—Estás jugando sucio— murmuré más para mi mismo que para ella.
Mis ojos despegaron la página del libro que estaba leyendo y me concentre en el cuerpo desnudo que pasó delante de mi para luego entrar en la piscina. Intenté volver mi atención a la trama de Stephen King pero me fue imposible.
Me levanté de la cama y me dirigí hacia donde ella había ido. Cuando pude tener una vista perfecta de la piscina, divisé su cuerpo desnudo debajo del agua.
—¿Qué crees que estás haciendo? — cuestioné en voz alta a lo que ella se volteó a verme.
—Se llama nadar, idiota.
Negué con la cabeza y entonces salí de ahí, sabiendo que verla de esa manera no estaba ayudando en nada a mantener mi promesa.
En horario griego eran recién casi las tres de la mañana y nosotros todavía estábamos despiertos. En Nueva York eran seis horas menos y por ende no era mucho el sueño que teníamos. La luces de Santorini hacían su trabajo, todo se veía realmente espectacular.
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—¡Estás jugando sucio Rowling! — grité desde mi cama, tomando el libro nuevamente.
No pasaron ni más de veinte segundos cuando vi el cuerpo de Madison frente a mi. Las gotas caían por el valle de sus senos hasta perderse en su abdomen.
Ella me miraba seria, sin ninguna expresión en su rostro. Y eso me estaba excitando demasiado por lo que decidí concentrar mi vista en la página del libro haciendo una mueca.
—Estás más delgada— murmure aún con la vista en las letras— Deberías comer más.
—Y tú deberías dejar de ser tan idiota — dijo ella subiéndose a la cama.
—¡Eh! ¡Vas a mojar todo!
Sin previo aviso ella tomó mi libro y lo tiró lejos para luego sentarse a horcajadas sobre mi. Estaba pasmado, excitado y nervioso. Era consciente de las gotas de su cabello húmedo y en realidad todo su cuerpo me estaban mojando.
Pero no importaba si la tenía de esa manera.
—Era Stephen King...— susurré.
—No estoy jugando sucio, estoy jugando con tus mismas cartas Louis— me dijo— Así que no te quejes.
—No estás ayudando en mi promesa Madie.
—Tampoco tengo la intención de hacerlo, mucho menos provocarte— su voz era seria y supe que estaba hablando enserio.
—¿Entonces porqué estás desnuda, mojada y arriba mío?
—Porque puedo y porque quiero— sonrió— Además no es la primera vez que ves una mujer desnuda, estoy completamente segura de que sabes como es una vagina.
