Capítulo 12

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Décimo Segundo Capítulo

Tercera Persona


Delilah le miró directo a sus ojos grises.

— ¿Te gustaron las sorpresas que te dejé?

Quería responder, quería decirle todo lo que sentía, quería hacerle demasiadas preguntas, pero lo único que lograba salir de su garganta eran sonidos casi inaudibles.

— ¿No recuerdas? —Ladeó su cabeza— Las cartas, D —esbozó una sonrisa— Mis cartas.

Estaba tan impactada que sus rodillas dejaron de mantener su peso correctamente, haciendo que Delilah cayera al suelo. No podía creer que la persona que había hecho de su vida una constante pesadilla era nadie más y nada menos que la única persona que estuvo a su lado todo este tiempo.

—Tú... —una lágrima cayó por su mejilla— ¿Por...qué? —logró pronunciar.

—Porque te amo. Te amo desde antes de que te acercaras a mi aquella vez. Aquella tarde lluviosa.

— No—lloriqueó—, no ¡No! ¡NO! —negó con la cabeza— ¡Tú no! Tú no...

— Te amo, D.

— ¡Nick!, Fuiste tú ¿verdad? —Frunció el ceño con rabia— ¿Qué hiciste con él? ¿Qué hiciste con Nick?

—Ya me encargué de él —hizo un pausa y Delilah se mordió el labio tembloroso— y en cuanto a Abigail... estoy en proceso.

— Yo te quería, ¡eras en quien sentía que podía confiar! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me apuñalas de esta forma por la espalda?!

— ¡No entiendes nada! ¡Te estoy protegiendo!

— ¡YO NUNCA PEDÍ QUE ME PROTEGIERAS! ¡Jamás quise que nada de esto sucediera! —Sollozó herida— Eras mi mejor amigo...

  — Lo soy— pasó una mano temblorosa a por su cabello negro—. Soy tu mejor amigo, tu protector, tu amante, tu alma gemela, soy tú y yo a la vez, soy quien te entiende mejor que nadie en el mundo, soy tu mundo y tú eres el mío.


— ¡¡YA BASTA!! ¡BASTA! ¡Basta! —lloró con más fuerza mientras tapaba sus oídos y negaba más fuerte con la cabeza. Deseaba tanto escapar de aquel lugar, de la realidad. — Ya basta, Max. No digas eso, no lo hagas. Por favor... detente...


— Estás un poco alterada...— dijo— ve a descansar un poco a casa, en unos minutos te alcanzo. Y... y de una vez prepara tus cosas, vamos a salir.

Max pasó su mano por su cabello un par de veces más y le dedicó una última pequeña sonrisa antes de irse.

— Nos vemos— se despidió y salió caminando por uno de los pasillos que daba a la salida del instituto.

Delilah permaneció unos segundos más en el suelo hasta que su celular sonó. Con un poco de miedo de que fuese Max, revisó la notificación; era su madre, decía que había regresado a casa. Delilah volvió en sí, tomó las llaves, se levantó del suelo y corrió lejos del instituto por un camino distinto del que utilizó Max.


Corrió dejando atrás su mochila, ya no la necesitaba.

911

Tenía que llamar al 911. Llamó a la policía y la operadora dijo que llegarían en unos minutos. Delilah corrió hasta su casa y abrió la puerta con su llave, pero en lugar de abrirse, se cerró. Al parecer su madre la había dejado abierta.

 Lanzó las llaves a uno de los sofás en la sala y se dirigió a su habitación.


— ¡MAMÁ! ¡Tenemos que irnos! —gritó mientras llenaba una de sus maleta con ropa. Dejó de tomar ropa pensando que no quedaba mucho tiempo, no tardaba Max.

— ¡Mamá!— llamó.

— D, ¿Qué sucede? — su madre entró a su habitación muy confundida.

— No tengo tiempo para explicarlo, pero tenemos que irnos. ¡Rápido! —dijo apresurando las palabras.

— Hija, tranquilízate un poco— la madre de Delilah intentó calmarla y se sentó en su cama—. Ven —dio golpetees a su lado invitando a Delilah para que se sentara a su lado—, siéntate y cuéntame que sucedió, ¿Por qué llorabas?

Delilah se sentó aún muy alterada y su madre comenzó a limpiar sus lágrimas con sus pulgares.

— Mamá, no queda tiempo. Tenemos que irnos pronto. Por favor, vayámonos ya— lloró.

— Voy a ir por una taza de té —se levanta de la cama—, te va a relajar tomar un poco.

— Mamá, no. Estoy bien, tenemos que... tenemos que irnos.

Cerró los ojos por unos minutos mientras esperaba a su madre, pero estos minutos se extendieron    


Cerró los ojos por unos minutos mientras esperaba a su madre, pero estos minutos se extendieron y su mamá no regresaba. Delilah comenzó a alarmarse por la ausencia de ruido proveniente de la cocina. Se levantó de la cama y comenzó a buscar por su casa por los silenciosos pasillos.

Demasiado silencio.

Cuando ingresó en la sala, Delilah pudo notar una sombra femenina que definitivamente no pertenecía a su madre.

— ¿Hola? —silencio.

Delilah caminó hacia la sombra.

— Vanessa...

Vanessa la miró.

— Vanessa, ¿Qué haces aquí? —preguntó confundida. Su rostro confundido se convirtió en uno horrorizado al recordar los eventos recientes— ¡Vanessa! ¡En el instituto! ¡Phill! ¡Sally!

Vanessa le interrumpió.

—Lo sé— la miro directamente con sus ojos negros— Todo está por terminar.

— ¿Q-ué? —soltó

Vanessa se acercó a Delilah y colocó sus brazos alrededor de su cuello, Delilah sintió un pinchazo en el cuello y todo se volvió oscuro.

Lo último que pudo divisar, fue el cuerpo inconsciente de su madre en el suelo de la cocina.



Maratón 2/?

    

— Mim   


Mi Querida DelilahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora