Capítulo Uno

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¡Era mi cumpleaños! Al fin el día esperado. Saldría con Angela, Cristina, Alejandra, Kamila, Carlos y Aquim, a pasear, comer y divertirnos. Primero comimos en mi casa, Angie quiso cocinar. Ella me regaló un mapache de peluche ¡Un peluche más a mi colección! Después fuimos al malecón a patinar. Les comentaré a ustedes que yo no sé patinar ni mierda, pero practicando se aprende ¿no?

—Te vas a caer, te vas a caer. —Canturreaba Carlos.

Idiota.

—Gracias Carlos, yo también te quiero. —Rodeé los ojos algo enojada.

—Perdón y déjame decirte algo: no vas a conseguir nada si te sigues agarrando de la banca. —Dijo burlón patinando hacia atrás.

Bueno... era cierto, llevaba como veinte minutos agarrándome de una banca del parque ¡es que da miedo!

—Está bien... —Me comencé a soltar y de repente me caigo duro contra el suelo. —Y por eso no te hago caso. —Dije frustada, mientras Carlos se reía.

—¡Pareces un bebé pingüino!
Él reía escandalosamente, un poco más y se tiraba al piso.

¡Qué buen amigo!

—Carlos, déjala. —Vino Angela y me ayudó a levantarme.

—¡Ay, qué humor! —Dijo Carlos y se fue con Aquim. Hombres...

—Gracias. —Le sonreí a Angela.

—No te preocupes, Carlos debería conseguirse una novia.

—Urgente. —La miré y nos reímos a carcajadas.

—¿De qué se ríen? —Inquirió Kamila viniendo hacia nosotras.

—De nada importante... —Sonrió Angela. —Sólo es Carlos.

—¿Qué tal si vamos a comer helados? —Gritó Cristina a unos dos metros de distancia.

¡SÍ!—Gritamos todos.

—Ya era hora, tengo hambre. —Dije y suspiré.

—¡El que llega último no come helado! —Dijo Alejandra y todos comenzaron a patinar hacia la heladería.

Mierda... ¡¡¡YO NO SÉ PATINAR!!! Hice un intento y lo estaba logrando. ¡Lo estaba logrando! Pero no duró.

¡¡MEGAN, CUIDADO!! —Me gritó alguien desde atrás.

—¿Qué? —Volteé y tarde... Alguien chocó conmigo y me tumbó al piso junto con él. — Mierda. —Susurré levantando la vista para encontrarme con... ¿Aquim?

—Perdón. —Se disculpó y bajó la vista a mis labios.

—Ouch.

Miré bien y sus manos estaban encima de las mías. Lo miré perpleja ¿CÓMO LLEGAMOS A ESTAR ASÍ? ¿CÓMO?

—¿Megan? ¿Estás bien? —Me preguntó en tono queda a pocos centímetros de mi cara.

¿Qué pretende hacer?

—¿Qué haces? Me estás aplastando.

No hizo ni un mínimo movimiento. Esto era frustante. Lo empujé pero se hizo el fuerte y me besó de frente y sin anestesia.

¡¿Aquim me estaba besando?! ¿POR QUÉ? Más bien... ¿Por qué le seguía el beso?

—Aquim. —Susurré entre sus labios. —Quí-ta-te.

—No.

¡QUÍTATE! —Le grité y lo empujé con fuerza, esta vez logré pararme.

Lo miré y se quedó en shock al igual que yo, obviamente. Me dí la vuelta planeando salir corriendo como gallina de allí, pero justo venía Angela.
Malogrando mis planes.

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