Joel
Abrí los ojos al sentir los rayos del sol en ellos, mire a mí alrededores mientras los recuerdos de anoche pasaban por mí mente.
Sonreí inconcientemente y dirigí mí vista a mí lado. Erick aún seguía durmiendo.
No cambio nada en la hora de dormir; seguía soltando leves ronquidos, sus labios entreabiertos dejando que un hilo de saliva salga de ellos y su pelo alborotado. Lleve una de mis manos a su mejilla y la acaricié.
Erick se removió y rápidamente quite mí mano, lo mire a los ojos y los tenía muy abiertos, como dos platos.
—¿¡Qué haces aquí!?— me gritó arrodillándose en la cama y volví a llevar mí mano a su boca, callándolo.
—Shh... Creo que tus padres están en casa— hablé bajito.
Asintió con el ceño fruncido y yo retire mi mano, de nuevo.
—¿No te duele la cabeza?
—Un poco, ¿Qué haces aquí?— volvió a preguntar ya calmado.
—Pues, ¿Recuerdas algo de anoche?— rogué internamente que no, si se enterará que golpeé a un chico por él, seguramente me volvería a dejar de nuevo, aún que no estemos juntos.
Pero en mi defensa, ese rubio tenía cara de pervertido.
—Solo recuerdo que estaba en el baño esperando a que Camila me aleje de ti.
Alzo una ceja confundido, Erick vuelve a abrir sus ojos como platos al darse cuenta de lo que había dicho y rápidamente niega, pero lo calle.
—Debí suponerlo— veo como frunce el ceño, igual de confundido—. No en cualquier fiesta está Ed Sheraan de invitado— bufo sentándome en el borde de la cama para agarrar mis zapatos y ponermelos.
—Joel... Lo siento, pero es que estabas muy sobreprotector conmigo y sabes muy bien que no me gusta que lo seas.
—Ya lo sé— dije serio levantándome ya con las zapatillas puestas— no puedo evitarlo y también lo sabes. Diablos. Erick, rompimos hace exactamente cinco meses, y la verdad es que no puedo creer que ya andes de puta tan pronto— solté sin pensarlo, totalmente frustrado— ¿Acaso ya me olvidaste?
—¿Qué?
Cerré los ojos con algo de miedo, sabía que Erick se molestó con aquel comentario.
Sentí un fuerte ardor en mi mejilla; una de las grandes cachetadas de Erick. Sinceramente me lo merezco, le he echo tanto daño que supongo que descargo su furia en esta y en la que me dió cuando terminamos.
—¡No vuelvas a llamarme así, estúpido! ¿Escuchaste?— escupió con furia.
Abrí los ojos y lo ví frente a mí; aún sigue viéndose hermoso enojado. Aunque era un momento equivocado para pensar en eso.
—Lo siento— murmuro bajando mí mirada.
—¿Puedes irte de mi casa, por favor?— preguntó luego de soltar un suspiro.
—Bien— seguí murmurando.
Agarré mí chaqueta y trate de salir lo más rápido de esa casa.
×××
tdos iguales