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Madison's POV:

Día 8


—No vinimos a Grecia para que estés mirando Keeping up with the Kardashian— dije rodando los ojos para luego tirarle una almohada a Louis.

—¡Hey!

—Vamos a comer algo, tengo hambre.

—Kylie acaba de confundir un cerdo con una gallina— soltó una carcajada.

Levanté una ceja frente a su infantil actitud y volví a lanzarle otra almohada que le dió directo en su cara de idiota.

—Vamos a comer algo— dije ahora buscando algún pantalón decente entre su ropa para que vista— Podríamos sacarnos fotos también, tenemos muy pocas.

—Madison me has sacado miles de fotos— dijo sin despegar la mirada de la pantalla.

—No son suficientes, nunca lo son— dije lanzándole otra almohada en la cara— Comienzo a pensar que de verdad tienes una obsesión con esas hermanas, alguna fantasía sexual quizás.

—No estoy obsesionado con las Kardashian— dijo con voz de indignación— Solamente me gusta ver la serie...

—¡Louis de mierda levántate ahora!— dije ahora tirándole un zapato.

—Lo que usted diga jefa— dijo apagando la televisión rápidamente y poniéndose de pie— Me iré a duchar, espera aquí.

Rodé los ojos por milésima vez en el día y me dispuse a encender la televisión y dejarlo en el canal de música, entonces "The Neighbourhood" inundó el vago silencio del lugar.

Aproveché esos diez minutos de la ducha de Louis para cambiar mi atuendo a un vestido largo color burdeo y retocar mi maquillaje.

—Madie, ¿Has visto mi desodorante?— escuché de pronto la voz de mi amigo cuando yo abrochaba mis aretes.

Me voltee para responderle pero entonces él venía saliendo del baño completamente desnudo. La toalla estaba en sus manos y se dedicaba a secar sólo su cabello con ella.

Mi ojos no dejaban de mirar en como él caminaba de un lado a otro en la habitación buscando su desodorante.

Gotas corrían por sus pectorales, y podía jurar que sus tatuajes resaltaban mucho más. Sin embargo eso no era todo.

Él tenía una erección.

Y estaba grande. Muy grande.

Dios mío el era muy grande y maduro. Juro que olvidé como respirar por un segundo.

—Y-yo...

—Lo dejé ayer en el baño y ahora no está — murmuró más para sí mismo mientras yo le daba una descarada mirada a su trasero.

De pronto sentí la necesidad de cambiarme las bragas.

—Creo que estaba en la encimera de mi habitación —le respondí, tratando de fijar mi vista en otra cosa.

No era que me sintiera incómoda viéndolo desnudo. Lo había visto así cientos de veces, pero por alguna razón ahora se veía tentador y prohibido.

Into You » L.T (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora