9. Mi hogar

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Alex

Haber visto a Sam desnuda en su habitación fue algo que me rompió los esquemas. No pude evitar observarla de arriba a abajo. Todo en ella era perfecto. Noté un cosquilleo entre las piernas y quise ir hacia ella, besarla, acariciarla. Pero jamás lo haría. Era la reina.

Ella, lejos de avergonzarse, quiso jugar conmigo y me entregó un vestido para que se lo pusiese, rozando, inevitablemente, su cuerpo. Pero tenía que ser fuerte. No sólo estaba prohibido por ser ambas mujeres, si no porque, repito, ella era la maldita reina.

La rechacé y se sintió dolida. Si sólo hubiera podido hacerla saber cuánto la quería... Verla mal me mataba, saber que era por mi culpa era aún peor. Me dijo que era lo que deseaba desde hacía tiempo y temblé. ¿Por qué me hacía eso?

Sam me intercambió con Kara, en un intento de alejar la tentación de ella, así que acabé en las tierras de Lena. Allí me presentó a su familia y ellos me admitieron porque no les quedó más remedio. Estaba ahí por orden de la reina.

Me mostró la habitación de Kara, que a partir de ese momento sería mía. Dormían pegadas, como Sam y yo. Estaba tan cerca que podía escucharla dormir. Y, a veces, tenía pesadillas. Yo me levantaba y la despertaba suavemente, y siempre me llamaba "Kara".

-Soy Alexandra, milady. Lo siento.

-Alex...- me llamaba sólo en esos momentos de confusión- Pensé que eras Kara.

-No importa, milady. Volveos a dormir. Todo está bien.

-Gracias.

Cada vez que hablaba en sueños, nombraba a mi hermana. No sé qué se traían entre manos, pero... ¿Y si Lena era como Sam y como yo? ¿Y si por eso seguían siendo amigas? ¿Y si se acostaban juntas? Con Sam... ¡o con Kara! No podía ser. Mi hermana me habría dicho que le gustaban las mujeres. Aunque seguro que ella pensaba lo mismo de mí. No era algo fácil de confesar.

Todos los días íbamos a palacio. Allí, Lena pasaba el tiempo con Kara y yo me mantenía detrás, alejada en todo momento. No quería acercarme demasiado a Sam, que cuando me dedicaba una mirada, no era de odio, si no de dolor, y tenía que apartar la vista, avergonzada.

Apenas crucé palabra con ella en esos días, pero una mañana caminando con Lena, cuando ya se despedían, tropezó y yo agarré su mano para que no cayera. Sentí una punzada en el corazón al notar su piel de nuevo.

Sam se colocó el vestido y me agradeció con la cabeza, sin llegar a mirarme.

Después de pasar con Lena quince días, llegó mi día libre. Cuando trabajaba con Sam, nunca lo cogía. Me quedaba con ellas y hacía la rutina de siempre. Pero ahora que estaba con Lena, sí lo iba a coger.

Aparecí en palacio y pedí ver a la reina. Me crucé con mi hermana que me dijo que pasaría todo el día con Lena. Cada vez me quedaba más claro que aquellas dos no eran sólo amigas.

La reina apareció al poco tiempo, nerviosa.

-¿Qué haces aquí?

-Me gustaría pediros permiso para pasar mi día libre con la princesa, majestad- imploré, como había ensayado en mi cabeza todo el camino-.

Ella guardó silencio unos segundos y me temí lo peor.

-Ruby estará encantada de tenerte aquí.

.

-Te echo de menos, Alex- dijo la niña sin levantar la vista de aquel trozo de papel donde dibujaba un paisaje lluvioso con un arcoiris-.

-Yo también a ti, Ruby. No lo olvides.

La diferencia entre tú y yo (SUPERCORP +AGENTREIGN) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora