sería capaz de hablar.

-Tú sabes que Temo y yo hemos sido amigos desde el día en el que nos conocimos, y la verdad es que somos muy unidos, hacemos todo juntos y nos llevamos muy bien. Para mí Temo se volvió muy importante desde las primeras semanas en las que nos conocimos. Nos volvimos cercanos muy rápido, nunca había tenido a alguien en mi vida que fuera como él...

-Claro, Aris. A mí me alegró mucho que se hicieran amigos. -Dijo Polita, después de que Aris hizo una pausa- Siempre que estás con él andas de buenas.

-Sí, pero eso era antes de que las cosas cambiaran. Todo se complicó cuando hace un tiempo Temo me confesó que estaba enamorado de mí y me beso.

Con miedo a quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora