— Yo veo... —empezó Hunk pensativo—, algo de color... naranja.
Suspiré con fuerza y Pidge bufó.
—Tu bandita —adivinamos juntas, al unísono.
— ¡Vaya, chicas, son muy buenas! —dijo sonriendo.
— Se supone que está sobre tu frente—argumentó Pidge—. Técnicamente, no puedes verla.
— ¿Quién dice que no soy una especie de mago que puede verlo todo? —atajó entrecerrando los ojos, observándola con una sonrisa.
—Porque un mago real ya nos hubiera sacado de aquí... ¿Cuánto tiempo llevamos...? ¿Dos días?
—Solo llevamos día y medio—respondí—, no es para tanto una vez que te acostumbras, señora dramática.
—Señorita —me corrigió.
Bufé recargándome en la pared.
Una vez hubimos sido abducidos por el rayo, nos convertimos en prisioneros inmediatamente, nos recibió un comandante que Pidge y Hunk ya conocían, un Galra alto y fornido, había perdido su brazo izquierdo y su ojo derecho, posiblemente por la causa de Zarkon, ambas cosas habían sido remplazadas por partes biónicas. Su nombre era Sendak.
— ¿Intentaste escapar alguna vez? —me preguntó Hunk, analizó cada estructura de la habitación.
—Siendo sincera... —suspiré desganada—. Nunca, jamás he tenido a donde ir, este había sido siempre mi hogar.
— ¿Siquiera pensaste en la posibilidad de irte? —Continuó Pidge—, porque éste sitio y lo que te hacían hacer no es exactamente lo que puede definir un lugar como "hogar".
Levanté la vista y miré directamente al techo, celda tenía únicamente una salida, una ventana blindada que daba vista al espacio y, como era de ley donde yo estuviera, una ventila de calefacción.
—Siempre creí que mi familia estaba en el crucero —expliqué con la mirada perdida—, mi error fue confiar en Zarkon, ceder a su palabra y convertirme en su soldado... favorito.
— ¿Creíste ciegamente en él? —Me cuestionó el moreno—. Oye, una de las primeras reglas para sobrevivir en el espacio, es no confiar en los Galra —lo observé elevando una ceja, en cierto punto, o mejor dicho "porcentaje", yo pertenecía a esa especie y era una de las partes que más predominaba en mi sistema—, bueno... solo en los malos.
— ¿Cómo difieren los "buenos" de los "malos"?
Me puse de pie y me asomé por la diminuta ventanita: nadie estaba vigilando, los guardias más cercanos estarían en la primera puerta del pasillo, tal vez y sólo tal vez con un poco de suerte podría sacarlos de ahí, para que no les hagan daño. Mi voluntad se fortalecía con lo que Sendak había dictaminado: usar a sus rehenes como carnada y atraer a Voltron hasta él, así entregaría un premio doble: yo y el defensor legendario.
—Supongo que los malos constantemente quieren asesinarnos —conjeturó pensativo.
—Pidge, necesito tu cerebro ahora —pedí acercándome a Hunk—, tú, mi amigo, ayúdame a llegar a la ventila —el gordito me miró extrañado—, súbeme a tus hombros, yo haré el resto.
Él se inclinó y yo puse mis piernas en sus hombros, metí la mano en el espacio entre los barrotes y jalé varias veces de ella hasta que cedió.
—Requiero que estimes el tiempo que tenemos para salir por ahí —señalé el ducto—, sin que los guardias nos atrapen.
— ¿Cuántos metros hay de aquí a la puerta?
Miró lo poco que se alcanzaba afuera, siguió con la vista el camino que guiaba el ducto del aire y al final sus ojos cayeron en mí.
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| Voltron | ••• Secreto Estelar [Shiro x Lectora]
Fiksi PenggemarUna creación quimérica será suficiente para hacer temblar a la Tierra de miedo, junto a sus pobladores. Una alienígena controlada por la bruja del imperio tendrá que enfrentarse a muchas cosas para sobrevivir, amigos, familia, y todo se vendrá abajo...