3. Pensar en ella como en algo más

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Lena

Kara se había presentado a competir por mi mano. ¿Era una broma? La miré con odio y me devolvió una mirada avergonzada que apartó al instante. Esto no podía estar pasándome a mí. ¿En serio? Mi hermano se reía sin cesar. La reina me enviaba miraditas desde su asiento y Alexandra sólo negaba con la cabeza.

La primera prueba la bordó, pero cuando vi cómo, en la segunda, James la empujaba contra el barro, me preocupé. No dejaba de ser una mujer rodeada de hombres rudos, ¿no? No tenía nada que hacer y acabarían haciéndole daño. Además, la gente estaba pasándolo estupendamente viendo a aquella chica jugar a ser caballero. El corazón se me encogió ante la posibilidad de que le ocurriera algo.

Me miró y vi determinación en su rostro. Se levantó y siguió corriendo hasta evitar que la eliminaran. 

Las siguientes pruebas fueron sucediéndose con el éxito de Kara, a pesar de todo el juego sucio que recibía por parte de sus contrincantes.

La última etapa era una batalla a espada. No podía creer que hubiera llegado hasta allí pero ojalá no lo hubiera hecho. James no querría parecer un blando ante tanta cantidad de público e iría a por todas. No podía enfrentarse a él. ¿Y si moría? Y su hermana estaría viéndola. Y yo...

Les vi hablar y también la cara de odio del que esperaba fuera mi futuro marido. Iban esquivando los ataques del otro, pero cada vez que se rozaban, yo saltaba en mi asiento. No quería que les pasara nada. 

Cuando James la golpeó y la hizo caer, me levanté y me apoyé en el muro, aterrada.  Él se tumbó sobre ella y empezó a darle puñetazo tras puñetazo y grité. No se debe intervenir, yo lo sabía, pero no podía dejar que le hiciera aquello. ¿Por qué no podía?

-¡Por favor! ¡No le hagas daño, James! ¡Te lo suplico!

Ella tomó un poco de tierra y se lo lanzó a los ojos, lo que le permitió el tiempo necesario para ponerle la espada al cuello y conseguir la victoria.

Kara había ganado. Mi mano. Gracias a mí. Kara había conseguido el derecho a casarme con quién quisiera porque yo distraje a James con mis gritos.

Me levanté de mi asiento y me fui de allí. Ni siquiera cogí el coche. Me puse a caminar, ladera abajo, ni sé durante cuánto tiempo. La odiaba. Quería matarla yo misma. Sabía que jamás le concedería a James mi mano. Él le había dado una paliza mortal y si aceptaba era idiota. Y sí, lo era, pero de otro tipo.

Escuché los relinchos de un caballo tras de mí y fue cuando me di cuenta de que me había adentrado en una zona solitaria y, por lo tanto, aterradora. Me aparté para que pasara y recé para que no se interesara en una muchacha caminando sola por esos lares.

-Es una zona peligrosa- dijo aquella voz de quien me apetecía estrangular-.

Bajó del animal y se acercó a mí. Se había cambiado de ropa tras las pruebas, pues ya no estaba llena de barro.  Lo único que me salió hacer fue cruzarle la cara. La bofetada sonó en eco en aquel bosque solitario, y vi la marca de mis dedos en su mejilla.

Iba a hablar, pero las lágrimas empezaban a agruparse en sus ojos y supongo que decidió que era mejor no decir nada, para evitar entrar en llanto. Me sentí mal... Pero, ¿quién era ella para haber hecho aquello?

-¿Por qué, Kara? ¿Por qué tuviste que competir por mi mano?

Tragó saliva, sin dejar de mirarme con esos ojos azules aclarados por las lágrimas.

-Para que seáis libre.

Me dejó un poco confusa. La miré sin comprender.

-¿Cómo voy a ser libre? ¿Vas a entregarme a algún amigo tuyo igual de torpe o quizás vendas mi mano al mejor postor y te saques un dinero?

La diferencia entre tú y yo (SUPERCORP +AGENTREIGN) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora