5: Preciosa.

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  - Pero ¿dónde estabas?- Kiri está delante del coche, fumando un cigarrillo- Empezaba a preocuparme- tira el cigarrillo mientras entro en el coche- ¿Te ha dejado subir? Yo lo he intentado de todas las maneras, pero nada...
  
   - ¿Qué dices? Hemos ido a la Fontana.
  
   - ¿Has tirado la monedita? ¿Has pensado el deseo?
 
  - Sí, ya vale, vámonos que pronto amanecerá.

   Kiri arranca. Yo me relajó un poco, me mira mientras conduce.
  
   - ¿Y bien?, ¿Cómo estás? Mejor, ¿No?
  
   Asiento en silencio, estoy algo cansado.
 
  - ¡Quién tuviera días así! Tienes a esa espléndida extranjera para vivir una perfecta historia de amor. ¡¿Qué más quieres de la vida?!

   Y me quedo así, con los ojos cerrados, mientras el coche circula. Kiri pone la radio en su emisora favorita. Y aunque Kiri es el que conduce, soy yo el que me salgo del camino. Hago una inspiración lenta, larga... ¿Qué más puedo pedir? Pediría a Shoto. Me gustaría verla enamorada de mí o que al menos me explicará que le molesta.
  
   - Oye, yo a ésa me la quiero follar, ¿eh? No puede irse así. ¡Tengo que clavarle la banderita!
  
   Kiri me aparta de mis pensamientos, después frena de golpe y aparca, hemos llegado a mi casa.
  
   - Bueno, todavía tenemos una semana... Ya sé que quieres, pero será mejor que te des prisa con Izuku, ¡Sí no, también le clavaré la banderita a ella, aunque esté demasiado flaca para mi gusto!
  
   Kiri consigue hacerme reir, pero considerar a Izuku demasiado delgada es absurdo, es una chica perfecta.
  
   - Adiós, nos vemos mañana.
 
  - Sí, que mañana ya está todo organizado ¡saldremos a cenar con ellas! Mañana yo me ocupo de todo, te lo prometo...
  
   - Claro, cómo no; me gustará verlo.
  
   Cierro la puerta y me alejo. Kiri sale derrapando y toca dos veces el  claxon sin importarle nada ni nadie, ni el hecho de que son casi las cinco de la madrugada. Kiri desaparece a toda velocidad.

   Me dirijo hacia mi casa esperando que no esté Kemy (mi hermana mayor), su marido Senji o Inasa su viejo compañero de escuela (actual amante), Himiko y Jin, pero sobre todo Dabi. Bueno, en el fondo Dabi, que tenía que ser un problema, al final ha sido quien me lo ha resuelto.

   Subo por la escalera y abro con cuidado la puerta de casa. Vuelvo a cerrarla y doy dos vueltas a la llave, camino de puntillas por el pasillo. En ese silencio casi puedo oír la respiración de mi madre y mi hermana. Las imagino en sus camas, tranquilas, envueltas en el sueño. Pero eso no puede ser. Ya no. No por ahora, al menos.

   Me encuentro delante del despacho de mi padre, de su sillón de piel negra. Me quedo en la puerta y me imagino su espalda. Está escribiendo en el ordenador, después, se vuelve y me sonríe... Pero ahora esa silla está vacía, el ordenador, apagado. Y me entran ganas de patear el suelo. Echo de menos sus manos grandes y cálidas que de vez en cuando me acariciaba las mejillas, como para molestarme, y en cambio hoy las apretaría las dos sobre mi cara y las aguantaría así, con los ojos cerrados, sobre mis mejillas, pegadas, para no dejar que se fuera.

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   El sol está alto en el cielo. El portero del hotel me ha dicho que todavía no ha salido, eso espero. Me he tomado sólo un café sentado en una pequeña mesa del bar.

   Sho no me ha llamado. Miro el móvil, ni una llamada, ni un mensaje, ni una llamada desde número privado que podría haberme dejado con la duda de si había sido ella que quizá, escondiendo el número, quería oír mi voz sólo un instante y quedarse allí escuchándome antes de que yo colgará, después de dos "diga... diga" o tal vez de manera mas directa "¿Shoto?". Entonces ella habría sonreído con una gran sensación de seguridad: habría quedado claro que para mí no hay nadie más excepto ella. Pero eso ya lo sabe.

HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora