once

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- No puedo creer que le hayas pegado una patada en las bolas. -una potente carcajada resonó en aquella cocina.

El chico frente a él sacó la bombilla de su boca y alzó una de sus cejas con una pequeña sonrisa:- ¿No crees que me excedí un poco?

- Claro que no -volvió a reír agitando su mano derecha, restándole importancia a la preocupación de su joven amigo.-, se lo merecía por hijo de...

- Jin, creo que debería disculparme -soltó sin vacilación alguna, provocando que la sonrisa del pelinegro desapareciera lentamente de su rostro.-, me siento un poco mal por él ahora.

Jin se sintió desconcertado al ver como el animado comportamiento del otro cambió drásticamente de un segundo a otro. Jimin ahora jugueteaba distraídamente con la comida en su plato y de vez en cuando contraía sus carnosos labios en una línea.

- No, creo que debas hacerlo, Jimin. Es más yo pienso que hiciste bien. Él se lo merecía por lo rata inmunda que es.

- ¿Tú crees? -rió sin gracia.- ¿No fui muy agresivo? Es decir, creo que con una carta hubiera bastado, pero, ¿una patada? -preguntó algo incrédulo.

- De todos modos, Jimin, lo hecho, hecho está.

El menor sintió como su corazón se oprimió y tapó su rostro por la vergüenza que le traía el recuerdo fugaz de un adolorido y vulnerable Yoongi con ojos inundados en lágrimas y manos protegiendo su hombría.

- Soy una horrible persona. -se lamentó en un tono de voz casi inaudible.

- No deberías arrepentirte. -dijo el mayor antes de llevar la pequeña taza de té a sus labios.

- Pero si me arrepiento, Jin. -suspiró destapando su rostro.- Él quería hablar y arreglar las cosas, y yo de prepotente a penas tocó el tema le di una patada. No puedo ser más idiota.

- Jimin, -llamó dejando su té de lado para tomar delicadamente las manos del menor.- no eres idiota por haber hecho eso...-trató de consolarlo antes de ser interrumpido de nuevo.

- Debería llamarlo y disculparme.

Las palabras dejaron de brotar por ambas partes por unos segundos. Segundos que Jimin aprovechó para ponerse de pie y caminar hasta la ventana para ver cómo los pequeños pájaros disfrutaban de la pileta que su amigo había instalado en el jardín.

- ¿Dónde dejarás tu orgullo? -preguntó nuevamente el mayor rompiendo la frágil calma que se había formado.

El menor soltó una risilla. No era para sorprenderse la respuesta de su hyung, Jin siempre odió a Yoongi por alguna razón que él desconocía. Era evidente que no estaría de acuerdo con su decisión.

- En el mismo lugar en donde quedó el tuyo cuando perdonaste a Namjoon por apostar las escrituras de su casa en un juego de póker.

Jin contrajo su rostro por el mal sabor que le había dejado la respuesta del chico.

- Son cosas distintas, Jimin.

- Tan distintas no lo son.

El pelinegro no podía creer que el rubio frente a él compare elefantes con rinocerontes.

- No me digas que estás pensando en perdonarlo.

- Está bien, no te lo diré.

Dear Jimin |›Yoonmin‹|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora