El Intercambio

Capítulo 4. Toxic

There's no escape
I can't wait
I need a hit
Baby, give me it
You're dangerous
I'm loving it

Noviembre.

Venga no me jodas.

Eso fue lo primero que pensó Raoul en cuanto llegaron al edificio de Agoney. Salió del coche en cuanto el chico encontró un aparcamiento cercano, sin ni siquiera esperarle y se quedó mirando al edificio de moderna fachada que se erguía frente a él en el centro de Madrid. Será pijo.

—Cierra la boca que te entran moscas— dijo el moreno en cuanto llegó a su lado. Raoul le miró y odió la sonrisa socarrona que mostraba su cara.

—No la tenía abierta.

—Es una forma de hablar Raoul, relájate chico de verdad— dijo negando con la cabeza y entrando al portal. Raoul tensó la mandíbula y le siguió. Imbécil.

Al entrar se quedó, de nuevo, pasmado mirando a su alrededor, observando como todo a su alrededor parecía salido de una revista de decoración. Oh wow.

—Raoul ¿Qué haces? — le llamó Agoney desde el ascensor. Raoul le miró todavía sorprendido por el lugar— Arranca muchacho no te quedes ahí empanado— Se puso rojo al oírle decir eso y al ver como las personas que había en el hall en ese momento se le quedaban mirando. Anduvo rápido hacia Agoney y se montó con él en el ascensor. Se miró la ropa en cuanto entró y miró la de Agoney, de marca seguramente, y tensó aún más la mandíbula. Genial, lo que más me gusta un edificio de pijos presuntuosos que estarán encantados de juzgarme. Pues si le iban a juzgar iba a ser con razón.

Volvió su atención hacia Agoney en cuanto le habló—¿Nunca habías visto un edificio o que? ¿Acostumbrado a hoteles de carretera o algo así?

¿Perdona?

—¿Y tú, tampoco estás acostumbrado a ellas verdad? — le dijo mirándole de frente y cruzado de brazos. El otro chico le devolvió la mirada confusa.

—¿Acostumbrado...?

—A las personas y a sus sentimientos, porque no se si esto es un concepto nuevo para ti Aginoy.

—Agoney— dijo de forma tensa mientras se cruzaba también de brazos.

—Aginoy— respondió contento de haberle molestado aunque solo fuera un poco— Pero las personas tienen sentimientos no puedes ir por ahí pisoteándolos ¿Sabes?

—Oh, que he herido los tuyos, perdóname Roiul.

Será gilipollas. Decidió no corregir su nombre. Por no insultarle más que nada.

—Ya quisieras tú haber herido mis sentimientos, te lo digo como consejo de vida.

—Ahora tú das consejos— dijo acercándose a él en lo que Raoul interpretó como un gesto intimidatorio.

—Cada día, cada minuto y cada hora— respondió clavando sus ojos en los suyos. Se estaba cabreando.

—¿Y cuando te lo he pedido yo rubito? — dijo acercándose más a él. Raoul se puso rojo de la ira.

—Cuando has sido un imbécil conmigo.

—¿Un imbécil? Te he avisado de que dejaras de mirar a tu alrededor como si hubieras puesto por primera vez un pie en la civilización, no he matado a tu gato ¿Sabes? — Raoul ahora sí que se cabreó y apretó el dedo contra el pecho del moreno.

—Lo que has hecho es conseguir que todas las personas del edificio, que serán unos pijos sin sentimientos como tú, cada vez que me vean me juzguen como el pobre chico que no sabe ni a qué hora se toma el té.