Episodio 1: α Cygni

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El coraje es la resistencia al miedo, el dominio del miedo; no la ausencia de miedo

—Mark Twain.



 Cada vez que despierto, un extraño sentimiento de pérdida taladra mi pecho. Nostalgia, tristeza, esas emociones a pesar de ser comunes tras las rejas de quién sabe dónde estamos, para mí es muy extraño el percibirlas. Desde niña he estado aquí, a merced de la voluntad del emperador Galra, cumpliendo sus caprichos de sed de sangre, siendo una gladiadora, siendo su gladiadora. Conforme han pasado los años, me han enseñado a no sentir empatía por mis oponentes, si bien en ocasiones no puedo evitar sentirme culpable por el fatídico destino que les espera al estar del otro lado de la arena.

Me han dicho, a través de chismes que recorren los pasillos de las cárceles, que mi familia está atrapada en alguna parte de este crucero, aguantando, peleando por sobrevivir igual que yo, de diferente manera, con el mismo objetivo.

Difiero y coincido del resto de los peleadores en un par de cosas. Algunas de ellas son: que me encontraron por una invasión a mi planeta cuando era apenas una niña pero, desde que puse un pie aquí, dijeron que era especial, me recluyeron de los demás y me dieron un entrenamiento, una educación, cosa que jamás hicieron con el resto. Me sometían a intensas sesiones con la bruja del imperio, la mano derecha de Zarkon, mis muñecas eran atadas por cintas casi irrompibles, a los lados de mi cabeza ajustaban unas antojeras, las que me impedían ver hacía la derecha o la izquierda, obligándome a ver a un foco con una incesante luz blanca. A veces, no muy seguidas por cierto, me pinchaban el brazo y algo caliente circulaba por toda mi piel, quemándola, derritiéndola, acabando con mi cordura poco a poco de una forma sumamente agresiva.

Tengo mucho que perdí la cuenta de cuántas peleas he ganado, cuántas vidas he arrebatado y cuántas veces he jugado con la muerte al estar a nada de perder el combate. Sé que debe de ser un número elevado, ya que mi nueva vida comenzó recién dejé de ser una niña... y eso fue hace muchos años, tanto que no puedo recordar claramente mi hogar, y ha pasado tanto tiempo que nadie me llama por mi nombre que creo que lo he llegado a olvidar, el rostro de mis padres es como un borrón en algún lienzo. Lo único que tengo seguro es que la multitud me llama "Campeona" y cuando Zarkon me encontró, me bautizó como Deneb.

Siempre, al abrir mis ojos por primera vez en el día, tengo extrañas visiones, como si de una vida pasada se tratara, pero sé que no es eso, es algo más. Siempre fue algo más. Me sueño con mi familia, disfruto de estar con ellos, somos felices... no es más que un delirio, algo imaginario, algo inexistente.

Un chasquido metálico es lo que me hace despertar todas las mañanas, y hoy no es la excepción.

—Comienza con tus flexiones, desayuna y luego iremos con la bruja a las novecientas horas —habló el guardia de mi celda, quien extrañamente era diferente al que siempre estaba ahí—, tu pelea está programada a las mil doscientas.

Se fue de mi campo de visión, como siempre, suponía que iría por mi "desayuno" como si esa mierda lo fuera. Renegar no era una opción, debía acatar cada orden y seguirla tal como era.

Comencé con las flexiones, iba por la mitad cuando...

—No estás haciendo correctamente el ejercicio —me corrigió el tipo—, comienza desde el principio.

Refunfuñé para mis adentros, por supuesto que lo estaba haciendo bien, ¿Cuál era el problema? Al volver a hacer veinte, dijo lo mismo y así transcurrió otras tres veces. Comenzaba a enfadarme.

| Voltron | ••• Secreto Estelar [Shiro x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora