6. En mi mente sólo tenía cabida un Luthor

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Kara

-¡Maldita seas, Lena!- le grité, omitiendo la diferencia de clases en el trato- ¿¡Por qué tienes que ponerme así!?

Ni me lo esperaba, cuando Lena me agarró de la nuca y juntó nuestros labios. Me tensé un instante, pero mi cuerpo reaccionó a su beso colocando la mano en su mandíbula y entreabriendo mi boca. Fue inconsciente, imprevisto, natural. Nuestras lenguas se encontraron y noté cómo me excitaba. Besaba bien, esa maldita Luthor.

Tras unos segundos explorando a la otra con nuestras manos y nuestras bocas, Lena se apartó agresivamente de mí.

-¿¡Qué haces!?- me preguntó enfadada-.

-¿Yo? ¡Habéis sido vos! ¡Vos os tirasteis a besarme!

-Porque quería callarte. Porque no dejabas de insultarme y te enfadas si te doy una bofetada.

-No me enfadé. Me dolió.

-¿No eres una caballero? ¿Cómo vas a estar a punto de llorar por el dolor de una bofetada?

-No fue un dolor físico. Quise llorar porque había hecho una estupidez sin saber muy bien por qué, pero me había salido bien. Y cuando os busqué para contaros mi plan de casaros con quien deseéis, me cruzasteis la cara.

Se alejó de mí y se fue al otro lado de la habitación, dándome la espalda.

-Lo siento, Kara. No sé por qué me porto tan mal contigo a veces, de verdad. Sé que has hecho que tenga un control sobre mi futuro. Te lo agradezco. Pero me sacas de quicio, y no puedo evitar gritarte.

-O abofetearme.

-O abofetearte.

-¿Vais a volver a besarme?- pregunté sin saber cuál  era la respuesta que deseaba oír-.

-¡No!- exclamó rápidamente- Lo siento, Kara. Haz como que no ocurrió. No debí hacerlo. Fue sólo para que callaras. La próxima vez volveré a golpearte.

Entrecerré los ojos, molesta, y ella rió. Sentí cómo una oleada de sensaciones me recorría el cuerpo. Ver a Lena reír por algo que yo había hecho, fue lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Entendí entonces que la respuesta que esperaba de ella había sido la contraria a la que recibí.

Aquella noche intenté apartar de mi cabeza aquellos pensamientos sobre Lena. Intenté no recordar el sabor de sus labios o la sensación de su lengua acariciando a la mía. Quería pensar que era debido a que ya contaba los veintiún años, y el cuerpo me pedía la atención de alguien. Que era normal reaccionar con pasión a un beso. Que estábamos diseñados para funcionar así.

Pero me encontré a mí misma, en la cama, pensando en lo cerca que tenía a Lena, y acariciando mi sexo con los dedos. No sé cómo mis manos llegaron ahí, ni por qué me estaban estimulando de esa manera tan sutil y eficaz. No se me iban de la cabeza los labios de la morena, y me los imaginé rozando toda mi piel. O sus manos recorriéndome entera. O sus ojos rastreándome y observándome con curiosidad.

Y fue cuando, al llegar al éxtasis pensando en ella, me di cuenta de que lo que realmente quería era llevarla a ella a ese estado, con mi cuerpo sobre el suyo, para que entendiera que James no era más que un obstáculo para encontrarme a mí.

.

A la mañana siguiente, entré en su habitación y la encontré inclinada hacia adelante, lavando su cara. Su vestido estaba desabrochado y caía hacia adelante, dejando ver sus pechos en la posición en la que se encontraba. Tragué saliva sin poder apartar mi vista de ellos. ¿Qué me pasaba con esa mujer? Había visto multitud de mujeres desnudas y jamás había sentido ese deseo por ninguna.

La diferencia entre tú y yo (SUPERCORP +AGENTREIGN) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora