Capítulo Ocho

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Oh. My. Fuckin. Cat.

Esto está mal, muy mal.

¿Y ahora que rayos haré?

Estaba a punto de tomar un taxi... Cuando Aquim salió de su casa y cogió mi mano atrayéndome hacia él. Al instante mis ojos hicieron contacto con los de él, Dios esos ojos, esos hermosos ojos color miel, estoy completamente segura de que ALGÚN DÍA esos ojos me matarían. Todo de él me mataría. Él me mataría.

Del buen sentido...

—Megan... ¿Qué pasa? —Me preguntó preocupado. Agarró mis mejillas con sus manos y acercó mi cara más cerca a la suya.

Sí, seguramente moriré algún día con su bella mirada. No puedo creer que yo sola me esté matando...
¡Qué bajo he caído!

—¿Por qué te preocupas? —Pregunté con inseguridad.

—Nada. Es solo que... Tú ¿Por qué te vas? -Desvió su mirada de la mía. —Yo, no quiero que te vayas... —Volvió a mirarme.

—Yo... —Tomé saliva y suspiré. —Te toque...

—Fue pura casualidad. ¿Cierto? —No dije nada, sólo asentí. —Entonces no tienes por qué sentirte mal.

—Es que me dio vergüenza y no supe qué mierda hacer... —Ahora yo desvié mi mirada de la suya. —Lo siento tanto.

—Megan... —Acarició mis mejillas y besó mi frente. —No tienes por qué sentirte mal. —Bajó sus manos hasta mi cuello y me atrajo hacia él delicadamente, posando sus labios sobre los míos, besándome apasionadamente.

Me encanta cómo me besa... Cómo su lengua roza con la mía suavemente. SIMPLEMENTE LO AMO.

Me separé de él siendo delicada y volví a mirarlo a sus ojos.

—Ahora hazme tuyo. —Susurró burlándose.

—Pendejo...

—¡Hey! Es una broma. —Dijo y me reí.

—Bueno. —Rodé los ojos.

—¿Ya no vas a ingresar? —Alzó una ceja.

—Creo que mejor me voy. —Miré mi reloj. —A parte ya son las ocho y cuarenta... —Hice una mueca.

—Bien... —Hizo puchero. —¿Vas a pasar a despedirte de mis padres y Sue?... Aunque ella quedó muy confundida... Pero bueno... ¿Algo?

—Creo que si no paso a despedirme sería descortés de mi parte, así que mejor me despido. —Le sonreí. Él asintió y pasamos.

Al despedirme de los padres de Aquim o sea Aaron y Anne, me dijeron que vaya otro día y pues acepté alegre. Sue por su lado seguía sin entender ,algún día se lo explicaré. Lo sé.

Y entonces me despedí de Aquim.

—Chau, princesita. —Besó mi frente. —Te amo.

—Chau, mi tigre. Te amo. —Suspiré y lo besé.

—Mañana te llamo.

—Ajam. —Asentí. —Llámame antes de las diez y media.

—¿Por qué? —Frunció el ceño. Sacudió su cabello y su fleco se movió para adelante. Dios, amo cuando hace eso. Me mordí el labio. —Megan...

—¿Eh? —Reaccioné y lo miré desconcertada. Ups. Debo dejar de hacer eso... O... ¿Tal vez no? —Dime...

—Me encanta cuando te quedas viéndome. —Sonrió y me sonrojé. —Y también cuando te sonrojas.

Desde el principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora