07: ¿Trato?

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El viaje estaba resultando incómodo. Papá apretaba fuertemente el volante, y tenía la vista clavada en la carretera.

En cambio yo me limitaba a pensar mi discurso. Me pasé las manos por la cara y resoplé. Estaba agobiada y no ayudaba pensar en la teoría de que los Vince no colaboraran.

Odio, odio y más que odio era lo que se palpava entre las dos familias.

Apoyé la cabeza en el frío cristal y caí en los brazos de Morfeo.

[...]

Mi padre me dejó justo a las afueras. El ambiente tenía algo que me erizaba la piel. No pasó mucho tiempo cuándo supe que era por el frío.

―Mierda― dije en voz alta.

Me di cuenta de que me había dejado la chaqueta.

Esto era el colmo. Primero venía al territorio enemigo y seguidamente me dejaba la salud en ello, porqué presentía que se avecinaba un resfriado y de los buenos.

En fin, como pude llegué al hogar de los Vince. Sabía que no iba a ser bien recibida pero debía arriesgarme.

Toqué la gran puerta de entrada. Me recibió la señora Vince. Una mujer alta, de una cuarenta años, morena y de intensos ojos verdes. Comprendí de dónde los había sacado Lander. Aquellos, me analizaron durante un buen rato.

―Eres Blair Anderson, ¿me equivoco?

En su rostro vi un atisbo de sorpresa.

―No hay ningún fallo, soy yo misma.

―Entonces dime que necesitas―respondió cortante.

Si, no había duda de que era su madre, era igual de borde y amargada que su hijo. Vaya así daba gusto tratar con ellos.

―Vengo a hablar con Lander.

―¿No crees que es muy sospechoso que vengas hasta aquí sólo para hablar con mi hijo?―dijo en tono acusador.

Ya decía yo que tardaba mucho en sacar los prejuicios.

―Pues no señora Vince. El motivo de venir aquí es porque hay vidas en juego, y el causante de todo esto es su querido hijo.

La ironía se paga con más ironía.

Fijó su vista en un punto determinado y luego la dirigió a mí. Se giró y avanzó dándome a entender que la siguiera.

Llegamos hasta una sala, tenía una gran mesa para las reuniones y alrededor unas sillas muy cómodas dónde me senté.

―No tardará en llegar, ha sido un placer concerte.

Me quedé con las ganas de contestarle alguna grosería. Pero me comporte, que mis modales se notaran.

Moví el pie arriba y abajo haciendo tiempo.

Un sonido hizo sobresaltarme. Seguro que había parecido una estúpida. Me llevé la mano al corazón y susurré una vulgaridad.

Pasado ese mini infarto Lander apareció y yo me levanté.

―Anderson, tienes muchas agallas para plantarte en mi casa―dijo mirándome fijamente.

No apartó la mirada, y eso me incomodaba, aún así le respondí.

―Y tu la cara muy dura por dartelas de buen líder y en cambio ir matando inocentes.

Iba a responder, pero se calló.

No entendí el porqué dado que siempre tenía una contestación borde cómo comodín.

Entonces se formó un silencio incómodo, debido a que ninguno de los dos se atrevía a hablar. Y si lo hacíamos era para contestarnos mal o recimirnarnos cosas.

Intenté distraerme con cualquier cosa con tal de no articular palabra.

En ese momento es dónde me planteé seriamente qué hacía allí. No tenía porqué estar aguantando malas contestaciones de nadie, y menos de él. Luego recordé lo que estaban pasando esas persones y me aguanté.

Lander se acercó a mi. Otra vez esa incomodidad, eso es lo que generaba en mi. Puede que lo notara y se acercara a mí para joderme.

Lo miré enarcando las cejas.

Él en cambio se sacó algo de detrás de la espalda, que no tuve claro que era era hasta que me lo tendió. Era una chaqueta negra. Mi cara era un poema. Había una mezcla de confusión y sopresa.

No tenía explicación para lo que acaba de pasar y eso me frustaba. Tampoco entendía como era capaz de amenazarme y luego de ayudarme.

Qué tío más bipolar.

En fin tomé la chaqueta y me la puse abrochándola hasta arriba.

Su ronca voz resonó en la estancia.

―Mi madre me ha comentado por encima el motivo de tu visita así que dime―dijo sentándose, acto que imite.

Seguía sin sentirme tranquila, así que cruzaba las piernas cambiando de un lado a otro.

―He venido a hablar sobre el territorio compartido. Me parece horrible lo que le estás haciendo a esas personas, no se lo merecen.

La sala entera se caldeo. Lander pegó un puñetazo a la mesa y se levantó de ella tirando en el proceso la silla. Se acerco hacía mi, quedando a una distancia adequada.

―¡No eres nadie para decirme cómo debo llevar mi territorio! ―dijo haciendo énfasis en el pronombre posesivo.

―Perdona, ahí es dónde te equivocas y demasiado. Cuando hay personas en juego me incumbe. ¡Ah y si te pica que alguien te diga las verdades a la cara te rascas!

―¡Me importa una mierda tu política correcta! No soporto que una niñata como tú venga aquí y me de órdenes.

―¡Oh, cómo si me gustara estar aquí! Sólo quiero proponerte un trato, quédate con el maldito territorio, deja que las personas se vayan al mío. Eso es todo lo que pido, piénsalo y el día del baile me lo dices.

Tenía pensado irme cuando me saqué la chaqueta y la tire al suelo.

―Ah, ¿ves la chaqueta?, así me haces sentir, así que medita esto también.

Ahora si podía marcharme.

Hola, se que andaba un poco desaparecida. Estaba muy insegura de subir este capítulo ya que he ido escribiendo trozitos, espero que os guste muchísimo y que disfrutéis mucho. Otra cosa la canción podéis ponerla en cualquier momento del capítulo creo que es una canción muy Blair. También deciros que últimamente no tengo mucha inspiración así que os pido paciencia. Muchas gracias os quiero.

Dare The EnemyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora