2: Amigas y amigo.

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   - Buenos días.
  
    Nemuri me sonríe, es una mujer guapa, tendrá más o menos 50 años. Pero por sus modales y por su manera de andar, no se ve mayor.
  
   - ¿Que le doy?
  
    Coge un periódico y una revista y me los pone delante. Por un momento se queda en silencio, con una sonrisa un poco incómoda, como si tuviera que decirme algo pero no se atreviera. Hago ver como que no me doy cuenta.
  
   - Aquí tiene, que tenga un buen día.

   Se queda todavía un momento en el kiosko, como si buscará el valor para hablar. Pero luego lo piensa mejor.
 
    - Sí, gracias, igualmente.
   Coge el periódico y la revista y se los mete al bolso. La veo alejarse. Camina despacio, tiene un bonito trasero y me quedo mirándola perdiéndome en mis pensamientos.

   " Lo siento". ¿Qué  puede significar "Lo siento"? Lo siento, pero tengo un problema. Lo siento, pero necesito estar sola. Lo siento, pero ahora quiero a otro. Lo siento... pero bueno. Eso sí que no puede ser. Y en un instante me pasa toda la vida por delante. Eso es, dicen, lo que sucede cuando alguien muere. Pero nosotros no estamos muertos, ¿verdad, Shoto? No sé ha acabado, dime que no se ha acabado. Miro el móvil. Ningún mensaje.

   - Buenos días, Katsuki. Me llevo este, gracias.
  
   Hizashi Yamada es el propietario del restaurante de más abajo, donde voy a comer de vez en cuando. Desaparece en un instante. Trabajo de kisokero. Primero estaba mi padre. Ahora nos lo combinamos mi tío, mi primo y yo. Yo estoy por la mañana y ellos por la tarde y por la noche, de vez en cuando cambiamos los turnos, pero no sólo hago esto.

   Nada, ningún mensaje. Nunca se había dado el caso de que pasará un solo día sin escribirnos algo, aunque fuera una estupidez. El amor está hecho de cosas estúpidas, de cosas que no tienen sentido, pero que en esos momentos parecen preciosas. El amor son esos mensajes que no quieren decir nada pero que conducen todo, a los que no les prestas atención cuando llegan a diario pero que se convierten en una obsesión cuando empiezan a faltar. Qué gilipolleces estoy diciendo. Pues sí, el amor te vuelve idiota pero generoso, la falta de amor te vuelve idiota y destructivo.

   Echo de menos a Shoto. Vuelvo a mirar el móvil, me gustaría llamarla, enviarle un mensaje, que me encontrará en la puerta de su casa con un ramo de rosas rojas. Pero yo nunca he hecho esas cosas. ¿Acaso no he hecho lo suficiente? Siempre las he pensado, siempre me he dicho " Un día haré todo eso". Pero no he hecho nada. Nunca. Y ahora tal vez sea demasiado tarde. Siempre pensamos que habrá un momento mejor. Mañana, siempre esperamos un mañana.

   Estar mal, en cierto modo, me hace ver mejor la realidad, que pueda darme cuenta de las cosas ridículas de la vida. Y todo me parece dramáticamente ridículo. Menos ella. ¿Qué estará haciendo ahora? Se habrá levantado, si es que anoche no volvió tarde. Habrá salido con sus amigas. Momo y Ochako. Habrán hablado de mí. Las amigas se cuentan todo. Me gustaría interrogarlas por separado o bien torturarlas y ver si sus versiones concuerdan. Obligarlas a hablar. Aunque a veces es mejor no saber.

   "No busques la verdad. A veces no hace falta", me dijo un día mi padre. No sé que quería decirme exactamente con esa frase.

   Por fin encuentro un mensaje.

   "Me he enterado y lo siento muchísimo. Ahora mismo voy". Ya está, justamente lo que necesitaba.

   Kiri entra en el kiosko con toda su corpulencia.
  
   - Ya me he enterado. No me lo puedo creer... Aunque a mí ya me parecía que había algo que no estaba claro.
  
   Sigue hablando y no entiendo lo que dice. Quizá porque en realidad no quiero escucharlo.
  
   Kiri en realidad se llama Eijiro Kirishima, está matriculado en Económia y Comercio pero sólo ha hecho tres exámenes.

   "Ya lo recuperaré". Es su lema. Pero también lo usa para referirse a la dieta, apuntarse al gimnasio, cortarse el pelo o dejar a una de las dos chicas con las que sale desde hace más de un año. Sí, porque sale con Mina y Tsuyu. Las conoció el mismo día y ha estado indeciso desde entonces. "Ya decidiré. Es que las dos son divertidas y simpaticas". Quince días más tarde, todavía estaba más indeciso: "Hacen el amor de manera distinta pero en realidad igual".

   Y eso, sinceramente, no acabe de entenderlo, como tantas otras cosas suyas. A los amigos no hay que entenderlos, hay que aceptarlos.
  
   - ¿Y qué, bro? ¿Cómo estás?
  
   - Bueno, ¿cómo estoy? ¿No tienes ninguna pregunta de reserva?
  
   - Sí. ¿La echas de menos?
  
   Ha pasado un día y la repuesta es sí. Pero no digo nada. Total, ya se encargará él, sigue asaltandome a preguntas.
  
   - Que raras son las mujeres, ¿tú has hecho todo lo que debías hacer? No será que te has olvidado de algo.
 
  - ¿Cómo qué?
  
   - Yo que sé... un aniversario o algo así. ¿Te ha pillado en falta con algo?

   Y prosigue con una avalancha de palabras desbocadas. Kiri se ha sentado en una pila de revistas puestas en el suelo. Sigue moviéndose mientras habla.

   - Hola, Mirio.
  
   Llega mi primo, le pasó las llaves de la persiana y me escabullo del kiosco.
 
  - ¿Puedes hacer el turno de mañana por la noche?
 
  - No sé...
  
   Casi no me da tiempo a terminar de decirlo cuando entro de un salto en el Opel Tigra Cabrio de Kiri, que arranca derrapando. Mi primo se asoma por el kiosko.
  
   - No. Tienes que venir mañana por la noche porque yo...
  
   Ya no oigo nada y levantó la mano, algo parecido a lo que hacen los surfistas con la sonrisa fija y una tía buena en el coche. Yo sólo tengo a Kiri y encima conduce mal. Aunque ese gesto es para decirle "Te llamo luego".

   - ¿A dónde vamos?
  
   Kiri ha puesto a The Police, lleva una camisa negra con una camiseta debajo, un colgante de plata en el cuello y unos zapatos D&G. Es un macarra hortera. Conduce su Tigra descapotable de manera temeraria. Si hay un coche poco logrado es éste. Él se cree que queda guay.
  
   - ¿Vamos a comer a Caccolaro? Venga, yo invito.
  
   - Vale, por mí de acuerdo.

   Caccolaro... esta muy de moda entre la gente más in y más elegante. Shoto iba a menudo con sus amigas. Una vez se me ocurrió ir a espiarla. La veo con sus amigas comiendo pizza y tomando una Cocacola light, que manera más extraña de hacer dieta. Sho... ella es así. Me quedo ensimismado en ese recuerdo, sin encontrar palabras para definirla. Las palabras nunca son suficientes cuando quieres a alguien.

   Kiri conduce entre el tráfico con desenvoltura, roza un Fiorino, el conductor sigue recto pero saca la mano y le enseña el dedo mayor.
  
   - ¿Y bien?
  
   - ¿Eh? ¿Qué pasa?
  
   Kiri sonríe.
  
   - ¿En qué estabas pensando?
  
   - ¿Yo? En ti y en mí.
  
   - Sí, venga. Mejor di en nada. Hemos llegado.
  
   Bajamos del coche.

   Nunca más volví a vigilar a Shoto. ¿Tal vez me equivoque?

   Kiri me coge del brazo mientras entramos.
  
   - Tengo un problema...
  
   Asiento con la cabeza. Si supiera los que tengo yo. Pero no digo nada y entramos al Caccolaro.

 Pero no digo nada y entramos al Caccolaro

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